Uno de los países de Europa más tentadores para visitar es sin duda Italia. Hay múltiples razones para ello: para su tamaño medio, unos 300000 Km2, ofrece una gran diversidad de paisajes. A esto hay que sumarle un enorme patrimonio histórico, artístico y religioso. Como si esto fuera poco, la gastronomía y la identificación con la forma de ser de los italianos es un gran incentivo, especialmente como un destino de viaje para los argentinos.
Además, partiendo de Roma o Milán, dos de sus mayores ciudades, en pocas horas de viaje podemos estar en lugares muy diferentes por su geografía, historia y costumbres. Si bien las buenas comunicaciones actuales han borrado algunas diferencias entre las distintas regiones, con ojos y oídos atentos se siguen detectando las diferencias sociales, económicas y culturales entre las mismas.
Italia, tiene una particular configuración geográfica, una gran península que se interna en el Mediterráneo. En el Norte está la enorme barrera de los Alpes, luego el valle del río Po, la llanura que se encuentra al Sur de los Alpes. Además los Apeninos, columna vertebral que la recorre de Norte a Sur y Sicilia, la isla más grande del Mediterráneo.
La difícil comunicación impuesta por los accidentes geográficos, facilitó la diferenciación de las regiones. También la Historia tuvo influencia importante, porque la ubicación de Italia en la zona central del mar Mediterráneo, un mar navegado desde la antigüedad, hizo que fuera invadida por distintos pueblos a través del tiempo. Así lo hicieron los fenicios, cartagineses, griegos, árabes y pueblos del norte de África. Hacia el siglo XI el sur de Italia fue ocupado por los normandos que llegaron a consolidar el reino de Sicilia que cubría la mayor parte del territorio al sur de Roma. En el siglo XV los españoles del Reino de Aragón ocuparon Nápoles y su zona de influencia.
Las huellas de estas incursiones son especialmente visibles en el Sur de Italia, desde los templos griegos de Sicilia hasta la Catedral de Amalfi en estilo románico árabe-normando. Y es precisamente Amalfi la que le brinda el nombre a una de las más bellas zonas costeras de toda Italia: la Costa Amalfitana.
La maravillosa combinación de montañas y mar junto con su orientación hacia el Sur (el sol la baña todo el día), crean un lugar de extraordinario atractivo. Las playas son muy pequeñas y a veces de difícil acceso, pero la recompensa son las maravillosas vistas de la verde montaña que cae a un mar azul intenso, y pequeños pueblos con mucha historia. La Costa Amalfitana es además parte de una zona más amplia (dentro de la región de Campania) que incluye atracciones como Nápoles, el volcán Vesubio, las ruinas de Pompeya y Herculano, Sorrento y la isla de Capri. Es lo que yo llamaría “atracón turístico”, por lo que conviene planificar bien el viaje para no desesperarnos, porque no nos alcanza el tiempo para ver tanta belleza. Como la distancia desde Roma no es muy grande (unos 270 Km), otra opción es dejar una parte del recorrido para un futuro viaje a Italia.
Los primeros en llegar a esta zona fueron los griegos, que en el siglo VIII aC se establecieron en Cumas, en la costa cerca de la actual Nápoles. Por 200 años prosperaron allí, hasta que los etruscos, un pueblo de la Toscana, trataron de tomar la zona. En 474 aC los griegos fundan una “ciudad nueva”, Neapolis que más tarde deriva en Nápoles. En los siguientes 200 años la zona será gradualmente ocupada por los romanos, que comienzan a construir hermosas villas a los pies del Vesubio, en Herculano y Pompeya. La erupción del Vesubio en el año 79 dC sepultó ambas ciudades en lava, barro y cenizas, provocando un gran daño en vidas, pero al mismo tiempo las preservó para el futuro.
Nápoles fue por muchos años la ciudad principal de la región y una de las principales de Italia. Su declinación comenzó cuando en 1870, tras la unificación italiana, se eligió a Roma como capital de Italia y Nápoles se convirtió en una capital de provincia.
Volviendo a la Costa Amalfitana, hay allí tres localidades especialmente famosas, Positano, Amalfi y Ravello, pero también pequeños pueblitos, igualmente hermosos pero con menos fama, como Praiano, Atrani, Maiori y Minori. El camino de cornisa que recorre la Costa Amalfitana tiene tan sólo 30 Km, pero no es fácil de recorrer por sus curvas, sumadas al intenso movimiento durante una gran parte del año, ya que es un destino turístico favorito para italianos y extranjeros.
