En una entrada anterior (Venecia) comentaba lo importante que era en épocas antiguas, elegir bien el enclave para una población. La principal razón era protegerse de las invasiones enemigas, ya sea construyendo el pueblo en la cima de una montaña, rodeándola de murallas o instalarla en una isla. Pero un caso muy original es el de Toledo, que fue construida sobre una colina, junto a un meandro del río Tajo, en la zona central de lo que hoy es España. Esto le dio la ventaja combinada de un lugar alto, desde el cual observar la posible presencia de enemigos y un río que protegía una gran parte de su perímetro.
La historia de Toledo nos remite a varios siglos antes de la Era Cristiana. En esos tiempos se presume que los “carpetanos o carpesios”, un antiguo pueblo prerromano, ya tenían un pequeña ciudad fortificada. Toledo entra en la historia registrada en el 192 AC, cuando los romanos la conquistan y la convierten en un importante enclave fortificado de “Hispania”. Gradualmente los carpetanos se integran con los romanos, y en los siglos siguientes se consolida el dominio y se construyen los edificios públicos típicos de las urbes romanas: foro circo, templos, anfiteatro, etc. La actividad económica es mayormente agrícola y es complementada por el comercio y la minería.
Hacia el siglo V comienza una decadencia de la presencia romana y una progresiva cristianización, que desemboca en un traspaso del poder de las autoridades públicas romanas, a las eclesiásticas de la Iglesia.
Comienza en el siglo V un período de grandes cambios cuando los visigodos (un pueblo germánico) conquistan la ciudad, e instalan la corte del reino hispanogodo y la sede episcopal. Esto provocó un importante crecimiento de la población, llegando a los 10000 habitantes, convirtiéndose así en una de las más importantes ciudades hispanas.
En el siglo VIII Toledo es conquistada por los musulmanes encabezados por Táriq ibn Ziyad, y pasa a depender del Califato de Córdoba. La población predominante era la “mozárabe”, término con el que se llamaba a los cristianos del período visigodo. Comienza un período agitado con revueltas periódicas y expediciones para someter a la población al Califato. Esto se logra recién en el siglo X y por no mucho tiempo, ya que la ciudad es tomada por el rey Alfonso VI de León.
Comienza un período de dominio cristiano que, gracias a la tolerancia religiosa, convirtió a Toledo en un modelo de convivencia entre las tres grandes religiones monoteístas. En ese período Toledo alcanzó la cima de su desarrollo cultural, lo que hace que hoy se la conozca como la “Ciudad de las tres culturas”.
Estamos en un contexto en el que conviven grupos significativos de cristianos, musulmanes y judíos, cada uno practicando su religión y sus costumbres. La presencia musulmana es resultado de los avances del califato de Córdoba, que reiteradamente envió expediciones para controlar una ciudad con mayoría cristiana (mozárabe). La presencia judía tiene un origen más complejo.
Con la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70, comienza un período de dispersión del pueblo judío conocido como Diáspora, desde su territorio original hacia países de Medio Oriente y luego por el mundo. En esos tiempos la inmensa mayoría de los judíos eran campesinos analfabetos. Para los campesinos educar a sus hijos era muy costoso, y ellos necesitaban que los hijos colaboraran en los trabajos del campo. Fue entre los siglos III y VII que los líderes judíos impulsaron fuertemente la educación de los hijos en escuelas religiosas, ya que se consideraba que todo judío debía poder leer los textos sagrados (Torá) en la sinagoga. Esto llevó a un gran esfuerzo de construcción de sinagogas y centros de estudio, tanto en la Tierra de Israel como en la Mesopotamia. Estas nuevas generaciones de judíos educados que sabían leer y escribir, muchas veces en más de un idioma, descubrieron que mudándose a las ciudades tenían mejores oportunidades de ganarse la vida, mejor rentadas que el trabajo de la tierra. En un mundo donde los iletrados superaban el 90% de la población, estos pocos educados se convirtieron rápidamente en comerciantes (locales y a lugares distantes), artesanos (zapateros, sastres, joyeros, etc), prestamistas, traductores, médicos, etc. Con el surgimiento del Islam en el siglo VII y su rápida expansión por Medio Oriente y el Norte de África, hay un período de gran desarrollo económico y al siglo siguiente comienza la ocupación de la península ibérica (conocida en árabe como Al-Andalus). Los Califas que regían ese imperio tenían una política hacia las minorías religiosas: todos los varones no-musulmanes mayores de 15 años debían pagar un impuesto especial, a cambio del cual recibían protección y tenían libertad para ejercer su culto.
