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Cuando las artes convergen: los Ballets Rusos

Hacia el año 2005 me regalaron un DVD titulado “Return of the Firebird” (Regreso del Pájaro de Fuego), conteniendo tres ballets recreando las coreografías presentadas a principios del siglo XX, por la compañía de los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev. No soy un entusiasta del ballet pero, en este caso, conocía muy bien la música de los distintos ballets por haberlas escuchado en versión de concierto.

Portada del DVD con la recreación de los Ballets Rusos

Los tres ballets eran Petrushka y El Pájaro de Fuego con música de Igor Stravinsky y Scheherazade con música de Nikolai Rimsky-Korsakov. Lo interesante es que unos años después, se me ocurrió mostrárselos a mi nieta Dana que tendría entonces unos 5 o 6 años. Ella quedó fascinada por el ballet Petrushka, y me pedía que lo veamos juntos cada vez que venía a visitarme. Debía explicarle y adaptar algunas cosas para que le resultara más accesible. Esto despertó mi curiosidad, por saber un poco más de los creadores de estos ballets.

Sergei Diaghilev nació en Perm, una ciudad del noroeste de Rusia, en 1872. Si bien estaba muy lejos de los grandes centros culturales de Moscú y San Petersburgo, el hogar en que creció Sergei era un lugar de reunión para artistas y amateurs donde se interpretaba música y canto,  representaban obras de teatro y la familia disfrutaba de una vida cultural similar a la de las grandes metrópolis. Imbuido de esa vida, Sergei se aburría en la escuela y prefería dedicar su tiempo a leer, tocar el piano, actuar y aprender idiomas.

Sergei Diaghilev (1872-1929)

En 1890 ingresa a la Universidad de San Petersburgo para estudiar Leyes. Pero al mismo tiempo comienza a estudiar teoría musical en el Conservatorio, con el famoso compositor Nikolai Rimsky-Korsakov y allí conoce a un joven Igor Stravinsky, a quien más tarde impulsaría a la fama.

Diaghilev tenía desde joven un notable encanto personal, que lo ayudó a relacionarse con jóvenes artistas que, como él, buscaban una renovación del ambiente artístico en Rusia. Así, junto a Alexander Benois, León Bakst y otros, funda un movimiento artístico conocido como El mundo del arte.

Al graduarse en la Universidad, toma conciencia de que sus intereses están lejos de los temas legales y muy cercanos a los artísticos. Si bien su talento creativo no fue suficiente para permitirle hacer una carrera como músico o pintor, su gran habilidad para organizar y gestionar eventos artísticos, junto con su fuerte vocación, hizo que rápidamente se destacara. Con su grupo de amigos artistas, organiza exhibiciones de pintura rusa y de otros centros europeos. A pesar del conservadurismo de la Rusia zarista, él insiste con sus propuestas innovadoras, y prueba suerte con nuevas escenografías en los Teatros Imperiales, donde llega a ser Director. Esto le permite relacionarse con músicos, cantantes, bailarines y escenógrafos para montar innovadores espectáculos de ópera y ballet, una valiosa experiencia para sus pasos futuros.

Decidido a encontrar un mundo más receptivo a sus inquietudes artísticas, organiza en 1906 una exposición de arte ruso en París, que tuvo gran repercusión. Su olfato de empresario le dice que París es el lugar en el que puede desarrollar sus ideas y vuelve en 1907, con una serie de conciertos con música de Rimsky-Korsakov y Rachmaninoff de gran éxito. Esto lo lleva a subir la apuesta en 1908, presentando la ópera Boris Godunov de Mussorgsky con un elenco ruso, que incluía al famoso bajo ruso Fedor Chaliapin como protagonista. A los parisinos les atraían las expresiones artísticas rusas como algo a la vez exótico y poco civilizado.

En base a estas experiencias, Diaghilev llega a la conclusión de que su objetivo de reunir música y arte en un espectáculo de alto nivel, lo puede lograr en París. Para ello elige el ballet, porque considera que es un género subestimado allí. En general la ópera francesa y aún la italiana que deseaba triunfar en París, debía incluir un breve espacio para el ballet.  Diaghilev imagina, a diferencia de los tradicionalmente largos ballets de Tchaikovsky y Delibes, un espectáculo con varios ballets cortos en cada función, pero con música, bailarines y escenografía del más alto nivel artístico.

