“Si tienes la suerte de haber vivido en París cuando joven, luego París te acompañará, vayas donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que París es una fiesta que nos sigue”
De una carta de Ernest Hemingway (1899-1961) a un amigo.
Los que vamos como simples turistas no llegamos a vivir la fiesta que nos cuenta Hemingway, pero nos resulta fácil entender que París tiene una especie de imán, que nos atrapa y nos exige volver una y otra vez. Con el tiempo, todas esas imágenes de sus calles, sus monumentos, sus edificios, sus rincones y su gente, quedan grabados para siempre en nuestra mente y es la fiesta que llevamos con nosotros.
Después de haber estado varias veces en París, resulta difícil elegir unos pocos lugares favoritos para comentar en el blog. Los elegidos esta vez serán:
_ Ile de la Cité
_ Le Marais
_ Jardin du Luxembourg
_ Montmartre
_ Montparnasse
París es también víctima de su tremendo éxito turístico que hace que la ciudad esté, en situaciones normales, desbordada por hordas turísticas. Como referencia, Francia es el primer destino turístico mundial en número de visitantes extranjeros, con aproximadamente 90 millones de turistas en 2019, y por París pasa una gran parte de ese tremendo caudal de gente. Por eso los lugares favoritos elegidos no son los más populares, como la Tour Eiffel, el Museo del Louvre, el Arco de Triunfo, etc.
Ile de la Cité
Hay indicios de que en esta isla del Sena estuvo el asentamiento que dio origen a París entre los años 250 y 200 aC. El nombre de la ciudad provendría del nombre de sus habitantes, el pueblo galo de los parisios. Al llegar los romanos en el 52 aC la llamaron Lutecia, pero finalmente el antiguo nombre prevaleció. Entre los siglos VI y XIII comienza a ser elegida como capital por los monarcas franceses y, además de fortificarla con murallas, comienzan a construir algunos de los monumentos que se conservan hasta hoy.
En esta isla, además de la muy famosa catedral de Notre-Dame, hay una pequeña joya arquitectónica que deslumbra por la luminosidad y el colorido de sus vitrales. Se trata de la Sainte-Chapelle terminada en 1248, que destaca los logros alcanzados en Francia en la construcción de espacios religiosos (catedrales de Chartres y Amiens), en este caso para uso de la monarquía, con liviandad y mucha luminosidad.
La isla tiene calles muy transitadas que la comunican con ambas márgenes del Sena, pero también rincones apacibles como la Place Dauphine o el extremo Oeste de la isla, con forma de proa, llamado Square du Vert Galant. Este tranquilo jardín permite, especialmente en una mañana de sol, tener hermosas vistas de ambas márgenes del Sena. Está junto al Pont Neuf (Puente Nuevo) y la estatua ecuestre del rey Enrique IV. El nombre Vert Galant de este bello jardín alude a las numerosas amantes que tuvo Enrique IV.
Le Marais
Es uno de los barrios más antiguos de París, que surgió cuando en los siglos XVI y XVII los nobles construyen sus mansiones (“Hôtel Particulier”). Éstas, aún hoy pueden admirarse, convertidas en museos o edificios públicos. Un conjunto imperdible es la Place des Vosges, terminada en 1612, la más antigua de París. La rodean 36 edificios que conservan su aspecto original y hoy nos brindan en sus recovas, un paseo que combina negocios, cafés y restaurantes.
Cuando la corte francesa se traslada a Versailles, el barrio pasa a ser ocupado por la clase media y, a partir de 1960, tiene un gran resurgimiento con la llegada de gente joven. Esto lo transforma en uno de los barrios más demandados, con tiendas de diseño y una gran oferta gastronómica, lo que le confiere una gran vida a sus calles.
Entre las mansiones de acceso público están el Palacio Salé, convertido en el Museo Picasso de París, con obras representativas de los distintos períodos del famoso artista.
El Museo Carnavalet, instalado en dos lujosas mansiones, cuenta la Historia de París a través de objetos y documentos.
En la zona está también el antiguo barrio judío (conocido como Pletzl), con una antigua sinagoga y el Museo Judío. En la zona hay conocidos locales para probar platos y pastelería típica.
Yendo hacia Les Halles encontramos el impactante Centro Pompidou, con su explanada poblada de artistas callejeros y puestos para probar los famosos crepes parisinos.
Jardin du Luxembourg
Es un hermoso pulmón urbano de 22 Ha en el medio de la ciudad y es ideal para hacer un alto, con o sin picnic incluido, en las extenuantes caminatas por el Barrio Latino o el Boulevard Saint-Germain. Tenemos, además de los jardines, el imponente Palacio sede del Senado francés.
