Goya: inspirador del Arte Moderno

Recuerdo un profesor de Historia del Arte que nos decía que hay artistas que han pintado un único cuadro, y numerosas variaciones sobre el mismo. Se refería a aquellos que se mantuvieron fieles a un mismo estilo a lo largo de su vida. No es el caso de artistas como Pablo Picasso (1881-1973) o Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), donde si uno compara obras de dos períodos diferentes de su vida, no resulta fácil identificar que pertenecen al mismo autor.

Goya nació en 1746 en un pequeño pueblo llamado Fuendetodos, próximo a Zaragoza, donde su padre era un artesano de prestigio, maestro dorador. Desde pequeño mostró su habilidad para el dibujo, por lo que su familia lo envió a la Academia de Dibujo de Zaragoza en 1759. El desarrollo de sus habilidades artísticas fue lento y alcanzó su cima a una edad avanzada. Ello se explica en gran medida en que fue, básicamente, un autodidacta.

En 1763 y 1766 se presenta a sendos concursos de la Real Academia de San Fernando en Madrid, sin obtener ningún premio ni mención. Es entonces que se acerca al pintor Francisco Bayeu, que participaba en la decoración del Palacio Real de Madrid a las órdenes de Anton Mengs. Bayeu se convierte en su maestro y en 1773 en su cuñado, al casarse Goya con su hermana Josefa.

En 1770 Goya realiza su viaje a Italia, para estudiar in situ a los grandes maestros italianos. En algo más de un año que estuvo allí participó de un concurso donde su arte comenzó a ser valorado, recibiendo una muy buena mención del jurado. A su regreso a Zaragoza comienza a recibir encargos de uno de los principales comitentes de ese tiempo, la Iglesia Católica. Es así que pinta frescos en iglesias y monasterios convirtiéndose en un pintor independiente.

En 1775 es convocado por Mengs a Madrid para trabajar en la elaboración de los cartones, bocetos preparatorios, requeridos para fabricar los tapices que decoraban las habitaciones de sedes reales. En esos años el rey de España era Carlos III (Borbón), un representante del Absolutismo Ilustrado, estilo de gobierno en el que el monarca hace “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, es decir se trata de mejorar el Estado y la vida de los súbditos, pero sin que el pueblo participe. Como es un monarca interesado en el Arte, quiere que los temas sean alegres y populares, con escenas campestres y juegos. Este trabajo, aparentemente menor, que desarrolló a lo largo de 12 años (1775 a 1780 y 1786 a 1792), no sólo le sirvió para refinar su técnica pictórica y llevar los cartones a un nivel de excelencia, sino también para hacerse conocido en el ámbito aristocrático y lograr así un creciente éxito como retratista.

El vivir en Madrid y tener acceso a las colecciones de arte reales, le permitió apreciar las obras maestras de Velázquez y realizar grabados inspirados por ellas. Los últimos años de la década de 1780 lo encuentran en un continuo ascenso hasta que en 1789, con 43 años alcanza el máximo cargo de Pintor de Cámara del Rey, aunque con otro rey, Carlos IV, al fallecer Carlos III a fines de 1788. Goya debe multiplicarse para atender sus obligaciones con el rey y su familia, a los que retrató en varias ocasiones, así también como los retratos de distintos personajes del Gobierno y de la Nobleza.

También en ese período realizó dos importantes obras de carácter religioso, en iglesias de Zaragoza y Madrid. En la cumbre de su éxito como pintor Goya pudo vivir en forma desahogada, y recibir el reconocimiento de mejor pintor de su tiempo en España.

Carlos IV asciende al trono en 1788, justo antes de la Revolución Francesa, en un clima en que las monarquías se sienten amenazadas por los sucesos franceses. Fue un rey poco interesado en los asuntos del Estado y, junto a su esposa María Luisa de Parma, convirtió en poco tiempo a Manuel Godoy en su Primer Ministro, elevándolo desde su posición de simple guardia.

