Los que me conocen desde hace mucho tiempo saben de mi amor por la guitarra y, en particular por la guitarra clásica. Hasta me atreví a estudiar un tiempo, pero tuve que admitir que, por mi falta de talento, no lograba los resultados que pretendía y me decidí por la opción de sólo escuchar.
La guitarra es un instrumento que ha tenido una muy larga historia, plena de alternativas, con momentos de brillo y otros de opacidad. Su antecedente más remoto es el arco de un cazador, que mientras aguarda por su presa, pulsa la cuerda y descubre un bello sonido. Más tarde encuentra que puede lograr diferentes sonidos cambiando la longitud o la tensión de la cuerda, y que el caparazón de un animal le permite lograr un mayor volumen de sonido.
Así, a través de miles de años y el aporte de muchas personas, se crea el grupo fundador de los instrumentos de cuerda pulsada que incluye el arpa, la lira y el laúd. De este último, luego derivará la guitarra (aunque el nombre guitarra viene de cítara, un tipo de lira). Hay una importante razón para el éxito de instrumentos como el laúd. A diferencia del arpa, que requiere una cuerda por cada nota, lo que obliga a tener un instrumento de gran tamaño para interpretar una cierta canción, el laúd permite por su diseño obtener muchas notas diferentes con pocas cuerdas, simplemente variando la longitud de las mismas. Esto se logra “pisando” las cuerdas sobre el diapasón del laúd, en los llamados trastes. Con el transcurso de los siglos y la difusión del instrumento desde su lugar de origen en la Mesopotamia (entre el Éufrates y el Tigris) hasta llegar a Grecia y finalmente al resto de Europa, se producen diversos cambios. Cuando llega a la España morisca, junto a otros aspectos de la cultura, tendrá un gran desarrollo. Finalmente, simplificando la historia, en el siglo XVI en España aparece la vihuela que es el antecesor más directo de la guitarra, con 6 cuerdas dobles y con gran aceptación en la Corte española. En ese siglo aparecen compositores como Luis Milán, Luis de Narváez, Alonso Mudarra y Enriquez de Valderrábano que escriben música para la vihuela y libros sobre la interpretación en este instrumento. Poco a poco la guitarra va tomando preminencia sobre la vihuela y el laúd y se convierte en un instrumento habitual entre la nobleza. Es increíble la cantidad de obras de arte en donde aparece una mujer o un hombre, interpretando alguno de estos instrumentos.
La guitarra es un instrumento íntimo, adecuado para ser oído en pequeños salones por grupos reducidos. Hacia fines del siglo XVIII surge el piano (pianoforte inicialmente) que irá desplazando a los otros instrumentos en la preferencia de los grandes compositores. También los grandes cambios sociales de ese momento, con el ascenso de la burguesía que da lugar a los conciertos públicos y la aparición de grandes salas de concierto donde es más fácil oír un piano o un violín que una guitarra, provocan un desplazamiento de las preferencias de la gente.
A pesar de eso hay en ese período grandes compositores –intérpretes de la guitarra como Fernando Sor (1778-1839), Dionisio Aguado (1874-1849), Mauro Giuliani (1781-1829) y Ferdinando Carulli (1770-1841), que crearon un repertorio vigente e incluso métodos de interpretación en guitarra. Niccoló Paganini (1782-1840), si bien su fama está asentada en el violín, era un excelente guitarrista y compuso obras para ambos instrumentos. En el resto del siglo XIX el piano es el dominante y la guitarra pasa a ser un instrumento de la música popular. Es interesante el caso de compositores como Isaac Albéniz (1860-1909) y Enrique Granados (1867-1916) que crearon música española para piano, que suena también muy bien transcripta para guitarra.
Recién a principios del siglo XX vuelve la guitarra a las salas de concierto de la mano de Andrés Segovia (1893-1987). Este notable guitarrista español que comenzó a dar conciertos en 1907, rescató las composiciones de guitarra clásica y les sumó las transcripciones de obras originales para piano. También logró que varios compositores contemporáneos escribieran obras especialmente para él como el brasileño Heitor Villa-Lobos, el italiano Mario Castelnuovo-Tedesco, el español Federico Moreno Torroba, el mexicano Manuel Ponce, etc. Esto trajo un resurgimiento de la guitarra, que pasó a escucharse en grandes salas de concierto a pesar de la limitación de su escaso volumen. Segovia trabajó con los luthiers que producían las mejores guitarras, ayudando a mejorar la calidad y potencia de su sonido. Más recientemente se ha incorporado una discreta amplificación electrónica, que algunos guitarristas usan en los grandes espacios, a pesar de ser un tema aún en discusión.
Entre los mejores guitarristas clásicos del siglo XX, un lugar destacado lo ocupa el británico Julian Bream, que falleció hace pocas semanas y a quien quiero rendirle tributo con este texto y compartiendo su música.
