Siempre me pregunté qué hace a Praga un lugar tan especial y convocante, para que la visiten turistas de todo el mundo. Para tener una idea de magnitud, en el año 2019 Praga se ubicó en el noveno lugar entre las ciudades europeas con 18.48 millones de noches-cama (es un indicador que multiplica el número de turistas por el número de noches que pasan en una ciudad).
Hay varias cosas que fascinan en Praga. Si bien es una ciudad grande, de 1.2 millones de habitantes, lo más interesante para conocer está bastante concentrado en cinco barrios:
HRADČANY (Barrio del Castillo)
MALÁ STRANA (Ciudad baja o pequeña)
STARÉ MĚSTO (Ciudad vieja)
NOVÉ MĚSTO (Ciudad nueva)
JOSEFOV (Barrio judío)
Las distancias no son muy grandes y es un placer caminar por las calles antiguas y aún perderse en ellas, sabiendo que alguna de las “Cien Torres” que se dice tiene Praga, o el río VLTAVA (Moldava), nos servirán de referencia para retomar nuestra ruta. Pero hay otras cosas como la particular confluencia de culturas (eslava, germana y judía), que han dado forma a Praga y su gente.
Recorrer Praga es visualizar una historia que se remonta al siglo IX, cuando se construye una fortaleza sobre una colina en la margen occidental del río Moldava. En el siglo XIV, Carlos IV Rey de Bohemia, otorga nuevo brillo a Praga ordenando la construcción de NOVÉ MĚSTO (Ciudad nueva) y del famoso Puente Carlos, uniendo así ambas márgenes del río.
En el siglo XV comienza un período de conflictos religiosos por la aparición del reformador Jan Hus, un teólogo que cuestiona al papado por sus riquezas y la venta de indulgencias. Lo condenan a morir en la hoguera en 1415, más de 100 años antes que Lutero planteara los mismos temas. Hoy se lo recuerda con un impresionante monumento en la plaza principal de Praga.
A principios del siglo XVI, el reino de Bohemia pasa a formar parte de los dominios de los Habsburgo, quedando Praga como una capital de provincia
Praga vivió un florecimiento a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX y por eso hoy disfrutamos de muchos palacios barrocos que pertenecieron a la nobleza germana, italiana y española de esa época.
En la segunda mitad del siglo XIX, bajo el Imperio Austro-Húngaro, surge un creciente nacionalismo checo a través de escritores y músicos, que buscan una identidad propia para los checos. El surgimiento de Checoslovaquia como país independiente recién tendrá lugar tras la caída del Imperio Austro-Húngaro, al finalizar la Primera Guerra Mundial, en 1918, convirtiéndose Praga en su capital.
No duró mucho la experiencia independiente. En 1938 la Alemania Nazi anexó una parte importante del país y finalmente lo ocupó totalmente entre 1939 y 1945. Después de la liberación de Checoeslovaquia por el ejército soviético, el país adoptó un régimen socialista bajo la tutela de la Unión Soviética. En 1968 los checos trataron de introducir una serie de reformas en el régimen, lo que provocó la intervención de las fuerzas del pacto de Varsovia lideradas por la URSS (“Primavera de Praga”).
Finalmente en 1989 con la Caída del Muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética, se produce la llamada “Revolución de Terciopelo”, que lleva al país a un régimen multipartidista y una economía de mercado. A principios de 1993 se divide el país en forma amistosa, creándose la República Checa (capital: Praga) y Eslovaquia (capital: Bratislava).
Caminar por Praga es un placer, no sólo por la bella arquitectura y las vistas desde las colinas, sino también por la vitalidad que emana de su gente, orgullosa de su ciudad y por la presencia de muchos jóvenes. Como sucede con otros atractivos lugares turísticos hay un precio a pagar, las multitudes de turistas que invaden todo. Esto se potencia durante la primavera y el comienzo del otoño, que es la mejor época desde el punto de vista meteorológico. El impulso económico que provee el turismo es aprovechado por cervecerías y restaurantes, negocios que venden souvenirs (especialmente cristal de Bohemia) y también conciertos donde se interpretan obras de Mozart que, si bien era austríaco, tenía un particular cariño por Praga.
Para organizarse en los recorridos, conviene dedicar un día a HRADČANY (Barrio del Castillo) y MALÁ STRANA (Ciudad baja o pequeña), regresando al atardecer para disfrutar de la movida del Puente Carlos y la plaza central de la Ciudad Vieja, junto al impactante Reloj Astronómico.