Mucho se ha especulado sobre los motivos de su éxito, atribuyéndolo a que logró convertirse en amante de la reina, que no se caracterizaba por su belleza, sino por su fuerte carácter. Goya, así como el pueblo español, veía muy críticamente esta situación y decidió alejarse por un tiempo de Madrid. En 1793 cae gravemente enfermo, probablemente de saturnismo (intoxicación por pigmentos con plomo) o según algunos autores de sífilis. Como resultado sufre una grave sordera que empeora su carácter. En este período decide experimentar pintando cuadros en formato pequeño que suele llamar “pintura de gabinete”, en los que se independiza de los encargos y expresa libremente su pensamiento. Los temas tienen un tono sombrío y anticipan su obra tardía y el inicio de la pintura romántica.

Goya retoma en 1794 la pintura de retratos de la nobleza al mismo tiempo que, como pintor de cámara del rey, realiza diversos retratos del mismo y de otros miembros de su familia. Dentro de este grupo de obras se destacan los retratos de la Duquesa de Alba por su excelente factura y por todos los comentarios sobre un posible vínculo amoroso con ella, especialmente luego de que en 1795 enviudara.

En el retrato con vestido negro su dedo señala el piso de arena con la inscripción “Sólo Goya”, y lleva anillos con su nombre y el del pintor. Es probable que la Duquesa de Alba, mucho más joven que el artista, fuera un amor no correspondido de Goya.

Los Caprichos

Si bien Goya ya había realizado algunos grabados en el pasado, es entre 1793 y 1798 cuando produce una serie de 80 grabados combinando el aguafuerte con aguatinta, que sientan las bases del grabado en el futuro. La serie tiene un carácter satírico, mostrando con una visión crítica los problemas de su tiempo: prostitución, injusticias sociales, ignorancia, brujería, etc. Muestran también una crítica al Clero y a la Inquisición. Los grabados son presentados en 1799 como una “colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al aguafuerte por Francisco Goya”, y de ahí que se los conozca como Caprichos. El contexto político era favorable porque en 1797 y 1798 accedieron a los más altos cargos del gobierno español Gaspar Melchor de Jovellanos y Francisco de Saavedra, dos políticos identificados con las ideas de la Ilustración. Sin embargo, pronto llegó la reacción de los sectores conservadores y la Iglesia, lo que obligó a Goya a retirar de la venta los grabados, por temor a ser denunciado a la Inquisición. Los Caprichos le dan la oportunidad a Goya de crear libremente, sin las restricciones de los encargos, y allí probablemente surgen sus propios demonios internos y su pesimismo sobre la sociedad en que le toca vivir. Es así que critica tanto al poderoso por las injusticias, como al pueblo por su ignorancia.

El grabado alude a las jóvenes que se casan con un hombre mayor por interés.

Este grabado es el más famoso de los Caprichos. Hasta el día de hoy se discute la interpretación de su mensaje.

Goya está en la cumbre de su arte, y hacia el año 1800 se le encarga retratar a la familia real.

Surge así el famoso cuadro en el que, siguiendo el ejemplo de Velázquez en “Las meninas”, aparece el mismo Goya en un rincón en penumbra pintando un cuadro. La obra se aparta de lo tradicional en que no se muestran atributos de poder, hay gestos de cariño hacia los vástagos y muchas posturas simulan espontaneidad. Los rostros de los monarcas no dejan de mostrar la íntima actitud crítica de Goya hacia ellos.

Entre las obras más famosas de Goya están las dos majas, la vestida y la desnuda. Se supone que ambas fueron encargo de Manuel Godoy, el poderoso favorito de la pareja real. Pero no fueron un encargo simultáneo, ya que “La maja desnuda” fue pintada entre 1790 y 1800 y “La maja vestida” lo fue entre 1802 y 1805, pero se sabe que ambas estaban en la mansión de Godoy. En tiempos de Goya era inconcebible pintar un desnudo que no se justificara por razones históricas, mitológicas o religiosas. El desnudo total, la pose y la mirada desafiante de la modelo, directamente a los ojos del contemplador, le dan un carácter único y muestran la capacidad anticipatoria del artista, además de su habilidad pictórica.

En la obra de Goya, las mujeres tienen un rol muy importante y las describe en actitudes que van desde lo heroico hasta lo siniestro, seductora, jocosa, etc.

