Hace unos años hice un viaje para conocer algunos lugares de Grecia. Un lugar obvio era Atenas, pero la dificultad se me presentó cuando quise elegir un par de islas, para estar varios días en cada una. Una que me surgió inmediatamente fue la espectacular Santorini, pero me costó tener que elegir entre islas como Mykonos, Rodas, Corfú o Creta. Comencé a leer sobre lo que ofrecía cada una en cuanto a atracciones. La elección no fue fácil pero, lo que inclinó la balanza hacia Creta fue leer sobre la civilización minoica, una de las más antiguas de Europa, que floreció en Creta hace 5000 años.
También como en otras islas griegas hay un mar azul y bellas montañas, pero conocer una de las islas más grandes del mar Mediterráneo, estratégicamente ubicada en el cruce de las rutas marítimas que unen Asia con Europa y África, prometía ser fascinante. Mis expectativas se cumplieron plenamente ya que es un lugar que combina la belleza natural con la historia y la mitología.
Por su ubicación estratégica, Creta fue invadida a lo largo de toda su historia por distintos pueblos, que la ocuparon por períodos más o menos largos. Uno de los períodos más largos y ricos es el de la civilización minoica (llamada así por el Rey Minos) que duró entre los 3400 y 1400 aC. Luego siguieron los micénicos y los dorios para finalmente ser parte del Imperio Romano hacia el 67 aC. Siguió luego el Imperio Bizantino hasta el 1200 dC, cuando pasa a ser parte de la República Veneciana. Este dominio duró hasta 1669, cuando la conquista el Imperio Otomano y recién con la desintegración de este imperio, a principios del siglo XX, comenzó a formar parte de Grecia.
Lo bueno es que hoy encontramos la huella de varias de estas ocupaciones: en el Palacio de Cnosos, una de las mejores expresiones de la era minoica, en las fortalezas del puerto construidas por los venecianos en Heraklion (o Irakleio), capital de Creta y su ciudad más importante o en los barrios turco-venecianos de Rethymon y Hania en el oeste de Creta.
La parte norte de la isla es la más poblada y donde van la mayoría de los turistas. Si uno busca playas más tranquilas, con menos turistas pero igualmente hermosas, hay que ir a la parte sur de la isla, frente al mar de Libia. Lo interesante es que sin salir de Creta, de acuerdo a los gustos de cada uno, se puede dedicar el tiempo a la playa, las montañas con interesantes paseos, los lugares históricos o los arqueológicos o combinar todas esas cosas, para lo cual hay que tener tiempo. Sumémosle a esto la rica comida mediterránea y la amabilidad de la gente, y tenemos una excelente combinación.
Pero empecemos a recorrerla y, un buen comienzo es su capital Heraklion. Para aproximarnos a la civilización minoica, podemos hacerlo a través de su arte, que está magníficamente expuesto en el Museo Arqueológico, que posee la mejor colección del mundo de este arte. Es notable la maestría de sus artistas para producir cerámicas, joyas, objetos de la vida cotidiana, etc.
El siguiente paso es ir a conocer el sitio arqueológico del Palacio de Cnosos, el más importante de los palacios minoicos de Creta. Fue construido hacia el año 2000 aC y fue destruido parcialmente por terremotos entre los años 1700 y 1400 aC. El complejo incluye además de la residencia real, una serie de edificios que en total ocupan unos 17000 m2. Fue redescubierto hacia fines del siglo XIX gracias a los trabajos conducidos por Sir Arthur Evans, un arqueólogo inglés muy interesado en la cultura minoica. Debido al deterioro de los edificios fue necesario intervenir para reforzarlos, aún a costa de alterar algo su aspecto o reponer con copias algunos de los murales originales. Asombra ver el desarrollo que tuvo la arquitectura y el arte minoico.
Uno de los misterios sin resolver es cuál fue la causa de la desaparición de la civilización minoica. Creta está en una zona proclive a los terremotos lo que provocó destrucciones parciales de los palacios. Algunos consideran que la gran explosión volcánica de Tera, la actual isla de Santorini, situada a unos 112 Km, provocó maremotos y una enorme lluvia de cenizas sobre Creta, dañando irreversiblemente a su población.
Desde muy antiguo los cretenses se dedicaron al cultivo de la vid y los olivos. Aún hoy sigue siendo muy importante para la economía de la isla la producción de aceite de oliva, vino y pasas de uva.
Ustedes me preguntarán ahora porque titulé a esta entrada “Creta y su laberinto”. Para explicarlo tendremos que conectarnos con la Mitología griega. Para los griegos Zeus era una especie de Rey de los dioses y la leyenda cuenta que nació en Creta, en el monte Ida, el más alto de la isla (unos 2500 msnm). Zeus además de ser muy poderoso era un Don Juan, y tuvo innumerables amantes e hijos extra matrimoniales. El hijo que nos interesa en esta historia es Minos.
