No se asusten que sigo en español, sólo quise poner en el título los tres apodos con que se conoce a Bolonia.
La Dotta (La Docta) por ser la sede de la Universidad más antigua de Occidente que sigue en pleno funcionamiento.
La Grassa (La Gorda) por su gastronomía local caracterizada por sus riquísimas pastas con salsa bolognesa o al ragú y su creación de la mortadela, que no contribuyen precisamente a mantener la silueta en forma.
La Rossa (La Roja) por el color rojo o anaranjado que predomina en sus edificios antiguos y también porque fue tradicionalmente un feudo de los partidos de izquierda de Italia.
Bolonia está un poco subestimada en la trayectoria de los tours que recorren Italia. Algunos directamente la ignoran, y otros hacen una escala de un par de horas en su Piazza Maggiore, para una breve explicación y tiempo para almorzar o caminar. En mi opinión Bolonia merece mucha mayor dedicación, ya que tiene un centro histórico medieval muy bien conservado (sólo detrás de Venecia en tamaño), y una dimensión humana que hace que uno pueda recorrerla mayormente a pie. Esto se ve facilitado por la extensa red de pórticos (“Recovas” como los llamamos en Buenos Aires) que recorren gran parte de la ciudad y protegen a los caminantes de la lluvia y del fuerte sol del verano. Hay unos 40 Km de pórticos en Bolonia (récord mundial), y es interesante que surgieron en la Edad Media, como un recurso para tener más superficie en los pisos altos de las casas. A su vez esto se vincula con la gran afluencia de estudiantes que recibió Bolonia al crearse, hacia el año 1088, la famosa Universidad de Bolonia.
Siendo Italia un país eminentemente montañoso, la existencia de una amplia y fértil planicie en el valle del río Po, ayudó a que desde muy antiguo se desarrollara la agricultura en la región. Los antiguos etruscos fundaron Felsina, que se transformó en Bononia cuando fue conquistada por los romanos en el 190 AC. Su desarrollo como una de las ciudades más importantes del Norte de Italia comenzó en el siglo XIII, cuando obtuvo un gobierno comunal independiente. En ese período se construyeron iglesias y palacios que aún hoy podemos apreciar, y creció su prestigio como un importante centro cultural y comercial. Bolonia tenía numerosos canales que facilitaban el transporte de las mercancías. Hoy estos canales están soterrados, excepto uno que se puede apreciar desde una gran ventana en una de sus calles.
La lucha de familias rivales por el dominio de la ciudad creó conflictos, que culminaron con la conquista de Bolonia por el ejército papal de Julio II en 1506. Siguió un período de relativa calma hasta la ocupación por las tropas napoleónicas en 1797, y más tarde la integración al Reino de Italia hacia 1870.
Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943, Bolonia fue ocupada por los nazis y formó parte de la República Social Italiana (República de Saló) viviendo grandes dificultades y represiones. En 1980, en la Estación Central de trenes, se produjo el peor atentado terrorista posterior a la guerra. Los explosivos colocados por un grupo neofascista provocaron la muerte de 85 personas y 200 heridos.
Actualmente Bolonia, capital de la región de Emilia-Romaña, tiene una pujante economía, basada no sólo en la agricultura sino también en la industria, el comercio y los servicios. Está en un punto estratégico de comunicaciones, tanto ferroviario como vial, entre el Norte y Sur de Italia.
La Dotta
Ser la cuna de la más antigua Universidad de Occidente, con cerca de 1000 años de existencia, no es poca cosa. Si bien los aproximadamente 100000 estudiantes que tiene la UniBo, se reparten en algunas ciudades cercanas, la mayoría está en Bolonia (incluso tienen una sede en Buenos Aires).
Recorrer algunos claustros (en la mayoría no se puede entrar) nos emociona, ya que han sido alumnos de la misma personajes como Dante Alighieri, Francesco Petrarca, Nicolás Copérnico, Torcuato Tasso, Luis Galvani, Giouse Carducci, Pier Paolo Pasolini y Umberto Eco.
Otro aspecto cultural en que se destaca Bolonia es en el campo de la música clásica. Un ejemplo es el famoso Teatro Comunal, inaugurado en 1763, en que se produjo el estreno italiano de la ópera Don Carlo de Verdi y de varias de las óperas de Richard Wagner.
Bolonia tiene también un antiguo e importante centro de enseñanza musical, el Conservatorio Giovan Battista Martini (músico boloñés), en el que fueron alumnos G. Rossini y G. Donizetti.
La Grassa
Para los amantes de la cocina italiana, en particular la de Emilia-Romaña, visitar Bolonia es un acercamiento al paraíso. Los italianos aman su cocina típica y están orgullosos de ella. Por eso recorriendo la ciudad, uno encuentra que la enorme mayoría de los negocios y restaurantes están dedicados a ella, y son pocos los que ofrecen comida de otros lugares del mundo.
La sofisticación es muy importante y uno encuentra vidrieras de negocios que ofrecen frascos exquisitos, que uno creería que son perfumes, y se trata en realidad de Aceto Balsámico de Módena (una ciudad cercana). O también quesos duros de Parma (otra ciudad cercana) con diversos períodos de estacionamiento y precios acordes.
Típicos de Bolonia son la Lasaña a la Boloñesa, los Tagliatelli al Ragú o los Tortellini in Brodo.