La irresistible combinación de montaña que cae al mar, con un clima agradable casi todo el año, atrajo a turistas desde el siglo XIX que encontraron un lugar inspirador en esos pequeños pueblos de pescadores. En ese tiempo, teniendo en cuenta las dificultades para acceder a esta zona, era habitual que las estadías fueran prolongadas y artistas famosos como el dramaturgo Henrik Ibsen, el músico Richard Wagner, el artista gráfico M. C. Escher y el escritor John Steinbeck elegían esa región para pasar largas estadías.
Amalfi
Es el pueblo históricamente más importante de la zona y el que le dio el nombre. Fue fundada como un puerto comercial por los romanos y alcanza gran relevancia en el siglo IX, cuando se convierte en una de las cuatro Repúblicas Marítimas (junto con Pisa, Génova y Venecia), que compiten por el control del Mediterráneo. Amalfi construyó una gran flota, con la que comerciaba con Egipto, Siria y Constantinopla. Además trasladó a Cruzados y logró mantener su independencia, hasta que fue conquistada por los normandos en el siglo XII y comenzó su declinación.
Amalfi está en una profunda garganta al pie de altos acantilados y lo que primero impacta es la Catedral de San Andrés, con su peculiar estilo arquitectónico románico-árabe-normando, que comenzó a construirse en el siglo X.
Junto a la Catedral se encuentran unos magníficos claustros (“Chiostro del Paradiso”) de estilo morisco, construidos en 1266 para albergar las tumbas de ciudadanos destacados de Amalfi.
Las angostas calles céntricas con su flujo permanente de residentes y sobre todo turistas, bullen con su actividad, pero uno descubre la paz en angostos pasajes antiguos.
Aprovechando el agua de un pequeño río, Amalfi comenzó a producir papel en el siglo XIII. Hoy puede visitarse el Museo del Papel (“Museo della Carta”), donde funcionaba el molino y ver la antigua maquinaria.
Cuando observamos Amalfi desde la costa, impresiona la superposición de elementos históricos, las casas que trepan la montaña y los cultivos que cubren gran parte de la misma.
Ravello
A diferencia de los otros pueblos costeros que están a orillas del mar, Ravello está sobre la montaña y constituye una maravillosa terraza con vista al mar.
Cuando se llega a Ravello, la primer sensación es la de estar en un bello lugar entre montañas y ahí uno se pregunta, siendo un lugar famoso de la Costa Amalfitana, dónde está el mar. Para verlo, lo mejor es visitar dos grandes mansiones que están en lugares privilegiados: Villa Rufolo y Villa Cimbrone.
Villa Rufolo fue originalmente construida en el siglo XIII, por la rica y poderosa familia de comerciantes Rufolo. Por herencia fue pasando a diversas familias y sufriendo deterioros, hasta que, a mediados del siglo XIX fue adquirida por el industrial escocés Francis Neville Reid que hizo una gran restauración, quedando como la podemos ver ahora. Especialmente importante fue el desarrollo de los bellos jardines en dos niveles, acorde con el Romanticismo vigente en ese tiempo y que se mantienen hasta hoy. Uno de los famosos huéspedes de Villa Rufolo fue el músico Richard Wagner, que se inspiró en uno de los sectores para crear parte de la escenografía de la ópera Parsifal (“El jardín de Klingsor”).
Villa Cimbrone tiene una historia similar de una rica familia que la construye, y con el paso del tiempo cambian los propietarios hasta que, a fines del siglo XIX queda abandonada. Un Lord inglés, Ernest William Beckett, la descubre y la compra en 1904 para devolverle su antiguo esplendor. Desde entonces, y hasta la década de 1960 en que la vendieron, recibieron muchos visitantes ilustres como los miembros del Grupo de Bloomsbury (ver la entrada “Londres y su interminable atractivo”), los literatos D. H. Lawrence y T.S. Eliot, el artista H. Moore, W. Churchill, la actriz G. Garbo y el director de orquesta L. Stokowski. Pareciera que el lugar cobró gran fama a través del boca a boca de la intelectualidad inglesa y norteamericana. Además de la belleza de los jardines, la llamada “Terraza del infinito o Belvedere” brinda vistas espectaculares de la costa y los montes vecinos.
Positano
Es el primer lugar que uno encuentra cuando se arriba desde la península de Sorrento y es uno de los favoritos de los turistas. Es un lugar muy atractivo por el colorido de sus casas, que trepan la empinada ladera y por los jardines que colorean el paisaje y contrastan con el azul del mar. Desde la playa se pueden ver dos panoramas que compiten entre sí, la vista del mar y las embarcaciones en el puerto y para el otro lado la montaña con sus pintorescas casas.