Esta es la leyenda del rey Minos y el laberinto de Creta
Minos (hijo de Zeus y Europa) le pidió ayuda a Poseidón (dios de los mares), para acceder al trono de Creta a expensas de sus hermanos. Poseidón accedió al pedido e hizo salir del mar un hermoso toro blanco, que Minos prometió sacrificar en agradecimiento al dios. Pero maravillado con sus cualidades, lo escondió en su rebaño y sacrificó otro en su lugar. Enfurecido Poseidón, inspiró en la esposa de Minos, Pasifae, una incontenible pasión por el toro blanco, naciendo de esa unión el Minotauro (llamado Asterión), un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro.
No satisfecho aún con su venganza, hizo que el Minotauro sólo se alimentara de carne humana, volviéndose incontrolable a medida que crecía. Para controlarlo, le pidieron a Dédalo (padre de Ícaro y paradigma de arquitecto habilidoso) que construyera el laberinto de Creta, una estructura gigantesca con infinitos pasillos y colocaron en el centro al Minotauro. Los atenienses, que habían sido sometidos por el rey Minos, debían entregar periódicamente una ofrenda a Creta que consistía en 7 jóvenes y 7 doncellas (otras versiones del mito hablan de 9 jóvenes). Éstos eran introducidos en el laberinto y luego de vagar unos días eran devorados por el Minotauro.
Después de varios años surgió entre los atenienses un valiente joven llamado Teseo, que decidió matar al Minotauro para liberar a su patria de ese tributo. Cuando Teseo llegó a Creta lo presentaron al rey Minos y allí conoció a Ariadna, hija del rey. Esta princesa se enamoró de Teseo y le rogó que no entre al laberinto, porque su muerte era segura y aún en caso de triunfar, no podría salir del laberinto. Cuando vio la valentía y decisión de Teseo, Ariadna le dio un ovillo de hilo, para que lo ate a la entrada y lo desenrolle a medida que se internaba. Teseo mató al Minotauro y recogiendo el hilo de Ariadna logró salir triunfante del laberinto.
Podemos quedarnos con esta bella leyenda o pensarla en términos actuales:
Cuántas promesas se hacen para llegar al poder y luego no se cumplen?
Cuántas cosas valiosas sacrificamos antes dioses que no lo valen?
Cuántas personas se crean sus propios laberintos, de los que luego no pueden salir?
Puede que el amor nos permita vencer al monstruo y encontrar la salida del laberinto?
Esta leyenda inspiró a numerosos artistas y, entre ellos a Jorge Luis Borges (1899-1986), su breve y maravilloso cuento “La casa de Asterión”. Les recomiendo que lo lean como mínimo dos veces y así descubran que el narrador de la historia es Asterión, o sea el Minotauro, aunque en el párrafo final pasa a ser narrador Teseo.
Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
Apolodoro: Biblioteca, iii, I.
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)[1] están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aqui ni el bizarro aparato de los palacios pero si la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se posternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó en el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.
El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espíritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.
Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duermo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocaremos en otro patio o bien decía yo que te gustaría la canaleta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás como el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. Quizá yo he creado las estrellas y el sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo.
Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
—¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—. El minotauro apenas se defendió.
A Marta Mosquera Eastman
[1] El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que, en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos.
Mi viaje a Creta fue inolvidable. Guardo en mi memoria las imágenes de ese mar azul, de las montañas con vides y olivares y también el recuerdo de la antigua civilización minoica y sus seres mitológicos.
12 Comments
Muy interesante !!!! Gracias Jorge !!!!!
Me alegro que te haya gustado. Muchas gracias , Reche.
gran trabajo Jorge, muchas gracias
Muchas gracias Tomás por tu comentario!
Excelente Creta y » La casa de Astertión». Muchas gracias
Me alegro que te haya gustado. Muchas gracias
Interesante y fascinante la lectura . Gracias por compartir
Muchísimas gracias por tu comentario, Roberto.
Alguna vez escuche esta historia y los nombres, pero recien pude conocerla en completo, obvio que es mito, pero en la actualidad los nombres se repiten como reviviendo esta historia, me gusto, gracias
Es como decís, es una leyenda pero está vinculada con características humanas que perduran, y por eso es actual. Gracias por tu comentario
Hola Jorge
Estuvimos leyendo tu artículo sobre Creta, y aparte de decirte que nos gustó mucho, nos trajo hermosos recuerdos de nuestra visita a esa isla, Felicitaciones Aleli y Ruben
Me alegra mucho que les haya gustado.Muchísimas gracias.