Introducción
Seguramente a más de uno le parecerá extraña esta entrada (post). A lo largo de cinco años he escrito historias relacionadas a viajes, a artistas plásticos, músicos y literatos siempre tratando de vincular estos temas que me resultan muy gratos. Pero esta vez escribiré sobre un personaje que, si bien tuvo una limitada actuación como pianista y compositora, actuó como un hilo conductor, relacionando la Música, el Arte y la Literatura, a través de sus vínculos amorosos.
Alma Schindler (conocida también como Alma Mahler o Alma Mahler-Werfel) nació en 1879, en la Viena del Imperio Austro-Húngaro. A lo largo de sus 85 años de vida, estuvo rodeada por destacados representantes de la Música, el Arte, la Arquitectura y la Literatura de la primera mitad del siglo XX. Es más, estuvo casada con tres de ellos, además de haber tenido vínculos menos estables con otros. Su vida fue un sube y baja de pasiones y tragedias, fue un personaje muy controvertido por sus ideas y por sus acciones. Por todo esto me parece interesante escribir sobre su vida, basándome en la muy completa biografía escrita por Susanne Keegan: “ Alma Mahler – La novia del viento (Ed. Paidós).
Infancia y juventud
Los padres de Alma, Anna Bergen y Emil Schindler, se conocieron como cantantes aficionados interpretando una opereta, pero Emil era pintor, mayormente de paisajes, aunque con muy poco éxito económico. Cuando se casaron y en los siguientes años, en que nacieron las dos hijas del matrimonio, primero Alma y luego Grete, Emil vivía perseguido por las deudas. Recién en 1881 empezó a mejorar la calamitosa situación de la familia. Fue cuando un banquero vienés se convirtió en mecenas de Schindler, y a partir de esa relación pudo desarrollar su talento y mantener adecuadamente a su familia. Con el éxito obtenido por sus cuadros, se formó un grupo de alumnos y admiradores en el que se destacó Carl Moll.
Así como Alma no guarda buenos recuerdos de la relación con su madre, admiraba profundamente a su padre por su talento artístico y sus conocimientos, y pasaba largas horas en su estudio. Alma mostró tempranamente su inteligencia, pero no tuvo una educación ordenada y sistemática, accediendo desde pequeña a lecturas adultas. Por otro lado mostró poco interés por los temas, excepto la música. Lamentablemente, esta etapa feliz de la vida familiar de los Schindler, duró poco tiempo. En 1892 fallece inesperadamente Emil Schindler, cuando Alma tenía 13 años, privándola de su tan admirado prototipo masculino. Ese vacío no lo podía llenar ninguna mujer y la determinó a Alma a buscar un mentor masculino, cuyo talento artístico pudiera mitigar la pérdida sufrida.
En los siguientes años Carl Moll, el discípulo que siempre se mantuvo cerca de la familia (estaba enamorado de Anna, la madre de Alma), se convirtió de hecho en el hombre de la familia y, algún tiempo después, se casó con la viuda convirtiéndose en padrastro de Alma, para disgusto de ella.
En 1896 Alma conoce a Max Burckhard, director del Burgtheater uno de los principales teatros de Viena, al que asistía el Emperador y su esposa. Burckhard tenía entonces 42 años y Alma 17 años, siendo una bella y talentosa joven que leía mucho y componía. Si bien la madre le permitió una apertura mayor en sus lecturas y sus vínculos de lo que era habitual en la época, también le inculcó la importancia de conservar su castidad para lograr un buen matrimonio. Alma resistió los avances amorosos de Burckhard pudiendo tener profundas y maduras conversaciones.
A mediados de 1898 Alma conoce a Gustav Klimt (1862-1918), uno de los más destacados artistas plásticos de su tiempo, fundador del Movimiento Modernista austríaco conocido como “Sezession”. Nuevamente un artista famoso, con 36 años, cae hechizado por la joven de 19 años que deslumbra por su inteligencia y belleza. Los avances de Klimt son contenidos por la resistencia de Alma, y por la férrea custodia de su madre y su padrastro que alejan al pintor.
