Como les conté en la entrada anterior de este tema (ver Estampas porteñas (I): un pequeño homenaje a Buenos Aires, mi ciudad), el cariño que siento por el lugar donde transcurrió mi vida es muy fuerte. Esto me impulsa a tratar de conocer sus orígenes y sus características, y me gusta compartir con ustedes lo que aprendo.
En esta entrada les quiero hablar sobre dos lugares singulares de Buenos Aires. El primero es una de las partes relativamente más nuevas de la ciudad (la Reserva Ecológica Costanera Sur), y el otro es uno de sus barrios más antiguos (La Boca).
Reserva Ecológica Costanera Sur
Con 350 Ha es la mayor área verde de la ciudad de Buenos Aires. Además de diversos reconocimientos a nivel nacional, en el año 2005 fue declarado Humedal de Importancia Internacional (Sitio RAMSAR).
Es un lugar con enorme diversidad de fauna y flora, que está junto al Río de la Plata y a uno de los barrios más modernos y cotizados de la ciudad, Puerto Madero. Recorriendo los 10 Km de senderos, encontramos lagunas, bosques, miradores hacia el río y lugares donde se puede lograr el avistaje de aves.
Lo increíble es el origen “azaroso” que tuvo la Reserva. Contrariamente a lo que uno podría pensar, no fue el resultado de una cuidadosa planificación urbana. Para aclarar este enigma, tenemos que remontarnos a principios del siglo XX.
El puerto de Buenos Aires, conocido como Puerto Madero (que a fines del siglo XX se convertiría en el barrio de Puerto Madero), dejó una franja de terreno ganada al río, que sirvió de base para construir un paseo y balneario. Cuando se inauguró, en 1918, se lo llamó Balneario Municipal Costanera Sur. La idea era que la población tuviera un sitio de esparcimiento, junto a la posibilidad de que en verano se pudiera usar para refrescarse en el río. Para ello se instalaron casillas para que los bañistas pudieran cambiarse de ropa, y se estableció que hombres y mujeres estuvieran en zonas separadas. El éxito fue muy grande, especialmente entre las familias de clase media y media-baja. Esto motivó que empresarios privados construyeron bellas confiterías, para que luego de los baños la gente pudiera disfrutar de la vista del río mientras comía y tomaba algo.
Esta situación se mantuvo por décadas hasta alrededor de 1950, cuando la recientemente construida Costanera Norte empezó a gozar de la preferencia del público, junto con el Balneario Norte. Comenzó la decadencia de la Costanera Sur y el cierre de varias confiterías.
A fines de la década de los ´70, durante la Dictadura Militar, se comenzó a desarrollar un proyecto de autopistas urbanas, que obligó a la demolición de cientos de viviendas para despejar la traza de las autopistas. Los restos fueron usados para el relleno del río frente a la Costanera Sur, con la idea de ganar terreno al río y construir un centro financiero. En la década siguiente ocurrieron hechos importante: regresó la Democracia en 1983, se discontinuó el proyecto de las autopistas urbanas quedando sólo dos y, la Naturaleza se ocupó de regenerar el área formando los ecosistemas correspondientes con lagunas, pastizales, pequeños bosques y una extraordinaria biodiversidad.
En 1986 el gobierno municipal aceptó la idea de grupos ambientalistas de crear una Reserva Ecológica. En 1998 se inauguró la restauración y puesta en valor del Paseo de la Costanera Sur (aunque sin balneario) y desde él se ingresa en la Reserva.
Actualmente la Reserva, que está a corta distancia del elegante barrio de Puerto Madero y del Centro de la ciudad, se puede visitar en determinados horarios y recorrer a pie o en bicicleta. Hay también un Centro de Interpretación y visitas guiadas.
La Boca
El nombre original del barrio es La Boca del Riachuelo, ya que está situado en el extremo sudeste de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, justo donde el Riachuelo (también llamado río Matanza-Riachuelo) desemboca en el Río de la Plata. Esta ubicación era antiguamente estratégica, ya que era un puerto natural.