Para ello usó sus contactos, reuniendo a los mejores bailarines del Teatro Bolshoi de Moscú y el Mariinsky de San Petersburgo. Sumó sus amigos artistas y escenógrafos León Bakst y Alexander Benois y, como coreógrafo eligió al joven Michel Fokine. Empezó cautelosamente combinando ballets estilo europeo como Les Sylphides (música de Chopin) o Carnaval (música de Schumann) con ballets estilo ruso como Danzas Polovtsianas (Borodin) o Scheherazade (Rimsky-Korsakov).

León Bakst: diseño de vestuario para Berenice

En la temporada 1910, Diaghilev, buscando siempre estar a la vanguardia de la innovación, elige un cuento tradicional ruso El Pájaro de Fuego y encarga la música a un compositor casi desconocido, Igor Stravinsky. Éste cumple el encargo creando una partitura relativamente breve (45 min), pero de una modernidad impactante. Fokine acompañó con una coreografía muy moderna, que rompía con una serie de tradiciones del ballet clásico.

Al año siguiente vuelve a estrenar un ballet con música de Stavinsky basado en un personaje de los cuentos rusos, la marioneta Petrushka. Si bien la música se inspira en temas tradicionales rusos, Stravinsky reelabora las melodías dándoles un carácter claramente moderno y a tono con la revolución en las artes, que se producía en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Así como Picasso quebraba las formas y creaba el cubismo, Stravinsky, en este grupo de obras, transforma la música de su tiempo.

Petrushka comienza con una fiesta popular en San Petersburgo, con diversos personajes y bailes. En un momento dado el titiritero presenta a los tres personajes principales: Petrushka, feo y deforme, la bailarina y el terrible moro que bailan la Danza Rusa. Petrushka, enamorado de la bailarina se desespera cuando la ve coquetear con el moro.

En las siguientes escenas se describe la desesperación de Petrushka porque lo castigan recluyéndolo, la euforia cuando vuelve a ver a la bailarina y la competencia con el moro por la misma mujer. Vuelve la escena a la fiesta en la plaza y culmina con la muerte de Petrushka a manos del moro. Pero, cuando ya terminó la fiesta y la gente se retiró de la plaza, aparece en el tejado la figura desafiante del eterno Petrushka.

Video del ballet Petrushka

Petrushka, que tenía coreografía de Fokine y donde se lucía Vaslav Nijinsky, el bailarín-estrella de la compañía, fue un gran éxito que consagró y llevó a la fama a Stravinsky.

Escenografía de A. Benois para Petrushka

Los Ballets Rusos, ya consolidados como un equipo de producción de espectáculos de muy alto nivel, comienzan sus giras por Europa primero y, en los años siguientes, por América del Sur y Estados Unidos.

Diaghilev está plenamente convencido de imprimirle a su compañía un carácter de vanguardia artística, aún a riesgo de sufrir fracasos cuando hace audaces experimentos. En 1912 crea ballets con música de Claude Debussy (Preludio a la siesta de un fauno) y Maurice Ravel (Daphnis et Chloé), pero el escándalo surge cuando estrena un nuevo ballet con música que le encargó nuevamente a Stravinsky. Se trata de la Consagración de la Primavera basado en antiguos ritos paganos rusos. La música introduce muchas innovaciones en cuanto a tonalidad, ritmo, disonancia y amplia utilización del aspecto tímbrico y está considerada una obra fundamental en la música del siglo XX.

Cuando se estrenó la Consagración de la Primavera, se produjo en el teatro un enfrentamiento entre los sectores del público más conservadores y los más vanguardistas, que recibieron con entusiasmo algo tan revolucionario (algunos dicen que el mismo Diaghilev alentó las fuertes polémicas, ya que atraían público a los espectáculos).

Un aspecto a destacar es que la calidad de la música de estos tres ballets de Stravinsky es tal, que las convirtió en obras de concierto y se las escucha más frecuentemente así que acompañando a un ballet. De hecho son las obras más famosas de este compositor.

Para Diaghilev no había restricciones y en los siguientes años, a pesar de la difícil situación en Europa por la Primera Guerra Mundial, siguió convocando a artistas para crear nuevos ballets.

Así en 1917 estrenó Parade, basado en un poema de Jean Cocteau, con música de Erik Satie, coreografía de Leónide Massine y escenografía y vestuarios de Pablo Picasso. Fue un experimento fallido, porque los trajes cubistas diseñados por Picasso dificultaban mucho el movimiento a los bailarines. Esta obra marcó el cierre de una etapa en el grupo porque varios bailarines e incluso Massine se retiran de la compañía, disgustados por la pérdida de protagonismo de la danza frente a las otras artes.

