Recuerdo que me asombré mucho cuando leí, a fines de la década de 1950, que Brasil inauguraba una nueva capital, construida desde cero en una región del interior del país. Me parecía increíble que se pudiera construir una ciudad totalmente nueva y planificada.
Muchos años más tarde descubrí que no era el primer caso, cuando me preparaba para viajar a San Petersburgo y leí que fue creada desde cero a principios del siglo XVIII. Esta hermosa ciudad, joya arquitectónica de Rusia, fue capital de Rusia entre 1712 y 1917, cuando el gobierno revolucionario decidió trasladar la capital a Moscú nuevamente.
Esta ciudad es también resultado de la férrea decisión de un hombre, Pedro I (o Pedro el Grande), que literalmente movió cielo y tierra para ver concretado su sueño. Pedro (1672-1725), uno de los hijos del zar Alejo I y su segunda esposa, accedió al trono con tan sólo 10 años, por lo que hasta 1694 actuaron como regentes en distintos períodos su madre y su hermanastra. En este período se dedicó a la buena vida y a vincularse con los extranjeros que vivían en Moscú, que lo dejaron fascinado con sus relatos sobre la vida en Occidente, bastante diferente de la vida rusa. En ese tiempo aprendió no sólo un poco de holandés y alemán, sino también a trabajar la madera y mecánica.
Cuando asume plenamente su rol de zar de Rusia, se encuentra que reina sobre un inmenso país encerrado en sí mismo y decide transformarlo en una potencia vinculada al resto de Europa. Para ello necesitaba el acceso al mar Mediterráneo y al mar Báltico, pero para llegar al Mediterráneo debía pasar por el mar Negro, controlado por el Imperio Otomano. El Báltico estaba dominado por los suecos que tenían una base en la desembocadura del río Neva (extremo oriental del golfo de Finlandia). Esto lo llevó a realizar campañas militares en el sur contra los turcos, y en el norte contra los suecos. En esas campañas comprobó muchas debilidades de su Ejército y la ausencia de una Marina, aunque tras algunas derrotas logró tomar Azov, lo que le permitió tener la primera base naval sobre el mar Negro.
En 1697 emprende un largo viaje por Europa (conocido como la Gran Embajada) acompañado de unos 300 nobles y artesanos especializados. Quiere aprender en el lugar las nuevas técnicas de construcción de barcos, cañones y otros elementos necesarios para modernizar su capacidad militar. Llegó incluso a trabajar 4 meses en un gran astillero holandés y al mismo tiempo se vinculó con mucha gente, a la que luego convocaría como sus asesores. El otro objetivo del viaje era sondear la posibilidad de un acuerdo para luchar contra los turcos, pero su propuesta no encontró eco.
Pedro regresó ansioso por comenzar con las reformas para occidentalizar su país, pero se enfrentó con una fuerte resistencia de los nobles (boyardos) y de la Iglesia, aferrados a sus tradiciones. Entonces aparecieron las otras características de su personalidad, su despotismo y brutalidad, al servicio de cumplir su objetivo independientemente del costo en vidas. Las reformas incluían aspectos de la vida diaria, como el comportamiento en la mesa, la prohibición de usar barba o de lo contrario pagar una fuerte multa, el tipo de ropa, la participación de las mujeres en la vida social, etc.
En 1700 firma la paz con los turcos y concentra sus esfuerzos en la larga y difícil lucha contra los suecos, que dominaban el norte de Europa. En 1703 logra tomar una fortaleza sueca en la desembocadura del río Neva, Es allí donde comienza a construir la ciudad que se convertirá en la capital de su Imperio y principal ventana a Occidente. El terreno no ayuda ya que se trata de un delta con varias islas y un suelo poco firme, sumado a un largo y crudo invierno. Al tratarse de un lugar deshabitado debe traer decenas de miles de campesinos como mano de obra esclava, muchos de los cuales mueren durante la construcción. También los materiales deben llegar desde lejos y, para evitar su destrucción por el fuego, deciden construirla en piedra. Cuando hoy observamos la majestuosidad de sus construcciones, cuesta creer que se hizo en gran parte hace 300 años.
Lo primero que se construyó es la Fortaleza de Pedro y Pablo, en cuya Catedral reposan los restos de la mayoría de los gobernantes desde Pedro I hasta la Revolución de 1917. Pedro convocó a grandes arquitectos italianos y franceses para diseñar su ciudad en base a un plan, que incluía canales que le recordaban a Amsterdam. Pedro murió en 1725 con sólo una parte de la actual San Petersburgo construida, pero sus sucesores, entre los que destacan Catalina la Grande y Alejandro I, agregaron palacios y edificios públicos que convirtieron a esta ciudad en una de las mejores capitales imperiales de Europa.
