Vincent van Gogh: Terraza de café a la noche (1888)
Cuando planeo un viaje, siempre trato de incluir por lo menos un museo de arte. Si bien tengo bastantes libros de arte y hoy se tiene acceso por Internet a la colección de muchos museos, estar frente a la obra es una experiencia diferente.
Así, hay artistas como van Gogh, donde contemplando la obra uno siente la mano nerviosa aplicando la pintura espesa en una carrera contra el tiempo, en otros casos se percibe el arduo trabajo de aplicar delgadas capas y crear transparencias o un sfumato. También la vista presencial ayuda a formarse idea de las dimensiones de las obras, que en los libros y pantallas tienden a uniformarse en tamaño. La contrapartida de estas ventajas es que uno se da un atracón de arte en pocas horas y, hacia el final de la visita, se pierde la capacidad de asombro. Por eso es útil planificar la visita, usar una audioguía o un texto o tener a alguien que nos oriente para seleccionar lo más importante, y nos ayude a descubrir el por qué de la importancia de esas obras.
Generalmente los museos se encuentran en los centros de las grandes ciudades de Europa y Norteamérica. Sin embargo hay una importante excepción a esta regla y es el Museo Kröller Müller, que se encuentra en el interior del Parque Nacional De Hoge Veluwe en Otterlo, Países Bajos (Holanda). Este Parque Nacional tiene 5400 Ha y es una hermosa reserva natural, que se recomienda recorrer en bicicleta y para lo cual hay una enorme cantidad a disposición de los visitantes.
Para entender por qué se da esta excepción, vale la pena recordar brevemente la historia del parque y el museo:
Helene Müller (1869-1939) era la hija de un industrial alemán y se casó en 1888 con el holandés Anton Kröller, que pronto se convirtió en el director de la empresa de su suegro. Alrededor de 1905 ella toma cursos de apreciación artística con H. P. Bremmer, que pasa a ser su consejero para la adquisición de obras de arte. En base a la fortuna de su esposo, logra formar una colección de 11500 obras de arte, incluyendo numerosas obras de van Gogh y otros post-impresionistas, Picasso, Mondrian, etc.
En la década de 1920 y en los comienzos de 1930 la empresa sufre grandes pérdidas y los Kröller Müller podrían perder su casa de campo Hoge Veluwe, incluyendo la colección de arte. Preventivamente, en 1935 deciden donar el campo y la colección de arte al estado holandés, con la condición de construir un museo para la colección y situarlo en el campo, convertido en Parque Nacional. El museo, construido por el famoso arquitecto belga Henry van de Velde se inauguró en 1938, siendo Helene directora hasta su muerte al año siguiente.
Para tener una idea de la importancia de este museo de arte, basta mencionar que con 91 pinturas y 180 dibujos de Vincent van Gogh, es la segunda colección del mundo de obras de este pintor, sólo detrás del Museo van Gogh de Amsterdam (200 pinturas y 400 dibujos).
Helene tenía una gran admiración por van Gogh y lo convirtió en el núcleo central de su colección. Tuvo la ventaja de que pudo comprar las obras en una época en que pocos las valoraban y su cotización era baja.
Van Gogh experimentó un tiempo con la pintura nocturna. Así en “Terraza de café a la noche” (ver arriba), en vez de usar tonos oscuros en gris y negro, logra una magnífica exaltación del azul del cielo estrellado contrastándolo con el amarillo y naranja del café iluminado.
También al pintar un camino rural con un ciprés ondulante, exalta el cielo dándole una gran luminosidad a la luna y las estrellas logrando un gran efecto expresivo.
Vincent concurría frecuentemente a la estación de tren de Arlés, para enviarle sus pinturas a su hermano Theo que tanto lo ayudaba. Así se hizo amigo del empleado del Correo Joseph Roulin retratándolo en varias ocasiones
Seurat está considerado uno de los pilares del movimiento artístico conocido como Puntillismo.
Esta obra transmite la esencia de un café-concert de la época, con las bailarinas danzando un animado Can-Can. En ese entonces esta danza atraía, por su pasión erótica, a un público mayoritariamente masculino.
En el Museo Kröller Müller comienza, hacia 1950, una etapa en la que se agregan numerosas esculturas de artistas famosos como Auguste Rodin, Henry Moore, Jean Dubuffet , Alberto Giacometti, etc. Esto dio lugar a la creación de un Jardín de Esculturas que ocupa unas 25 Ha del parque, donde las mismas se distribuyen entre los árboles.
Ya sea que uno elija recorrer primero el museo y luego el parque o viceversa, es una experiencia estética única e imborrable. Personalmente el impacto de mi visita al museo en 1994 fue tal que, 18 años después me desvié en mi viaje para volver a vivir esa experiencia.
Muchos me preguntan cómo me enteré de su existencia, ya que los recorridos turísticos por los Países Bajos no lo incluyen. Es muy simple, en los libros de arte, con letras pequeñas suelen poner además del autor y el título de la obra el museo en la que se encuentra. Yo veía que muchas veces aparecía el Kröller Müller lo que despertó mi curiosidad y, cuando vi que la guía Michelin le daba la máxima calificación, no dudé más.
4 Comments
Qué excelente recomendación! Sin dudas, anotado en mi bucket list! Graciassss!
Muchísimas gracias por tu comentario y espero que pronto puedas conocerlo!
Jorge, que suerte que recibí esta información que escribiste en tu blog, sabía que la tenía que leer despacito porque todo lo que escribís me da muchísimo placer, ya que me permite aprender algo, como en este caso en que hacés la descripción de este museo Holandés del cual jamás había escuchado. Estoy muy feliz de ver y disfrutar todo lo que comentás sobre arte, pinturas, música, fotografía, viajes Por favor seguí así, no te puedo decir que mejor porque no creo que sea posible.
Muchas gracias por permitirme aprender y disfrutar. Un gran abrazo.
Muchísimas gracias Alfredo por tus palabras!