El siguiente día se puede dedicar a STARÉ MĚSTO (Ciudad vieja), NOVÉ MĚSTO (Ciudad nueva) y JOSEFOV (Barrio judío).
Para los que prefieren recorrer los lugares con un guía, está la opción de contratar un tour formal o los llamados “a la gorra” (si uno quedó satisfecho con el guía, se le deja una propina adecuada).
Acorde con los objetivos del blog quiero contarles que en Praga, además de todos los atractivos mencionados, podemos encontrar fuertes vínculos con expresiones artísticas de primer nivel. Para eso les dejo tres ejemplos destacados:
Franz Kafka (Literatura)
Antonin Dvorak (Música)
Alfons Mucha (Arte)
Franz Kafka (1883-1924) nació en el seno de una familia judía, con el padre proveniente de una humilde familia de carniceros checo-hablantes y la madre de una familia más rica germano-hablante. El padre, una persona autoritaria, dirigió la educación de sus hijos y tuvo una profunda influencia en su hijo mayor Franz. Dos hermanos menores que Franz fallecieron de pequeños y las tres hermanas menores, con las que tuvo muy buena relación, lo sobrevivieron para luego ser asesinadas en los campos de exterminio nazi.
Tuvo una esmerada educación y, a instancias de su padre, estudió Derecho graduándose en 1906. Pero su interés estaba en la literatura y se buscó un empleo en Seguros que le dejara tiempo para escribir.
Kafka tuvo una personalidad atormentada, sintiéndose fracasado en dos aspectos para él muy importantes, escribir y ser un adulto independiente. Respecto a su padre sentía una compleja mezcla de temor, odio y admiración. Su inseguridad respecto de su obra literaria fue tal que sólo publicó algunos relatos cortos, y dejó inconclusas y sin publicar tres novelas y muchos relatos breves. Peor aún, le hizo prometer a su mejor amigo, el también escritor Max Brod, que destruiría su obra no publicada tras su muerte, que él veía temprana porque en 1917 le diagnosticaron tuberculosis. Por suerte para la humanidad, su amigo lo “traicionó” y se ocupó de publicar y difundir su obra. Actualmente se lo incluye a Kafka, junto con M. Proust, J. Joyce, W. Faulkner y J. L. Borges en el grupo de escritores más influyente de la literatura del siglo XX.
Kafka no sólo no tuvo reconocimiento en vida, sino que tampoco en su país y en Praga, su ciudad, se lo reconoció hasta los últimos 30 años. Quizás influyó el hecho de que todo lo escribió en alemán y no en checo (a pesar de que dominaba ambas lenguas), quizás el antisemitismo del período entreguerras. Tampoco le gustaba su obra, por su temática, al régimen comunista que gobernó de 1946 a 1989. Actualmente hay varios monumentos que lo recuerdan, un Museo Kafka (Cihelná 635, Malá Strana), las casas en que vivió, e incluso desde 2001 se entrega anualmente el premio literario Franz Kafka. Su obra influyó en escritores de la talla de Albert Camus, Jean Paul Sartre, Gabriel García Márquez y Jorge Luis Borges.
Las obras de Kafka nos interpelan, obligándonos a pensar en las múltiples formas de interpretar lo que nos cuenta. Los finales abiertos, la sensación de estar en un mundo inquietante que no controlamos, pero que nos afecta profundamente. La literatura de Kafka está plenamente vigente en nuestro tiempo y por eso se habla de situaciones “kafkianas”, que nos remiten a su obra. Muchos de sus relatos son “parábolas”, relatos simbólicos que tienen un fin didáctico, aunque no hay una moraleja explícita. Una multitud de estudiosos (escritores, críticos, psicólogos, etc) han buscado diferentes interpretaciones en sus obras. Les dejo uno de sus relatos breves:
Ante la ley
[Cuento – Texto completo.]
Franz Kafka
Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.
FIN
Antonin Dvorak (1841-1904) nació muy cerca de Praga y es allí donde desarrolló la mayor parte de su carrera. Si bien era un buen intérprete de violín, el pronto reconocimiento que tuvieron sus obras, le permitió dedicarse a la composición y a viajar para presentar sus obras en distintos países. Vivió en una época de creciente nacionalismo y conciencia de la identidad nacional de los checos. Eso lo llevó a introducir en sus obras elementos de la música folklórica checa, como en sus famosas “Danzas Eslavas”.
A partir de 1884 realiza numerosos viajes a Inglaterra y también algunos a Alemania y Rusia, dando conciertos para presentar sus obras, con gran éxito.
