Cuando comencé esta serie de entradas sobre la temática de Genios que mueren jóvenes (ver la entrada en el blog), comenté que mientras que en los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX la mayoría de los fallecimientos se producían por enfermedades que no tenían cura en ese tiempo. En cambio a fines del siglo XX y comienzos del XXI la mayoría de los casos (“Club de los 27”) se producía por abusos de sustancias tóxicas (alcohol y drogas).
Hoy les presento un caso donde se combina la enfermedad incurable, en ese tiempo, con una vida de excesos, que provocó la muerte de este talentoso artista italiano con tan solo 35 años.
Su trágico final alimentó la leyenda del “artista maldito”, que debe luchar contra todas las calamidades. También impulsó la producción de libros y películas sobre su vida que subrayan los aspectos trágicos, y no nos permiten entender cómo llegó Modigliani a ser uno de los artistas más reconocibles por el gran público en la actualidad.
Amedeo Modigliani nació en Livorno, Italia, en julio de 1884, en el seno de una familia burguesa judía con el padre italiano y la madre francesa. Amedeo fue el cuarto y más pequeño hijo, con un padre comerciante en dificultades económicas por la crisis italiana y una madre culta que ayudaba a la economía familiar haciendo traducciones, críticas literarias y dando clases particulares.
A los once años Dedo, como lo llamaban en familia, enfermó de pleuritis aguda, lo que lo obligó a permanecer varias semanas en cama y a convertirse gradualmente en el hijo mimado de su madre.
A los catorce años enfermó de tifus, un mal considerado incurable en ese tiempo. Según el relato de su madre, delirando por la fiebre, Amedeo expresa su deseo de ser un artista. Cuando se cura, sus padres aceptan su deseo y lo inscriben en la escuela de arte de Livorno, con tan sólo catorce años. Allí toma clases con Guglielmo Micheli, quien había sido alumno de Giovanni Fattori, uno de los más destacados pintores “macchiaioli”, un movimiento afín al Impresionismo.
En el año 1900 vuelve a enfermarse y, para ayudar a su recuperación, viaja con su madre al sur de Italia: Nápoles, Capri y Roma. En 1901 con su amigo Ghiglia va a cursar estudios a Florencia por dos años, para luego trasladarse a Venecia, donde se inscribe en una Escuela Libre de Desnudo. Son años de formación en donde estudia sin urgencias el arte italiano, en el que encuentra “formas llenas de belleza y armonía”. Esta formación tendrá una profunda influencia para definir un estilo propio, que con los años lo hará famoso.
Además de sus estudios en Venecia, asiste a la Bienal de 1903, en la que triunfan los Impresionistas y puede apreciar algunas obras del movimiento simbolista y la obra escultórica de Rodin. Habiendo valorado el arte clásico italiano, sólo le quedaba dirigirse al centro artístico europeo de ese tiempo, París.
Llegada a París
El Modigliani que llega a París en 1906 es un joven elegante y bien parecido, que tendrá la oportunidad de vivir, en los ocho años que median hasta la Primera Guerra Mundial, uno de los períodos más fecundos para la evolución artística europea. Es el período de la aparición de las Vanguardias Históricas, cuya influencia se proyectó sobre todo el siglo XX.
La profusión de “ismos” tales como fauvismo, expresionismo, cubismo, futurismo, etc, característicos de las primeras décadas del siglo XX, no lograrán que Modigliani se adhiera a alguno de esos movimientos. Él se nutrirá del decorativismo de Gauguin o Toulouse-Lautrec, del colorido del fauvismo y muy especialmente de Paul Cézanne para lograr una pintura moderna sin perder su formación clásica.
Los primeros años son de búsqueda de un estilo propio, y en esas obras se refleja también el Picasso del Período Azul.
En ese tiempo de convivencia con otros artistas en Montmartre como Soutine, Utrillo o Foujita, Modigliani conoce al Dr Paul Alexandre que será uno de sus promotores, comprándole dibujos y pinturas y consiguiéndole encargos de retratos.
En este período (1907-1909), los retratos de Modigliani apuntan a captar la psicología de su modelo. Su gran capacidad para plasmar en forma elegante y con bellas tonalidades a los personajes, lo podría haber convertido en un exitoso retratista. Sin embargo no era eso lo que buscaba el artista, sino alcanzar su particular ideal de belleza, más allá de la fisonomía y psicología de sus modelos. Esto lo logrará a partir de 1915, en lo que serán sus últimos años de vida.
En 1909 Modigliani conoce a un escultor rumano que trabajaba en París, Constantin Brancusi y deja la pintura para dedicarse a la escultura. No están claras las razones de este cambio y es probable que, a semejanza de pintores como Matisse, Picasso y Derain, haya querido probar suerte como escultor. Tanto Brancusi como Modigliani se mudaron a estudios en Montparnasse y la cercanía ayudó a cimentar una amistad entre ambos.
Modigliani, que no recibió formación alguna de escultor, eligió la difícil escultura en piedra, donde se quita material, para “descubrir” la obra en el bloque de piedra caliza. En los años previos a la Primera Guerra Mundial, surgen movimientos que rechazan el materialismo y la tecnificación de la sociedad como resultado de la Revolución Industrial. Uno de los primeros intentos en esa lucha es la partida de Gauguin a Oceanía (fines del siglo XIX), en busca de nuevas bases para el Arte, en una sociedad no contaminada por la civilización europea.
A comienzo del siglo XX son muchos los artistas que buscan inspiración en la escultura africana. La presentación en 1907 de la icónica obra de Picasso “Las señoritas de Avignon”, consagra la influencia de las máscaras africanas sobre la pintura occidental.