El grabado de la serie «Los desastres de la guerra», exalta el rol heroico de las mujeres en la resistencia a la invasión francesa

El período entre 1808 y 1814 fue particularmente turbulento para los españoles por la invasión napoleónica y los conflictos entre Carlos IV y su heredero Fernando VII. Ante los gruesos errores de los reyes y el primer ministro Godoy, el pueblo encabeza la rebelión contra los franceses y el rey impuesto por Napoleón, su hermano José I. Los levantamientos del 2 y 3 de Mayo de 1808 detonan la Guerra de la Independencia, que duró hasta 1814 y fue devastadora para España en término de vidas humanas y en lo económico. Goya como testigo de este período pinta dos extraordinarios cuadros que reflejan el heroísmo y el sacrificio del pueblo español.

También realizó una serie de grabados conocida como “Los desastres de la guerra”, donde describe las atrocidades, de un modo que los hace aplicables a cualquier guerra.

Este grabado de la serie «Los desastres de la guerra», denuncia la violencia que sufren las mujeres por las violaciones y otros ataques.

Si bien Goya siempre estuvo cercano a las ideas liberales, se cuidó mucho de no exponer públicamente sus ideas (lo hacía a través de su arte), lo que le permitió continuar siendo pintor del rey y realizar retratos tanto de José I  como de Fernando VII. En 1812 fallece su esposa, Josefa Bayeu, y al poco tiempo forma pareja con una mujer separada, Leocadia Zorrilla, con la que convivirá el resto de su vida.

Aún en esos tiempos tan difíciles, Goya siguió trabajando incansablemente no sólo haciendo retratos sino también pintura religiosa, naturalezas muertas, alegorías, grabados (entre ellos la serie “La Tauromaquia”), etc.

Con la Restauración absolutista de Fernando VII, comienza un período de persecución de los pensadores liberales, muchos de ellos amigos de Goya, debiendo varios de ellos exiliarse. La situación de Goya tampoco es fácil, ya que el haber trabajado para José I lo hace sospechoso. Por otro lado la Inquisición lo enjuicia por haber pintado “La maja desnuda”, una obra considerada obscena. Finalmente es absuelto y se lo considera “un viejo sordo que vive encerrado en su casa”.

En1819 Goya compra una finca de 10 Ha en las afueras de Madrid llamada la “Quinta del sordo”, que decorará pintando en sus muros una serie de obras al óleo conocidas como “Pinturas negras”. Afortunadamente, muchos años más tarde, estas obras fueron copiadas a tela (ya que el edificio fue demolido en 1909). Los cuadros se encuentran actualmente en el Museo del Prado en Madrid, que posee más de 1000 obras del artista.

En estas obras para su propia casa, Goya da rienda suelta a sus temores de hombre mayor que recientemente (1819) estuvo gravemente enfermo. Nos habla de su decadencia física, de los conflictos de estar unido a una mujer bastante más joven que él, de la persecución ideológica desatada con el regreso del absolutismo monárquico, de su sordera que lo aísla etc. Todos esos monstruos en tonos oscuros que habitan su mente son exhibidos en forma brutal y, si bien no son agradables de observar, anticipan el movimiento expresionista que surgirá muchas décadas después. También el descentrado de las figuras anticipa las tendencias compositivas futuras. Goya nos quiere mostrar el lado oscuro de los seres humanos, y nos habla de que el Arte no siempre es belleza.

Es una obra casi abstracta que nos deja pensando si el perro se hunde o está saliendo.

Luego de un trienio en que estuvo vigente una constitución liberal, volvió al trono Fernando VII y nuevamente la persecución a los liberales. Goya no se siente seguro en su país y se muda en 1824 a Burdeos (Francia) donde pasa los años finales hasta su muerte en 1828, a los 82 años.

Su obra se proyecta hacia el futuro, siendo una fuente de inspiración para movimientos de vanguardia como el Expresionismo y el Surrealismo.

Goya es más de lo que parece, a veces se lo recuerda por los cartones para tapices, otras por sus magníficos retratos. Fiel a su idea de ser un pintor independiente y exitoso, hizo numerosos trabajos por encargo, lo que le proporcionó buenos ingresos. Paralelamente, en obras muy personales, que no le agregaban ingresos pero le permitían expresar sus sentimientos, volcó sus pasiones, temores y críticas sociales. Por eso es uno de los últimos artistas completos, capaz de abarcar distintos géneros brillando en todos.