En 1953, el escritor John Steinbeck visitó Positano y escribió para la revista Harper´s Bazaar: “Positano cala hondo. Es un lugar de ensueño, casi irreal cuando se visita, y atractivamente real cuando uno ya se ha ido”. A pesar que hace años que dejó de ser un lugar exclusivo de ricos y famosos, Positano mantiene un encanto que atrae a muchísima gente, especialmente en el verano.
La Costa Amalfitana es vecina a Sorrento y cercana a Nápoles, una región que, además de su rica historia y sus bellos paisajes, tiene una larga tradición musical y un estilo en particular: la “canción napolitana”. En general se trata de canciones para voz solista masculina y acompañamiento musical cantadas en el dialecto napolitano, que se han popularizado en todo el mundo por la emigración italiana y en particular la de napolitanos. También ayudó a su difusión que grandes cantantes de ópera como Enrico Caruso o Luciano Pavarotti, las incluyeran en sus conciertos. Cuentan historias de amor o describen el paisaje del sur de Italia, como O sole mio, Torna a Surriento, Caruso, etc.
En particular Caruso, del cantautor Lucio Dalla, es un homenaje al tenor napolitano Enrico Caruso (1873-1921), una de las mayores voces líricas de principios del siglo XX. Caruso tuvo una vida muy intensa en Estados Unidos, donde hizo a lo largo de los años 863 presentaciones en la Metropolitan Ópera de New York, tuvo varias amantes y acumuló mucho dinero. Era muy fumador y su salud se deterioró mucho en su último año de vida (murió a los 48 años).
En 1986 Lucio Dalla se aloja en un hotel de Sorrento, casualmente en la misma habitación en que se alojó Caruso poco antes de morir. Estando allí Dalla escucha la siguiente historia, que fue la que le inspiró su canción napolitana Caruso.
“Caruso estaba enfermo de cáncer en la garganta y sabía que tenía los días contados, pero eso no le impedía dar lecciones de canto a una joven de la cual estaba enamorado. Una noche de mucho calor no quiso renunciar a cantar para ella que lo miraba con admiración, así que, aún encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento. Su voz era potente y los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza. Las luces de las barcas eran tantas que parecian estrellas o quizás las luces de los rascacielos de Nueva York… Caruso no perdió las fuerzas y siguió cantando sumergiéndose en los ojos de la muchacha apoyada al piano. Esa noche su estado empeoró. Dos días más tarde, el 2 de agosto de 1921, moría en Nápoles. Esta canción narra el drama de esa noche… con luces y sombras del pasado… con muerte y vida… un testamento de amor… este fue su último concierto… y este fue su excepcional público… el mar, las estrellas, los pescadores, las luces de las barcas y su amada…”
La canción tuvo inmediato éxito en la voz de su autor y en la de Luciano Pavarotti que la incluyó en sus recitales. Escuchémosla:
Como vemos, la Costa Amalfitana tiene mucho para ofrecernos, y luego de estar allí guardamos un recuerdo imborrable de esa experiencia vivida.
12 Comments
Maravilloso ,espléndido lugar!!!!
De acuerdo con vos, Carlos. Muchas gracias.
Te conocí x tu hijo
Tus relatos super 10
Muchísimas gracias María Inés.
Jorge, esplendida descripción de una región Italiana de maravilla, y los que hemos tenido la suerte de recorrerla toda en coche nos permite volver a revivirla gracias la tu excelente pluma. Logras el milagro de volver a disfrutar de una región de ensueño como es toda la Costa Amalfitana.
Un abrazo y muchas gracias.
Alfredo.
Muchísimas gracias Alfredo por tus palabras. Me alegra que te haya gustado
inolvidable lugar y recreado maravillosamente vuelve a brillar en la memoria. Gracias
Me alegra Julio que te haya despertado buenos recuerdos. Muchas gracias
Hermosos recuerdos me trae, fuimos cuantas veces pudimos, aun viajandopor un dia para volver a ver estas maravillas, en una oportunidad nos alojamos en un hotel Excelsior en Amalfi en un tope del cerro con todo el Medilterraneo y la costa a nuestros pies, de ensueño, muchas gracias por poder revivirlo
Estoy de acuerdo con vos en que es un lugar al que siempre se quiere volver. Gracias por tus palabras
Querido Jorge: Me asombra que hayas visitado tantos lugares y me maravilla el amor con que los describes.
Muchísimas gracias Elsa por tus palabras. El gusto por conocer, ya sea Argentina u otros países, me acompañó siempre. El recuerdo de las experiencias de viaje es muy intenso y trato de transmitirlo a los demás.