Bream nació en un suburbio de Londres en 1933, hijo de un artista comercial aficionado a la guitarra. Con su padre aprende a tocar de oído canciones de moda y muestra ya un gran talento, siendo su ídolo el guitarrista de jazz Django Reinhardt con su conjunto del Hot Club de Francia. Un día su padre trae una grabación de “Recuerdos de la Alhambra” de Francisco Tárrega por Andrés Segovia. Julian queda fascinado y muchos años más tarde recordará “Cuando lo escuché no me quedó ninguna duda de que lo que quería hacer era tocar la guitarra de ese modo”. Estamos en 1945, en los duros tiempos de la post-guerra, donde escasea todo y Julian decidido a ser un guitarrista clásico se acerca a la Philarmonic Society of Guitarrists de Londres para reunirse con otros guitarristas, y además acceder a la colección de partituras muy difíciles de encontrar en esa época. Su padre tiene serios problemas económicos y él debe usar su talento para ganar algo de dinero tocando música comercial y para bandas de sonido de películas. Por recomendación logra una entrevista para ingresar a la más prestigiosa escuela de música, el Royal College of Music (RCM) de Londres. Allí lo escuchan tocar la guitarra pero le piden que toque algo en piano (que también sabía tocar) ya que la institución no contaba con profesores de guitarra. Por eso estudia allí piano y cello durante un tiempo, hasta que deja el RCM y completa su educación musical en forma autodidacta. La suerte no lo acompaña, sus padres se divorcian cuando tiene 14 años y la familia queda dividida. Debe ganarse la vida en diversos grupos musicales comerciales o con música de películas. Acepta tocar la guitarra en una obra de Shakespeare representada en Manchester para poder ganar unas libras. En un rato libre va a la biblioteca donde encuentra unas partituras de John Dowland (1563-1626) el más famoso compositor y laudista del período isabelino. En el siglo XX la música de Dowland se escuchaba en transcripciones para piano, pero Bream considera que una música tan bella debe escucharse en el instrumento para el que fue compuesta. Es así que consigue un laúd y comienza a estudiar estas obras en su versión original.
Recomendación: les aconsejo que vean todos los videos a pantalla completa para poder apreciarlos mejor
En 1951 logra dar su primer concierto como solista clásico en el Wigmore Hall de Londres, y a partir de allí hace giras por el Reino Unido, luego el resto de Europa y finalmente EEUU en 1958. En los conciertos, comienza a utilizar tanto el laúd como la guitarra según las obras que interpreta. Más adelante en su carrera irá a España a investigar los orígenes de la guitarra, lo que lo acercará a instrumentos como la vihuela y la guitarra barroca.
Su rica experiencia en géneros tan diversos como la música popular, el jazz (que muchas veces interpretaba con grupos de amigos), la música clásica de guitarra y la música antigua para laúd, le dieron a Julian Bream una visión amplia y le permitieron aumentar el repertorio.
También influyó en él sus estudios de piano, que lo impulsaron a programar obras completas (por ejemplo las Suites de J. S. Bach), en lugar de una diversidad de piezas breves como solía hacer Segovia. Esto reforzó la imagen de la guitarra en el público de conciertos.
En su afán de impulsar el redescubrimiento de la música antigua, crea en 1960 el conjunto The Julian Bream Consort formado por violín, flauta, viola da gamba, laúd, cistro (cittern) y bandora (pandora), donde Bream se hace cargo del laúd.
En su afán de expandir el repertorio de la guitarra clásica, Bream encarga obras a compositores contemporáneos como Benjamin Britten, William Walton, Malcom Arnold, Leo Brouwer, etc. También trata de mostrar que se puede tener buena música para guitarra, fuera de la influencia española.
Otra colaboración destacada fue cuando grabó en dúo con otro grande de la guitarra clásica, el australiano-británico John Williams (no confundir con el compositor norteamericano de igual nombre). Si bien tienen diferencias de estilo, se tuvo un notable resultado en el trabajo conjunto.
En 1984 tuvo un accidente automovilístico que le provocó una grave lesión en un brazo. Con cirugía y un gran esfuerzo personal logró recuperar su técnica pudiendo retornar a las salas de concierto y a las numerosas grabaciones que hizo a lo largo de su vida.
En el año 2002 da su último concierto público y se retira a su casa de campo (donde vivió desde 1964), donde sólo toca para amigos y vecinos en una iglesia cercana. También allí desarrolló sus otras pasiones: el criquet, la jardinería y la colección de arte inglés de fines del siglo XIX y principios del XX. Allí falleció el 14 de Agosto de 2020.
Sólo me queda decir: Gracias Maestro por toda la buena música que nos brindó y por mantener viva la tradición de instrumentos que vienen de tan antiguo.
Para los que quieran ampliar aspectos de la vida musical de Julian Bream, les dejo un video (subtitulado en español) de unas dos horas de duración, donde cuenta su vida y la ilustra con ejemplos musicales.
17 Comments
Excelente Jorge, como siempre, gracias
Muchísimas gracias Marta por tu comentario
Magnifico en un lugar maravilloso
Me alegra mucho que te gustó. Muchas gracias Julio
Excelente Jorge. Tanto la semblanza de Bream como la exposición de sus ejecuciones. Gracias por habérmelo revelado en su enorme magnitud artística. Una joyita para volver a escuchar y seguir admirándolo.
Muchísimas gracias Roberto por tus palabras.
Gracias, Jorge. Muy buena reseña de la guitarra y de Bream, a quien ya me pongo a escuchar para conocerlo
Muchas gracias Mariano por tus palabras.
Hola, muy interesante esta nota… gracias por trasmitirme tu pasion por este hermoso instrumento….
Abrazo
Pablo
Me alegra que compartamos esa pasión
Gracias como siempre Jorge, desconocia a este gran guitarrista que fue Bream.
Me alegra que te haya gustado. Muchas gracias
Jorge, tus explicaciones me impresionan y provocan una gran admiración tu manera de describirlas
Gracias!!!!
Muchísimas gracias Marta. Me alegra mucho que te guste lo que escribo
Jorge, tus explicaciones me impresionan y provoca una gran admiración tu manera de describirlas. Gracias!!!
Una joya el video autobiografico de Julian Bream!!!!!
Muchísimas gracias Alberto por tus comentarios. Pocas veces tenemos la oportunidad de que un gran músico nos cuente su vida musical con tanta claridad y acompañado de buena música.