Pero vayamos al comienzo histórico de este lugar. Hacia 1530 la Corona Española estaba muy interesada en fundar un pueblo sobre la costa del Río de la Plata, para asegurar su presencia en la zona ante el acecho de los portugueses. Es por eso que envía en 1536 una expedición al mando de Pedro de Mendoza, que funda por primera vez la ciudad de Buenos Aires (llamada originalmente Nuestra Señora del Buen Ayre). Se considera que la fundación tuvo lugar en lo que es hoy el Parque Lezama, en el barrio de La Boca. Este pueblo duró poco tiempo por una serie de adversidades, como los ataques de los aborígenes y la escasez de alimentos. Recién en 1580, una expedición comandada por Juan de Garay funda definitivamente la ciudad en la zona donde está actualmente la Plaza de Mayo.
A principios del siglo XVII la ciudad estaba dividida en 250 manzanas y la habitaban 3000 personas. El crecimiento de la ciudad fue muy lento y se orientó mayormente hacia el sur, formándose primero el actual barrio de San Telmo. Más al sur del actual Parque Lezama, había una barranca, y la tierra en esa zona se anegaba cuando crecía el Riachuelo y/o el Río de la Plata. Por ese motivo La Boca que hoy conocemos estaba muy poco habitada. Recién hacia mediados del siglo XIX comenzaron a establecerse familias en la zona baja, principalmente inmigrantes que llegan en los barcos que atracaban en el Riachuelo. La mayoría de los inmigrantes que se establecieron eran mayormente italianos y, en particular, genoveses. Las familias que se asentaban en la zona eran muy humildes y convivían en los llamados “Conventillos”. Eran casas de inquilinato con varias habitaciones donde normalmente una familia compartía una habitación, mientras que la cocina y el baño eran compartidos por varias familias. Ese nivel de hacinamiento distaba de ser ideal, aunque al mismo tiempo favorecía la colaboración entre los vecinos y la integración entre familias de distinta procedencia. De esta época se conservan las típicas casas de chapa acanalada pintadas con diversos colores, según se cuenta porque se usaban los restos de pintura que traían los marineros de los barcos.
La importancia de La Boca como puerto natural de la creciente ciudad de Buenos Aires, hizo crecer la población del barrio y hacia fines del siglo XIX pasó a ser uno de los barrios con mayor población. Pero dos acontecimientos fueron determinantes para cambiar su destino: la epidemia de Fiebre Amarilla de 1870/71 que azotó la zona sur de la ciudad, lo que hizo que las familias pudientes que habitaban el vecino barrio de San Telmo se mudaran a la zona norte de Buenos Aires (ver la entrada Recoleta: símbolo de una época). El otro acontecimiento ocurrió hacia 1880 y fue la construcción de un moderno puerto para la ciudad, Puerto Madero, hoy reconvertido en un barrio residencial. Lo importante es que el puerto natural de La Boca perdió su importancia estratégica y el barrio quedó marginado. Con los años, el barrio de La Boca pasó a convertirse en una atracción turística de Buenos Aires. Lo llamativo es que, además del interés histórico, hay dos fuertes razones para ir a conocer La Boca: el Fútbol y el Arte.
En La Boca nacieron los dos equipos de fútbol más famosos de Argentina: Boca Juniors y River Plate. Son los que tienen el mayor número de seguidores y han logrado reconocimiento internacional. River decidió mudarse a la zona norte de Buenos Aires y allí construyó su estadio conocido como Monumental. En cambio Boca permaneció en su barrio natal y su estadio es conocido como la Bombonera. Una gran atracción turística es visitar el estadio y el Museo de la Pasión Boquense.
Uno de los lugares más famosos de La Boca es la calle Caminito. Es una calle curvada por donde antiguamente circulaba un ramal de ferrocarril. Con los años se la convirtió en una calle-museo donde se exponen obras de arte, hay bailarines de tango y venta de artesanías. El nombre de Caminito proviene de un famoso tango con música de Juan de Dios Filiberto y letra de Gabino Coria Peñaloza.
También en La Boca vamos a encontrar un centro cultural y auditorio obtenido a partir de la reconversión de una antigua usina eléctrica, se trata de la Usina del Arte. El edificio original fue diseñado por el arquitecto italiano G. Chiogna para la Compañía Italo-Argentina de Electricidad (CIAE) en 1916. Luego de funcionar 80 años como usina eléctrica fue reconvertido e inaugurado en 2012 como Usina del Arte, con dos auditorios de música. Llama mucho la atención por su diseño exterior que recuerda antiguos edificios italianos.