Bronislava Nijinska (hermana de Vaslavs Nijinsky) es la nueva coreógrafa y comienza una etapa de obras que tuvieron menos trascendencia que la de 1910/17. De esa época tenemos El sombrero de tres picos (música de Manuel de Falla), Les noces (Stravinsky) y Les biches (Poulanc).

Finalmente en 1924 se inicia el último período de los Ballets Rusos con el ingreso del coreógrafo ruso Georges Balanchine que creó obras como Le Rossignol y Apollon Musagete con música de Stravinsky y un cierto retorno a lo clásico.

Los éxitos y fracasos jalonaron la vida de los Ballets Rusos y les provocaron fuertes vaivenes económico-financieros, llevándolos por momentos al borde de la quiebra. A pesar de esto, Diaghilev no claudicó en su objetivo de estar a la vanguardia del espectáculo de su tiempo.  

En 1929 muere Sergei Diaghilev en Venecia y rápidamente se disuelve la compañía al no contar con su “alma mater” que, a lo largo de veinte años, supo conducir a tantos grandes artistas tras su objetivo. Dejó como legado, una generación de bailarines y coreógrafos que tuvieron gran influencia en las décadas siguientes, creando nuevas compañías de ballet y manteniendo el alto nivel de los Ballets Rusos.

Hay un interesante video realizado por la National Gallery of Art de Washington, que destaca los fuertes vínculos de los Ballets Rusos con el arte, a través de escenografías y vestuario.

Video de la National Gallery of Art de Washington

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Adolfo Jorge Mandelbaum
Adolfo Jorge Mandelbaum

12 Comments

  1. Julio dice:
    17 junio, 2020 a las 11:49 am

    Estupenda aproximacion al arte ruso relatado con afecto , mostrando a los grandes de una epoca dura de la civilizacion, donde se mezclan musica, pintura, ballet con el empresario capaz de aglutinarlos otorgandoles la oportunidad de su desarrollo para satisfaccion de los amantes del arte.
    Gracias

    Responder
    • Adolfo Jorge Mandelbaum dice:
      19 junio, 2020 a las 8:24 pm

      Muy bueno tu comentario Julio. Muchas gracias

      Responder
  2. Carlos Leszman dice:
    18 junio, 2020 a las 2:30 pm

    Extraordinaria puesta en escena ,interpretación, con una excelente brillantez y combinación de colores deslumbrantes. Muchas gracias por la hermosa nota, como de costumbre.

    Responder
    • Adolfo Jorge Mandelbaum dice:
      19 junio, 2020 a las 8:25 pm

      Me alegra mucho que te haya gustado, Carlos. Muchas gracias

      Responder
  3. Roberto Cuyumgian dice:
    19 junio, 2020 a las 4:08 pm

    Muy interesante la nota sobre Diaghilev y su búsqueda de renovación artística a través de los Ballets Rusos. Coincide con el movimiento renovador de todo el arte que tuvo lugar en Europa en ese mismo tiempo. Muy ilustrativa. Gracias.

    Responder
    • Adolfo Jorge Mandelbaum dice:
      19 junio, 2020 a las 8:23 pm

      Muchas gracias Roberto por tu preciso comentario.

      Responder
  4. Pablo Mandelbaum dice:
    20 junio, 2020 a las 1:58 am

    Excelente post. Me dieron ganas de escuchar y conocer a estos grandes músicos de principio del siglo XX . Ya me pongo con YouTube….

    Responder
    • Adolfo Jorge Mandelbaum dice:
      21 junio, 2020 a las 5:05 pm

      Muchas gracias Pablo por tu comentario

      Responder
  5. Pablo Vainberg dice:
    22 junio, 2020 a las 6:45 pm

    Muy interesante el tema que desarrollaste en esta oportunidad . me permitió conocer aspectos muy específicos del ballet ruso de esos años.
    Como siempre tus comentarios son muy ilustrativos e instructivos
    Gracias

    Responder
    • Adolfo Jorge Mandelbaum dice:
      22 junio, 2020 a las 9:27 pm

      Muchas gracias Pablo por tu comentario.

      Responder
  6. Alberto Chehebar dice:
    23 junio, 2020 a las 8:56 pm

    Muy bueno Jorge!!!! Ojala hoy tuvieramos algun empresario teatral con ese empuje y vision!!!

    Responder
    • Adolfo Jorge Mandelbaum dice:
      23 junio, 2020 a las 10:20 pm

      Muchas gracias Alberto por tu comentario.

      Responder

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