Alma busca un consuelo a sus desventuras dedicándose a la música, componiendo canciones y logrando ser aceptada a comienzos de 1900 por un exigente profesor de música: Alexander von Zemlinsky. Se repite la historia y el profesor queda subyugado por su alumna. Pero este vínculo pasará a un segundo plano, tras conocer a uno de los más destacados músicos de su tiempo: Gustav Mahler (1860-1911).
Gustav Mahler
Mahler era ya un famoso director de orquesta que, luego de triunfar en distintas ciudades europeas, accedió al máximo nivel como Director del Teatro Imperial de Viena. El gobierno de Viena, impregnado de un fuerte antisemitismo, se negaba a darle el puesto a Mahler por ser judío. En un pragmático y controversial gesto, Mahler se convirtió al catolicismo.
Mahler era 19 años mayor que Alma y gradualmente, a partir de su mutua admiración, se enamoraron. Su posición económica era ya desahogada y su carrera como compositor estaba despegando, aunque sus obras todavía generaban resistencia. Sus obras son fuertemente subjetivas, y en ellas se expresan su sufrimiento y su experiencia de vida. Su creación le demandaba un gran esfuerzo de concentración, que le impedía dedicar su atención a otras personas. Esto iba a ser un problema con Alma, ya que estaba acostumbrada a ser centro de atención.
Antes de unirse en matrimonio, Mahler exigió de Alma que sacrificara su carrera de compositora para dedicarse al futuro hogar y a sus hijos. De este modo, él se podría dedicar plenamente a su carrera de director de orquesta y compositor. Aunque con dudas, Alma aceptó la demanda, considerando que había logrado enamorar al genio creador que buscaba desde hace tiempo como esposo. Se casaron en 1902 y Alma tuvo un temprano embarazo, algo que, al igual que los partos, sufrió más que disfrutó. Cumpliendo la promesa, dedicó su esfuerzo a copiar las partituras de su esposo para ayudarlo, y sintiendo que de ese modo participaba de su genial obra.
El matrimonio tuvo dos hijas, María en 1902 y Anna en 1904. Durante el receso de verano que lo desligaba de su trabajo como Director, Mahler se dedicaba a componer, recluyéndose en una cabaña en las montañas de Austria. La pareja se veía feliz, pero subyacía un serio problema. Alma sufría por la indiferencia de su esposo a escuchar o analizar sus composiciones, y también extrañaba su vida social rodeada de artistas y admiradores, de antes de casarse.
Los problemas se precipitan a partir de 1807, comienza a ser cuestionada la labor de Mahler al frente del Teatro Imperial y, el más grave, enferma y fallece su hija mayor a los 5 años. Además de todo esto, le detectan a Mahler serios problemas cardíacos.
Comienza una etapa en Nueva York como director de orquesta en la Metropolitan Opera, que fue muy exitosa profesional y económicamente. Sin embargo, el dolor de ambos por la pérdida de la pequeña María, no tuvo atenuantes y dañó la pareja. Siguieron años duros para ambos, pero especialmente para Alma, que además de la pérdida de su hija se sentía poco escuchada por su esposo, que se concentraba en componer sus complejas obras sinfónicas. Estando Alma con Anna en un balneario para recuperarse, le presentan a un joven arquitecto alemán, Walter Gropius (1883-1969), quien queda embelesado con Alma y puede prestarle toda la atención que ella demanda. Poco después Mahler encuentra y lee una carta de Gropius a Alma pidiendo su mano, lo que provoca una fuerte discusión entre ellos, que le sirve a Alma para exponer abiertamente sus quejas. Mahler teme perderla frente a un hombre más joven aún que Alma. Ante sus dudas, decide consultar a un especialista y va a ver nada menos que a Sigmund Freud. Según se cuenta, Freud lo tranquilizó diciendo que por la admiración que Alma sentía por su padre, buscaba hombres mayores y talentosos como él.