Un párrafo aparte merece la Mortadela. Existente desde el tiempo del Imperio Romano, fue manjar de los nobles, aunque con el tiempo fue decayendo a una comida desacreditada, por la leyenda nunca comprobada de que se usa carne de caballo en su elaboración. Los boloñeses la dignificaron logrando una IGP (Indicación Geográfica Protegida), que establece que sólo se puede utilizar carne de cerdo. En particular en Bolonia, aseguran que los taquitos de grasa corresponden a la grasa de la zona de la garganta del cerdo. Creo que estos comentarios reflejan la importancia que todo el tema gastronómico tiene en esta ciudad, no sólo desde el punto de vista comercial, sino también desde la cultura popular.
La Rossa
Basta recorrer sus calles para reconocer la validez de este apodo de Bolonia, ya que el rojo en sus diversos matices es un color predominante.
También en una vista aérea de su Centro Histórico vemos sus techados en ese color.
En su referencia a lo político, los boloñeses se caracterizaron desde principios del siglo XX por su adhesión al Socialismo y luego al Partido Comunista Italiano (PCI). Luego de la caída del fascismo, el PCI gobernó Bolonia (a nivel municipal) en forma ininterrumpida desde 1946 hasta 1991, y más tarde como su heredero socialdemócrata (PDS-DS). El PCI, que fue durante mucho tiempo uno de los partidos comunistas más grandes de Occidente, ponía a Bolonia como modelo de gestión municipal.
Las torres de Bolonia
Cuando nos mencionan la palabra torre, es muy probable que la primera asociación sea con la Torre Eiffel (París) o la Torre de Pisa (en realidad el campanario de la Catedral de Pisa) o con las torres de San Gimignano (la “Manhattan” de Toscana).
El ser humano siempre ha buscado distinguirse de sus congéneres exhibiendo símbolos de status. Entre los siglos XI y XIII, los nobles boloñeses construyeron unas cien torres, de las cuales hoy subsisten unas veinte, que cumplían una doble función: defensiva y como muestra del poderío familiar. Las torres más famosas de Bolonia son la Asinelli (97,2 m) y la Garisenda (47,5 m). Ambas están inclinadas, aunque en distinto grado.
Una de las torres más características es la del Reloj, inmejorablemente ubicada en el corazón de Bolonia, en la Piazza Maggiore. Esta torre pertenecía originalmente a una familia, pero fue vendida en 1287 al Municipio, que decidió colocarle un reloj.
Además de admirarnos por la supervivencia de tantas torres a lo largo de más de 900 años, nos marca un eslabón más en esa antigua ambición de los hombres por acercarse al cielo. Esto que comienza con la Torre de Babel, sigue con torres como las de Bolonia y hoy nos lleva al Burj Khalifa de Dubai (EAU) con 830 m de altura.
Los pórticos de Bolonia
Es un interesante caso donde la arquitectura combina fines eminentemente prácticos, como poder aumentar la superficie del piso superior y proteger a los paseantes de los rigores del clima, con fines estéticos.
Porque con los casi 40 Km de pórticos se tiene la oportunidad de representar diversos estilos, y también crear interesantes efectos de luz y sombra que dan un especial relieve a los edificios.
El Antiguo Gueto Judío
A unos pocos metros de las dos torres más famosas de la ciudad, nos encontramos con un par de símbolos que inmediatamente nos introducen en un barrio de Bolonia, el del Antiguo Gueto Judío.
La comunidad judía de Italia es una de las más antiguas de Europa Occidental ya que se remonta a la época de los romanos, en el siglo I AC. La Diáspora llevó a muchos judíos a establecerse en distintas partes del Imperio Romano, entre ellas ciudades del norte de Italia como Bolonia, Ferrara, Mantua, etc, donde cumplían un activo rol como comerciantes.
Lamentablemente la situación fue empeorando a fines del siglo XIII, por la hostilidad manifiesta de los papas que impulsaron la conversión forzada, la expulsión y finalmente hacia el siglo XVI el encierro de los judíos en los guetos.
Recorrer el barrio conformado por estrechas calles, con pequeñas plazas y puentes entre algunas casas, provoca encontradas emociones. Por un lado una sensación de serenidad y por otro las memorias de un pasado doloroso. El único acceso al gueto hoy reconocible se encuentra en la calle Zamboni.
Caminando por sus calles nos encontramos con un pequeño Museo Judío y también un extraño palacio, conocido como palacio Bocchi, que ostenta en su frente una frase en hebreo. El edificio (inaugurado en 1546) perteneció al humanista Achille Bocchi (1488-1562), que fundó la academia “Hermatena” (fusión de Hermes y Atenea), con el objetivo de reunir la suma del conocimiento humano (racional y hermético). En un lado del frente de su palacio hizo grabar en hebreo “Señor, libérame de los labios embusteros y de la lengua engañosa” (Salmo 120 del Salterio). En el otro lado hizo grabar en latín “Serás rey, dicen, si actuarás rectamente” (Epístola de Orazio).
Como han podido ver, Bolonia es una ciudad que tiene mucho para ofrecer. Está en nosotros buscar los atractivos que mejor sintonicen con nuestra preferencia. Tiene también la ventaja de que por no ser una meca turística, no hay que abrirse paso entre multitudes, ni hacer largas colas para ingresar a las atracciones.
Simplemente hagamos como los boloñeses, sentándonos a tomar un expresso o un aperitivo (según la hora), en un bar de la Piazza Maggiore, y ver pasar el mundo en un magnífico escenario medieval.
4 Comments
Vada reseña más interesante.Estas abriendo un espacio cultural que apasiona
Muchas gracias julio por tus paolabras
Imperdible reseña con mb info
Cultural , histórica y mb fotos
Muchísimas gracias María Inés por tu comentario