Entre 1892 y 1895 vivió en Estados Unidos, invitado a dirigir el Conservatorio Nacional en New York. En ese período, influido por la música afroamericana, compuso dos de sus obras más famosas: la Sinfonía N° 9 “del Nuevo Mundo” y el Cuarteto Americano.
En sus últimos años en Praga presentó su ópera más famosa, “Rusalka”, basada en una leyenda checa y se dedicó a dirigir el Conservatorio de Praga ( Na Rejdisti 1, Ciudad Vieja).
Escuchemos un ejemplo de su música.
Alfons Mucha (1860-1939) nació en un pueblo de Moravia y falleció en Praga, durante la ocupación nazi. Desde muy joven mostró talento para el dibujo y la pintura, ganándose la vida como pintor decorativo en teatros. Su educación artística formal la realizó en Munich y luego en París a partir de 1887. Recibió una influencia del “Art Noveau”, muy vigente en ese tiempo, que aplicó para la ilustración de revistas y publicidad.
Alcanza la fama con el primer cartel publicitario que realiza para la gran actriz Sarah Bernhardt en 1895. Es tal el éxito, que la actriz lo contrata con exclusividad por seis años, para realizar no sólo los carteles sino también la escenografía y el diseño del vestuario.
También diseña joyas, que serán producidas por el joyero parisino Georges Fouquet y presentadas en la Exposición Universal de París (1900).
A pesar de su exitosa carrera y el reconocimiento público, Mucha quería legar una obra pictórica significativa a Praga. Para ello trabajó muchos años en una serie de pinturas de grandes dimensiones, que cuentan la historia de los pueblos eslavos (Épica eslava).
La Épica le permitió crear una imagen de la cultura eslava ajena a las influencias germanas, que durante años habían permeado en los pueblos de la región. Buscaba una autodefinición de estos pueblos, con la esperanza de unirlos en torno a la causa común de la independencia y la unidad eslava, así como la celebración de la nación checa. Mucha terminó su gran obra en 1928 y los veinte lienzos se expusieron en la ciudad de Praga.
Cuando en 1918 surge Checoslovaquia como país independiente, Mucha se convierte en el artista oficial del nuevo país. Es así que diseña sellos postales, billetes y documentos oficiales.
En 1939 es arrestado e interrogado por la Gestapo y fallece a los pocos días, cuando estaba cerca de cumplir 79 años.
Hay un muy lindo Museo Mucha en Praga ( Panská 7, Ciudad Nueva )
Es un placer recorrer Praga y al mismo tiempo descubrir los valiosos aportes a la Humanidad de estos tres praguenses. Surgidos de un pequeño país de Europa Central que nunca formó un imperio, ni tuvo territorios de ultramar y ni siquiera tiene acceso al mar. A pesar de todo eso, pudo crear esa joya que es Praga.
16 Comments
Excelente Jorge, muchas gracias. Mis hijas que han viajado por Europa Central siempre recuerdan a Praga por su enorme atracción para los jóvenes. Abrazo
Muchas gracias por tu comentario. Abrazo grande
Excelente resúmen Jorge!!!. Una joya!!!
Muchas gracias por tus palabras Alberto
Como siempre excelente resumen ,y me hizo recordar mi visita a ese hermoso país .Gracias Jorge.
Muchas gracias Carlos, sí dá gusto estar allí
Gracias Jorge! Me encantó. Fue como recorrer nuevamente esa encantadora ciudad. Excelente la elección del cuento de Kafka!
Qué bueno haberte ayudado a evocar nuevamente Praga. Muchas gracias a vos
Gracias Jorge. Dan ganas de continuar esta recorrida por Praga y por la obra de sus múltiples creadores artísticos.
Estoy de acuerdo con vos, muchas gracias Roberto
Excelente tus comentarios Jorge
Es una asignatura pendiente. Conocer Praga
No pierdo las esperanzas
Muchísimas gracias por tus palabras, Pablo. Espero que puedas conocerla pronto
Jorge , nosotros estuvimos en el 2019 en Praga, es tal cual vos la definis. Quedamos deslumbrados por su belleza, amabilidad de sus habitantes y la caantidad de gente que la visita.
Gracias por todo
Muchísimas gracias por tu comentario Tomás
Excelente Jorge. Me gustó mucho aprender sobre Praga y sus artistas. Segui escribiendo….
Muchísimas gracias Pablo. Seguiré tu consejo