Lo interesante es que después de la conquista de Toledo por el rey Alfonso VI de León, se mantuvo la política de tolerancia religiosa a través de fueros que protegían a los judíos. Mientras que la población cristiana estaba constituida mayormente por campesinos y soldados, los judíos eran muy valiosos como comerciantes, artesanos, médicos y financieros, llegando a veces a ser asesores del gobierno.
Este ambiente fue muy propicio para la cultura y motivó la traducción del árabe y del hebreo al latín y al castellano, de una gran cantidad de textos filosóficos y científicos (principalmente medicina y astronomía), que representaban el estado del conocimiento en ese tiempo. Se habla de la “Escuela de traductores” que con su trabajo facilitaron la llegada de textos clásicos greco-latinos y árabes a España y luego al resto de Europa. Era una tarea compleja en la que intervenían miembros de las tres religiones.
Lamentablemente, esta armónica convivencia que dio tan buenos resultados comenzó a deteriorarse. En los siglos XIV y XV las autoridades eclesiásticas presionan cada vez más a los gobernantes para emitir leyes antijudías. Muchas veces emitían las leyes pero no las aplicaban, porque la actividad comercial y financiera de los judíos era muy importante para los reyes. Pero finalmente se impuso la intransigencia de la Iglesia y los judíos fueron forzados a convertirse o abandonar las ciudades. Epidemias como la “peste negra” de mediados del siglo XIV, fueron utilizadas para acusar a los judíos y promover matanzas o forzar conversiones. Los Reyes Católicos luego de conquistar Granada y expulsar a los musulmanes, emiten en 1492 el decreto de expulsión de los judíos de España. No solamente se destruyó una armónica y fructífera convivencia entre las tres religiones monoteístas, que debería servir de modelo para nuestro tiempo. También comenzó una declinación de España, a pesar de toda la riqueza obtenida de sus colonias americanas, que recién se revirtió a finales del siglo XX.
Cuando Carlos I convierte a Toledo en una de las sedes de su Imperio, la ciudad pasa a ser una de las más grandes e importantes de España. Pero su hijo, Felipe II, decide trasladar la sede a Madrid, lo que trajo una declinación política y social de Toledo.
Actualmente es la sede de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, lo que ha traído un renacimiento de la ciudad. Además está a poco tiempo de viaje en tren desde Madrid, lo que ha impulsado a vivir en Toledo a población que trabaja en Madrid y alrededores. También ha desarrollado el turismo, aunque sea como excursión por el día desde la capital.
Es emocionante recorrer las calles del Centro Histórico de Toledo, conscientes de toda la historia que encierran. Como mencioné al principio, la ciudad original estaba protegida por el río Tajo en 2/3 de su perímetro y tenía murallas en el tercio restante. Hoy no están las murallas, pero sí imponentes puertas como la “Puerta Nueva de Bisagra” o la “Puerta del Cambrón” entre otras.
En el casco histórico hay dos plazas que se destacan: la del Ayuntamiento y la de Zocodover (su nombre significa en árabe “mercado de las bestias de carga”). La Zocodover actuó como Plaza Mayor de Toledo por mucho tiempo siendo lugar de encuentro para la población.