De todos modos a lo largo de 1910, Alma y Gropius se las ingeniaron para tener breves encuentros, que mantuvieron encendida la llama de su pasión. Hacia principios de 1911, la salud de Mahler se fue deteriorando y falleció al poco tiempo. Alma queda devastada por la pérdida de su esposo pero, luego de unos meses muy duros, la música y el contacto con sus amigos la reconcilian con la vida.
Oskar Kokoschka
A despecho de la autorizada opinión de Freud, a partir de Gropius, los nuevos vínculos amorosos de Alma son hombres menores que ella.
En 1912 le presentan a Alma un joven artista austríaco llamado Oskar Kokoschka (1886-1980). Proveniente de un hogar humilde, era un poeta y pintor que se formó en Viena y se unió a otros artistas que querían dejar atrás el postimpresionismo. Tuvo la suerte de encontrar un mecenas como Adolf Loos, un reconocido arquitecto, que creyó en él y lo animó a pintar retratos de sus ricas amistades.
El encuentro entre Alma y Kokoschka fue impactante porque se enamoraron rápidamente y su vínculo, que duró tres años, fue apasionado en extremo. Él quería casarse rápidamente, pero ella se resistía a arriesgar la seguridad económica que alcanzó con Mahler, uniéndose a un joven artista que estaba en los comienzos de su carrera y debía ayudar a sus padres. En 1913 pinta uno de sus cuadros más famosos titulado “La novia del viento”, que los representa a ambos.
En marzo de 1914, poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, Alma descubre que está embarazada y decide abortar. Se sentía consumida por el carácter absorbente de su amor, y no quería quedar ligada a Kokoschka por un hijo. Esto fue devastador para el pintor y fue el comienzo del fin para la relación. Alma decide retomar la relación menos agotadora con Walter Gropius.
Walter Gropius
Fue el segundo esposo de Alma, y no le resultó fácil convencer a Gropius que las llamas del apasionado vínculo con Kokoschka estaban apagadas. Era una pareja que afrontaba riesgos, ya que Gropius tenía poca sensibilidad hacia la música y Alma no entendía ni le interesaba la visión de Gropius sobre arte, arquitectura y sociedad. Por otro lado Gropius era atractivo y bondadoso, y le ofrecía la oportunidad a Alma de formar una familia y llevar una vida tranquila.
Se casaron en secreto en agosto de 1915, en plena Primera Guerra Mundial. Gropius estaba movilizado y la pareja debió soportar varias separaciones, que dificultaron su plena consolidación. En ausencia del padre nace, en 1916, la hija del matrimonio, Manón. El parto y las frecuentes separaciones, erosionan anímicamente a Alma y comienza 1917 en un estado depresivo. Las esperanzas de Alma de tener una familia tranquila, se fueron desvaneciendo durante ese año. Gropius, por otro lado, podrá recién en 1919 concretar su sueño de unir la arquitectura con el arte, al fundar y dirigir la Bauhaus de Weimar. Esta escuela lo consagra como uno de los grandes arquitectos de su tiempo. Pero, para ese tiempo ya no estaba con Alma.
Franz Werfel
A fines de 1917 Alma conoce a Franz Werfel (1890-1945), un poeta checo de origen judío que desde muy joven cautivó a poetas y escritores como Max Brod y Franz Kafka. La atracción de Alma por este nuevo genio que se cruza en su vida fue inmediata. Desgraciadamente Gropius sufrió la humillación de no darse cuenta de su desplazamiento, a pesar de los chimes que circulaban sobre la nueva pareja. Peor aún, pensó que el nuevo embarazo de Alma era de un hijo suyo. Fue un período muy desgraciado para todos, porque el niño nació enfermo y falleció a los pocos meses. Comienza una larga pelea entre Gropius y Alma por la tenencia de Manón.
A pesar de sus comentarios despreciativos hacia los judíos, fue Werfel, quien se mantuvo judío hasta su muerte, el amor más estable que tuvo Alma a lo largo de toda su vida. El divorcio de Gropius se concretó en 1920, pero Alma recién aceptó casarse con Werfel en 1929.