Pintores de La Boca
Fueron varios los artistas que encontraron en su gente, sus casas, el Riachuelo y las actividades portuarias su fuente de inspiración. Pero hay una figura que emerge en forma destacada y plenamente identificada con el barrio: Benito Quinquela Martín (1890-1977).
Su vida comienza de una manera singular, es encontrado abandonado junto a la Casa de Expósitos (hogar donde se abandonaba a recién nacidos) el 21 de marzo de 1890. Junto a su cuerpo hay un pañuelo con su nombre Benito Juan Martín. Luego de vivir 7 años en dicho hogar, es adoptado por la humilde familia Chinchella, que tenían una carbonería. Comenzó una dura vida, en la que cargaba las bolsas de carbón como lo hacía su padre adoptivo. Tuvo una educación primaria incompleta por los requerimientos de su trabajo pero, afortunadamente, comenzó a surgir su habilidad para el dibujo. El mayor problema que tenía era su falta de formación artística. Recién a sus 17 años, en la Sociedad Unión de La Boca, pudo acceder a clases con el pintor Alfredo Lazzari, quien le enseñó los rudimentos de la pintura y lo guió en sus primeras incursiones por la zona.
Benito se mantuvo fiel al barrio donde creció, su colorido, los trabajadores y la dura vida de los estibadores del puerto. Su padre no comprendía su pasión por el Arte y le exigía que le dedicara más tiempo a su trabajo de estibador. Benito deja su hogar y emprende una vida irregular para poder dedicarse más a la pintura. Son años difíciles en los que se vincula con grupos de izquierda y conoce a otros pintores que, como él, son rechazados en el Salón Nacional cuando quieren exponer. En 1916 la popular revista Fray Mocho le dedica un artículo, que llama la atención de los críticos de arte sobre su obra. Hacia 1917 conoce al pintor Pío Collivadino, Director de la Academia Nacional de Bellas Artes, que se entusiasma con sus cuadros de La Boca, lo acerca a las galerías de arte y lo asesora para que viaje al exterior a mostrar su obra. Comienza un período en que puede vender sus obras, recibo apoyo económico y vuelve a vivir con sus padres que, leyendo los diarios, descubren que su hijo es un gran artista.
En 1919 logra exponer en el Salón Nacional de las Artes y se da cuenta de que él, que viene de orígenes tan humildes, pasa a estar rodeado por banqueros, terratenientes y la alta sociedad de esa época, que alaba su obra. Por ese tiempo castellanizó su apellido que pasó a ser Quinquela en vez de Chinchella. Sigue un período de 10 años donde viaja a Brasil y a diversos países de Europa, donde obtiene gran reconocimiento por su obra.
El éxito no alteró su amor por La Boca, y a partir de la década de 1930, en base al producto de la venta de sus cuadros, realizó una serie de donaciones al barrio que muestran su solidaridad con sus humildes vecinos. La primera fue la escuela-museo, en donde además de agregar un moderno edificio para educar a los niños del barrio, decoró las aulas con sus obras. Otras importantes donaciones fueron un Lactario, un Jardín de Infantes y la Escuela de Artes Gráficas. En las décadas siguientes donó también un Hospital de Odontología y el terreno para el Teatro de la Ribera.
La singular vida de Benito Quinquela Martín no nos tiene que hacer olvidar a otros destacados pintores de La Boca, como Fortunato Lacámera (1887-1951) y Víctor Cúnsolo (1898-1937).
La parte de la ciudad de Buenos Aires que une a Puerto Madero con sus modernos edificios, La Reserva Ecológica Costanera Sur con su biodiversidad y La Boca con su historia y su arte ofrece a los porteños y a los turistas un panorama singular. No dejen de disfrutarlo!
6 Comments
Excelente recorrido, conociendo los origenes que recopilaste, gracias
Gracias a vos por tus palabras
esta semblanza me trae recuerdos de la infancia y vividas sensaciones del presente, otra vez gracias por tu trabajo y dedicacion
Me alegra que te traiga buenos recuerdos. Muchas gracias por tu comentario
Muy bueno. Aunque parte de la historia de estos lugares es conocida, es un placer volver a recordarla y disfrutar de la escritura y las fotos. Muchas gracias.
Muchísimas gracias Raúl por tu cálido comentario