Hay una abrumadora cantidad de edificios religiosos en el casco histórico, lo que da cuenta de la importancia religiosa de la ciudad, especialmente para la religión católica. El ejemplo más impactante es la Catedral de Toledo (también conocida como Catedral Primada, de 120 m de largo por 59 m de ancho), en estilo gótico, cuya construcción comenzó en el siglo XIII y se completó en el XV. Además de su imponencia y la rica decoración de sus capillas, se pueden admirar obras religiosas de El Greco, Tiziano, Goya y Caravaggio.
En el sector de la antigua Judería, se pueden visitar actualmente dos sinagogas de las diez que había antes de la expulsión de los judíos en 1492.
La Sinagoga del Tránsito es sencilla por fuera pero, en su interior, guarda una rica decoración en estilo mudéjar y un magnífico techo de madera bellamente decorado. Junto a ella está el Museo Sefardí que describe la historia de los judíos en España.
La Sinagoga de Santa María la Blanca fue construida en el siglo XII y era el templo principal de la comunidad judía. Luego de la matanza de judíos de 1391 fue expropiado y convertido en iglesia católica (de ahí su nombre). Su interior en estilo mudéjar muestra los característicos arcos con forma de herradura.
Mientras recorremos a pie el casco histórico de Toledo, con sus callejuelas angostas que nos dan sombra en verano y nos protegen del viento en invierno, la rica y compleja historia de la ciudad va desplegándose ante nuestros ojos.
Pero no hemos hablado aún de un hijo adoptivo dilecto de Toledo. Se trata de un famoso artista conocido como El Greco (el griego). Su nombre es Doménikos Theotokópoulos (1541-1614) y nació en Candia (capital de la isla de Creta), que en ese tiempo pertenecía a la República Veneciana. Se sabe poco sobre su infancia y juventud, aunque hay certeza sobre una educación que incluía humanidades y arquitectura y que trabajó como pintor de íconos en estilo bizantino. Hacia los 20 años se muda a Venecia para aprender de los grandes pintores venecianos: Tiziano, Veronés y Tintoretto. Fue ayudante/discípulo de Tiziano y de él aprendió la pintura al óleo y el manejo del color. De Tintoretto tomó una pincelada más suelta y en los retratos el concentrar el interés en el rostro dejando el resto en penumbras. En la segunda mitad del siglo XVI, Roma se convierte en el centro de la pintura expresiva y “moderna”. Allí El Greco podrá conocer obras de Miguel Ángel y apreciar plenamente el Manierismo. Este estilo con sus figuras alargadas, le interesa más que el naturalismo que observó en los pintores venecianos. Al no encontrar oportunidades interesantes de trabajo en Italia, pero con la experiencia adquirida con los íconos bizantinos en Creta, más la influencia de la “Escuela veneciana” y el Manierismo, El Greco parte hacia España.
No debemos olvidar que, en esa época en Italia y España, los dos grandes comitentes de obras de arte eran la Iglesia y la realeza. Llega a Madrid en 1576 con una gran expectativa por participar en la decoración del monasterio de El Escorial, recientemente terminado, y ganar el favor del rey Felipe II para ser pintor de la Corte. Sin embargo su primer encargo llega de Toledo, en esa época capital religiosa de España y una de las ciudades más grandes de Europa.
A partir de 1577 vive en Toledo hasta su fallecimiento en 1614 y si bien intentó conquistar el favor del rey produciendo un par de obras para él, es como que su estilo, revolucionario para su tiempo, no era del agrado real, que prefería obras más tradicionales. Si bien El Greco produjo retratos, su mayor éxito lo alcanzó con la pintura religiosa donde le encargaban retablos completos con la estructura, pinturas y esculturas para las numerosas iglesias y monasterios de la ciudad. En su breve estancia en Madrid en 1576 conoció a Jerónima de las Cuevas con la que tuvo su único hijo, Jorge Manuel, que trabajó con él en su taller.