En la obra escultórica de Modigliani se observa una fuerte estilización de las cabezas, con cuellos largos, narices agudas y ojos representados por su contorno. Estas características reaparecerán en su pintura posterior a 1914.
Además de cabezas esculpió cariátides, figuras femeninas utilizadas con función de columna o pilastra, lo que lo conecta con la tradición greco-romana.
Este período escultórico de nuestro artista finaliza hacia 1914, en parte por sus crónicos problemas pulmonares que se agravaban por el polvo de la piedra caliza, y otro poco por el costo del material y la dificultad para encontrar clientes para sus obras. A partir de ese momento vuelve a la pintura, la que ya no será la misma.
Es importante destacar que el París anterior a la guerra era un lugar de encuentro de artistas plásticos, literatos, músicos y críticos de las más diversas procedencias que, con enorme energía, modelaron el arte del siglo XX que recién comenzaba. El estallido de la Primera Guerra Mundial significó que muchos emigraran o fueran llamados a filas, y las consecuencias fueran graves en término de heridos y muertos. Modigliani, que supuestamente se quiso alistar y fue rechazado, pasó la guerra en París. Durante este período se dedicó principalmente al retrato y los retratados son sus amigos, mayormente artistas, que vivieron esos años en Montmartre y Montparnasse. Es significativo que en una época en que la fotografía tuvo una importante evolución, Modigliani se mantuviera fiel a un género pictórico como el retrato, que había perdido parte de su función documental. Él se mantuvo fiel a su estilo personal, y autónomo respecto de los distintos movimientos que caracterizan la pintura en esos años. Aunque muchas veces se incluye a Modigliani en la llamada “Escuela de París”, su estilo no encuadra en ningún grupo.
Entre los retratados de este período tenemos a Paul Guillaume, Chaim Soutine, Jaques Lipchitz y su esposa y Jean Cocteau. Comienzan a percibirse algunas características que serán las que definen su estilo final, cuellos alargados, narices filosas, pureza de las líneas.
En 1914 conoce a Beatrice Hastings, una periodista inglesa enviada para escribir crónicas de la vida parisina para una revista de su país. En poco tiempo se convirtieron en amantes y su relación, fue por momentos tormentosa, por la adicción al hachís (derivado del cannabis) y al alcohol. Modigliani tenía una muy buena apariencia y un carácter seductor, que hizo que se involucrara con muchas de sus modelos.
La relación con Hastings duró dos años y en 1916 Modi, como lo llamaban sus amigos, conoce a una joven estudiante y modelo que se convertiría en su compañera hasta su fallecimiento y madre de su única hija, Jeanne Hébuterne.
Durante la guerra conoce a Paul Guillaume, un marchante joven que le compra algunos cuadros y lo incluye en exposiciones colectivas. Con esto y alguna ayuda de su madre logra sobrevivir. En 1916 conoce al poeta polaco Léopold Zborowski quien se convertirá en su mayor admirador, amigo comprensivo y mecenas, ayudándolo económicamente durante sus últimos años.
El año 1917 lo dedica principalmente a pintar desnudos femeninos. A fines de ese año su amigo Zborowski y la marchante Berthe Weill, organizan la única exposición individual que tuvo Modigliani en vida. En ella se exponen cuadros y dibujos con desnudos y, además uno de los desnudos es expuesto en la vidriera de la galería, provocando la detención de los transeúntes. Lo que los organizadores no previeron era que la galería estaba enfrente de una comisaría, lo que provocó la clausura de la exposición justo antes de su inauguración. Si bien los franceses habían tenido la oportunidad de ver desnudos en obras clásicas, lo provocador era en estas obras mostrar el vello púbico.
Casi un siglo después, en 2015, uno de los desnudos de ese año, fue subastado y vendido en 170,4 millones de dólares (Desnudo echado, con los brazos abiertos o Desnudo rojo).
En estas obras hay claras referencias a obras clásicas (Giorgione, Tiziano, Goya, Manet) en las posturas, pero con una mirada moderna y un gran despojamiento, así como un distanciamiento emocional.
En 1918 la población parisina sufría ataques aéreos que causaron serios daños y restricciones en el suministro de alimentos y servicios. Esto provocó la huida de parte de la población al sur de Francia. Modigliani viajó con su compañera Jeanne, el matrimonio Zborowski y su amigo Soutine, permaneciendo allí más de un año antes de regresar a París. Bajo la luminosidad de la Costa Azul trabajó febrilmente, quizás presintiendo su próximo fin. Pintó numerosos retratos de su mujer, muchos retratos de gente del pueblo y unos pocos paisajes. Sus obras de este período reflejan la cercanía con su admirado Cézanne, que desarrolló gran parte de su obra en Aix-en-Provence, cercana a la Costa Azul.
De vuelta en París, hacia fines de 1919 cae gravemente enfermo de tuberculosis y fallece el 24 de enero de 1920 con tan solo 35 años. Su mujer, Jeanne Hébuterne, con un embarazo avanzado, se suicida al día siguiente. La hija de ambos, también llamada Jeanne, será adoptada por una hermana de Modigliani y con el tiempo se convertirá en una destacada biógrafa de su padre.
Amedeo Modigliani, enfermo desde pequeño, decidió vivir desordenadamente, pero dedicado al arte que tanto amaba. Nos legó una obra inconfundible que, poco reconocida en su tiempo, hoy es justamente admirada.
4 Comments
Muy interesante, desconocia todo, salvo algunas pinturas, muchas gracias Jorge
Muchas gracias Leo
Seguimos aprendiendo de la mano de un biografo entusiasta que merece mi mayor respeto.
muchas gracias Jorge
Gracias a vos, Julio, por tu comentario