Werfel obtuvo sus mayores éxitos a partir de 1930 cuando publicó varias novelas con muy buena aceptación, como “Los cuarenta días de Musa Dagh” (una de las primeras obras sobre el genocidio armenio), “Juárez y Maximiliano” o “La canción de Bernadette”, estas dos últimas llevadas también al cine.
En abril de 1934, Manón con tan solo 18 años, enferma de poliomielitis y fallece poco después. Alma ha perdido a tres de los cuatro hijos que dio a luz. Recibe el apoyo familiar y el de Alban Berg (1885-1935) y Arnold Schönberg (1874-1951), destacados compositores del siglo XX que fueron discípulos de Mahler. Alban Berg le dedica a Manón el concierto para violín que estaba componiendo como “A la memoria de un Ángel”.
Teniendo en cuenta que Werfel era judío, los avances del nazismo los obligaron a huir de Viena, con un largo (dos años) y complejo viaje con paradas en Italia, Francia, Reino Unido, España y Portugal hasta llegar, a mediados de 1940, a Nueva York. Fueron parte de un grupo de destacados escritores, músicos, artistas plásticos e intelectuales judíos, que fueron rescatados de la barbarie nazi. Una buena parte se instaló en Los Ángeles, donde la pujante industria cinematográfica les ofrecía una oportunidad laboral. Allí encontraron una estabilidad que Europa les negaba, y una comunidad germanoparlante donde tenían muchos amigos.
La paz duró poco, ya que Werfel falleció por sus problemas cardíacos en 1945. Con él tuvo Alma el período de estabilidad emocional más largo de su vida (28 años). Era un vínculo casi maternal (le llevaba a Werfel 11 años) y la creatividad, obediencia y buen carácter de Werfel le dieron la estabilidad que nunca alcanzó anteriormente.
Últimos años
Alma sobrevivió casi 20 años a su último esposo, y en ese período logró acercarse a Anna, su única hija, una destacada escultora, con la que tuvo siempre una relación distante. Anna, como su madre, tuvo varios matrimonios que terminaron a los pocos años en divorcios, hasta que finalmente alcanzó la estabilidad con Albrecht Joseph, quien fue secretario de Weferl.
En estos años, a la par de su decadencia física, Alma vió desaparecer el mundo en que ella se crió, rodeada de genios creadores que ella admiraba, a la vez que ella era admirada por su joven belleza e inteligencia.
Alma Schindler fue una mujer extremadamente controversial por sus ideas y por sus actos. No ocultaba su admiración por Mussolini y su desprecio a los judíos. Por otro lado tuvo sus mejores matrimonios con dos judíos. Anhelaba ser querida por todos los que la rodeaban y si no lo lograba se mostraba despectiva. Buscó siempre hombres a los que pudiese admirar por su capacidad creativa, pero tuvo poca conexión con sus hijas, aunque sufrió sus pérdidas.
Creo que una vida tan intensamente vivida como la de Alma merece ser conocida, aunque despierte en nosotros conflictivas emociones.
6 Comments
Hola Jorge me llama poderosamente la atencion en la forma muy cuidadosa en que escribis estás historias que se parecen mucho a tus anteriores y es la razón de mi admiracion
Muchas gracias Miguel por tus conceptos. Trato de escribir sobre temas que me parecen interesantes (lugares, música, arte y literatura). Cuando mi mensaje llega, me da una gran alegría.
muy buena eleccion de la historia, involucra tantos personajes conocidos y escrito con tanta elocuencia que pareciera uno estar compartiendo esos momentos trascendentales para el mundo, en todos sus aspectos.
interesante y atractiva, pluma agil y comprensiva, regocijo del lector, esperamos nuevas entregas.
Muchísimas gracias Saúl por tu aporte. Espero encontrar otros personajes interesantes como éste.
Increible a la vez dura historia de vida , pero llena de personajes realmente increibles.Excelente .
Carlos, me alegra mucho que te haya gustado