El Greco fue un artista muy reconocido en su tiempo en Toledo y ganó mucho dinero, que fácilmente dilapidó. Se consideraba un artista excepcional y quería vivir ricamente, rodeado de la élite de la ciudad. Por eso contrajo muchas deudas y tuvo muchos pleitos con sus comitentes, discutiendo el valor de sus obras porque se sentía insuficientemente retribuido.
La obra de El Greco se inscribe en el período de la Contrarreforma (Concilio de Trento de 1563) y por lo tanto apoya las posturas católicas frente a las críticas protestantes. En la iglesia de Santo Tomé se encuentra la obra más famosa de este artista: “El entierro del Conde de Orgaz” (1586).
En el cuadro se describe el sepelio de un noble toledano en 1323, el que, según la leyenda fue enterrado por los santos Esteban y Agustín. El óleo de 460 x 360 cm es un retrato colectivo de miembros de la sociedad de Toledo en los tiempos de El Greco en la parte inferior, y el ámbito celestial en la superior, estando ambas partes fuertemente vinculadas. El niño que aparece a la izquierda señalando el milagro con su mano, es el hijo de El Greco y su mirada apunta a conectar al espectador con el milagro. Un aspecto interesante es que si bien se titula “entierro”, no se ve ni la tierra ni los pies de los presentes. Esto tiene que ver con la condición celestial de la muerte de este personaje. Recuerdo que a mi profesor de Historia del Arte le gustaba contrastar esta obra con la pintura de Gustave Courbet “Entierro en Ornans” (1849) (315 x 660 cm).
Es también un retrato colectivo, donde la tierra y el foso aparecen en primer plano y el cielo tiene poca presencia. Courbet, un pintor asociado al Realismo, refleja el espíritu de su época, así como El Greco reflejó las ideas de su tiempo.
Para completar la visión sobre la obra de este artista, conviene visitar el Museo de El Greco en una antigua casa similar a la habitada por el pintor.
La cercanía de Toledo a Madrid (30 minutos de viaje en tren), hace que la mayoría (me incluyo) visite la ciudad como excursión de un día desde Madrid. Me voy con la promesa de volver por 48 horas.
12 Comments
Me encantó el artículo. Comparto el entusiasmo por Toledo. Y aprendí sobre los mozárabes. Me interesó la explicación y wiki me la amplió. Gracias!!!!
Muchas gracias Irene. Qué bueno que te ayudó para entender esa historia compleja.
Excelente como siempre,hermoso lugar que visite hace un tiempo,y me encantó .No conocía su historia tan detalladamente.Muchas gracias
Gracias Carlos por tu comentario.
Sigue siendo fantástico adentrarse en los lugares y personajes presentados con. Cuidado y meticulosidad
El Greco con el entierro del Conde Orgas.nada falto
Gracias
Muchas gracias Julio por tus palabras
Muy interesante la entrada, Jorge. El sugestivo entrecruzamiento de una ciudad cuyas raíces se hunden en el misterio y de un artista ajeno por completo a su historia , provee al encuentro un aura que es, al mismo tiempo, oscurantista y fértil. Gracias.
Muchas gracias Roberto por tus profundas palabras.
Toledo y la pintura del Greco han causado un impacto tan fuerte en mi vida que me llevó a investigar durante años. El fruto, mi novela Las mujeres ocultas del Greco. Agradezco el texto y las fotos que me llevaron a evocar una ciudad inspiradora, mágica
Felicitaciones, Jorge.
Muchísimas gracias por tu comentario Silvia. Leí tu libro y recuerdo que profundizó mi atracción por esta ciudad tan particular.
siempre nos cautivo esa ciudad que visitamos en dos opiortunidades de la misma manera, la catedral impresiona por su tamaño y majestuosidad, y ambas sinagogas tienen su historia.- La historia de la vicisitudes de la juderia y las conquistas es una repeticion en toda la historia.- Muchas gracias, en especial por las referencias a El Greco que en parte desconocia
Gracias a vos leo por tu comentario