Un lugar con especial encanto es la Fontaine Médicis, que se llama así porque fue construida por María de Médicis, viuda del rey Enrique IV y madre y regente de Luis XIII. Por su ubicación, en un costado del parque, es un lugar especialmente tranquilo que transmite paz.
Montmartre
Paris tiene algunas pequeñas colinas y la más famosa es Montmartre. En realidad pasó a formar parte de París recién en 1860, y se fue convirtiendo gradualmente en el barrio de los artistas y del entretenimiento popular, especialmente a fines del siglo XIX y principios del XX. Sus calles y sus casas mantienen ese estilo que uno asocia a la vida bohemia. La impactante presencia en la cumbre de la iglesia de Sacre-Coeur, permite distinguir Montmartre desde una gran distancia.
Es muy lindo recorrer algunas calles fuera de la zona más concurrida y evocar la época en que grandes pintores, cuyas obras valen actualmente millones de dólares, eran muy pobres y soñaban con lograr reconocimiento. Uno de los lugares más famosos es el Bateau-Lavoir, un lugar de residencia y encuentro de artistas de la talla de P. Picasso, J. Gris, A. Modigliani, C. Brancusi, etc que, entre 1904 y 1912 trabajaron y crearon allí algunas de sus obras más famosas. Entre ellas la obra iniciadora del cubismo, “Las señoritas de Avignon” de Picasso, con la que en 1907 desconcertó al mundo artístico.
Los lugares de entretenimiento, como el Moulin de la Galette, fueron inmortalizados por artistas como A. Renoir, o en el caso del Moulin Rouge por H. de Toulouse Lautrec.
Montmartre fue también el barrio donde vivieron algunos de los mejores cultores de la canción francesa como Edith Piaf (1915-1963) o Charles Aznavour (1924-2018) y por eso quiero rendirles tributo.
Recorriendo sus calles uno se encuentra en Montmartre con algo tan inesperado como un viñedo, que mantiene una antigua tradición de que haya siempre viñedos en la colina.
Maurice Utrillo (1883-1955) está considerado el pintor de Montmartre por excelencia, fue hijo y alumno de la también pintora Suzanne Valadon. Su obra fue poco valorada en su tiempo y su vida estuvo marcada por su adicción al alcohol.
Montparnasse
Así como Montmartre fue el barrio elegido por los artistas desde fines del siglo XIX hasta 1910 aproximadamente, el centro de la vida bohemia de artistas e intelectuales se muda a Montparnasse desde esa fecha y especialmente en el período entre las dos Guerras Mundiales.
A principios del siglo XX, París se convirtió en el polo de atracción para jóvenes artistas ansiosos por encontrar un ambiente donde crear libremente. Además de franceses como G. Braque, H. Matisse, A. Derain, M. de Vlaminck, M. Utrillo, F. Leger, etc, llegan españoles como P. Picasso y Juan Gris, italianos como A. Modigliani, G. Severini y G. de Chirico, M. Chagall y C. Soutine de Rusia, el japonés Foujita y otros menos famosos. Hay además literatos como J. Cocteau, A. Breton, Ezra Pound y E. Hemingway.
El estímulo de reunirse en los cafés y restaurantes de Montparnasse para discutir de arte, trabajar y exponer juntos, compensaba las penurias de una vida signada por la pobreza. Hubo casos como los de Modigliani, Soutine y Utrillo que apenas tenían para vivir, y recién fueron valorados años más tarde. En el año 2015 se vendió una pintura de Modigliani de 1917, por la suma de 170 millones de dólares.
Muchos de los artistas antes mencionados vivieron en La Ruche (La colmena), un edificio circular de tres pisos, diseñado por G. Eiffel para la Exposición Universal de 1900. El edificio fue rescatado por el escultor Alfred Boucher para destinarlo al alojamiento de jóvenes artistas que, por un módico alquiler, podían alojarse y trabajar compartiendo espacios y modelos, teniendo también un lugar para exhibir sus obras. En 1971 fue rescatado por famosos artistas que evitaron su demolición, y se lo reacondicionó para ser nuevamente un hogar para artistas.
Con respecto a los cafés en donde se reunían los artistas, hay tres que se volvieron famosos por ellos y aún existen: Le Dôme, La Rotonde y La Coupole.
Al heterogéneo grupo de artistas que trabajaron en París entre 1910 y 1930 se lo conoce como Escuela de París, un nombre genérico ya que no siempre encajan en las tradicionales clasificaciones como Postimpresionistas, Surrealistas o Expresionistas. Uno de los miembros más destacados del grupo fue Marc Chagall (1887-1985) un judío nacido en Rusia que se unió al grupo de artistas de Montparnasse con un estilo único, que se mueve entre lo real y lo irreal, como en un sueño. En su mundo personas y animales flotan en el espacio, y el maravilloso colorido de sus cuadros emociona y transmite optimismo. Sus temas van desde lo personal (su amor por Bella, su novia y luego esposa), temas religiosos o los recuerdos de su infancia en Rusia, que no eluden el drama de las persecuciones. En su larga vida no sólo pintó cuadros sino que ilustró libros, diseñó vitrales y pintó nada menos que el techo de la Ópera Garnier de París.
El caso de Amedeo Modigliani (1884-1920), un pintor y escultor italiano formado en la tradición de su país e influido por el Manierismo, es sumamente interesante. Su vida personal giró alrededor de la miseria y el alcoholismo, y su temprana muerte lo terminó de inscribir en el grupo de los “artistas malditos”. Llega a Montmartre en 1906, donde conoce a Picasso y otros grandes artistas que gradualmente influirán en su obra. Regresa brevemente a Italia y en 1909 se instala finalmente en Montparnasse, para dedicarse a la escultura y la pintura, creando un estilo totalmente personal. Sus retratos nos muestran figuras alargadas, bocas y narices pequeñas y ojos almendrados apenas insinuados. Despierta una gran atracción en las mujeres que conoce, y pinta audaces desnudos para su tiempo. Su vida de excesos, junto con una tuberculosis que arrastra desde su temprana juventud, terminan con su vida cuando apenas contaba 35 años.
“París no se acaba nunca, y el recuerdo de cada persona que ha vivido allí es distinto del recuerdo de cualquier otra. Siempre hemos vuelto, estuviéramos donde estuviéramos, y sin importarnos lo trabajoso o lo fácil que fuera llegar allí. París siempre valía la pena, y uno recibía siempre algo a trueque de lo que allí dejaba. Yo he hablado de París según era en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy felices”
Ernest Hemingway: “París era una fiesta” (1964)
Bonus: para despedirnos de París escuchemos un fragmento musical, que nos transmite la vitalidad de la Ciudad Luz. El video muestra la globalización de una música típicamente francesa, interpretada por una orquesta china dirigida por un gran director estadounidense de origen francés.
10 Comments
Adoro París!! Muchas gracias
Te agradezco Lucía por tu comentario
Hola Jorge, yo tuve la suerte de visitar Paris en 2019, en algunas de estas partes estuvimos, en otras desgraciadamente no.
Me encanto Paris, una ciudad con tanta historia y cultura, impacta.
Como siempre gracias por todo lo ofrecido.
Saludos
Tomás
Comparto tu gusto por París. Gracias por tu comentario
Hola Jorge
Excelente tu trabajo. Me atrapa leer sobre los pintores de Montmarte y tus descripciones de los personajes, su obra y el entorno
Gracias por este regalo que es una caricia para el alma.
Me alegra mucho Ricardo que te haya gustado. Gracias a vos
Hola Jorge, como siempre es una fiesta recibir tus notas. Esta ,sobre Paris, es una joya y las canciones un verdadero regalo. Muchas gracias, Saludos, Mignon
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Muchísimas gracias Mignon por tus alentadoras palabras
Hoy, 14 de julio, entro a tu blog para homenajear mi París personal, el de antes de haberlo conocido y, por lo tanto, recreado a través de la literatura, el cine, la pintura, la música clásica y la popular y todo aquello que confluye en el mundo imaginario . Fuimos por primera vez cuando yo tenía cuarenta años. Habremos regresado varias veces, cinco, quizás, desde aquel deslumbramiento que me hizo llorar por estar en el sitio al que los argentinos de mi generación y anteriores le adjudicábamos el misterio de todas las Artes. El combo musical es inmejorable. Al igual que las pinturas seleccionadas y ciertas biografías ineludibles. Nunca me alojé en la zona que alguna vez fue el barrio judío. Me encantaría despedirme de París desde ese lugar que vislumbré de pasada. De turista ya he gastado pilas. Ahora pediría ser viajera de pocos destinos y tener tiempo muerto para hacer de cuenta que tengo toda la vida por delante. Gracias, Jorge, por los fuegos de artificio que enciendes en tus seguidores.
Muchas gracias Silvia por tus hermosas palabras. Expresan perfectamente, lo que se siente al viajar en distintas etapas de la vida. Comparto tu criterio de tomar los viajes con más calma y disfrutar de los pequeños momentos.