Qué es lo que nos impacta en esta ciudad? Yo creo que es su arquitectura, las vistas del Neva y los canales, la enorme cantidad de exquisitos palacios, muchos de ellos pertenecientes a la nobleza rusa que, para emular a sus pares de Europa occidental compraron muchas obras de arte para decorarlos. También asombra su esplendor, a pesar de la declinación que supuso dejar de ser la capital y de los terribles daños que sufrió durante el asedio alemán durante la Segunda Guerra Mundial. El asedio duró 872 días, durante los cuales murieron casi un millón de personas por los bombardeos, el hambre y las enfermedades. Llevó mucho tiempo la reconstrucción y se completó recién hacia el 2003, cuando se festejaron los 300 años de su fundación (ayudó que V. Putin fuera nativo de la ciudad). La ciudad cambió varias veces de nombre porque en 1914, al comienzo de la Primera Guerra Mundial, pasó a llamarse Petrogrado (menos alemán y más ruso), en 1924, tras la muerte de Lenin, pasó a llamarse Leningrado y finalmente en 1991, decidieron sus habitantes por sufragio llamarla nuevamente San Petersburgo.
Es una ciudad mayormente para caminar alrededor de un eje que es la Nevsky Prospekt, su avenida principal. A partir de allí tenemos muchas posibilidades de recorrer calles y canales, además de asomarse al Neva para tener amplias perspectivas.
Un lugar fundamental es el Palacio de Invierno, diseñado por el arquitecto B. Rastrelli, que fue la residencia de los zares de Rusia desde 1732 hasta 1917. Tuvo varias remodelaciones y reconstrucciones y por su tamaño y magnificencia, lograba el objetivo de mostrar al mundo la potencia y riqueza del Imperio Ruso. Hoy alberga a uno de los más grandes y ricos museos de arte del mundo, el Ermitage (algunos escriben Hermitage). En realidad se trata de cinco edificios comunicados, en donde se exhibe parte de la colección de tres millones de objetos de arte (pintura, escultura, mobiliario, objetos, preciosos, etc). Esta colección se constituyó con la enorme cantidad de obras compradas por los zares, en particular por Catalina la Grande, más lo expropiado a los nobles rusos después de la Revolución de 1917. Es un caso notable donde el continente (los edificios) y el contenido (las obras de arte) compiten en magnificencia.
Un par de las magníficas obras de arte del Ermitage y un video para apreciar más detalles del edificio (les recomiendo ver el video en pantalla completa)
La Plaza del Palacio que se atraviesa para llegar al Palacio de Invierno, impresiona por su tamaño y por la columna de Alejandro, que conmemora la victoria del zar Alejandro I sobre las tropas de Napoleón en 1812. Otro hecho histórico asociado a esta plaza es el Domingo Sangriento de 1905, cuando una manifestación pacífica fue baleada por las tropas del zar Nicolás II, provocando unos mil muertos y ochocientos heridos, incluyendo mujeres y niños.
Todo en esta ciudad impacta por su tamaño, como el monumento ecuestre de Pedro I que mide 13 m de alto, que fue encargado por Catalina la Grande para homenajear al impulsor de la ciudad. Cerca de allí se encuentra la suntuosa Catedral de San Isaac con su cúpula dorada. Fue construida en estilo neoclásico entre 1818 y 1858 y para dorar su enorme cúpula se utilizaron 100 Kg de oro.
No sólo los zares tenían palacios en San Petersburgo. Un notable ejemplo es el palacio Yusúpov perteneciente hasta 1917 a una poderosa familia del mismo nombre, que además de una colección de obras de arte, tenía en su palacio un bello teatro para funciones privadas de ballet y ópera. Este palacio es famoso también porque en él se desarrolló el complot para matar al famoso monje Rasputín.
La mayoría de las iglesias en San Petersburgo, tienen un estilo arquitectónico tomado de Occidente aunque pertenezcan a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Pero hay una notable excepción y es el caso de la Iglesia de la Resurrección, más conocida como Iglesia del Salvador sobre la sangre derramada.
La iglesia fue construida en el sitio en que un atentado terrorista terminó con la vida del zar Alejandro II en 1881.
Como consecuencias trágicas de este atentado el nuevo zar, Alejandro III restringió más las libertades y frenó las reformas liberales que se habían planeado, promoviendo la persecución de los judíos mediante pogromos, que provocaron muchas muertes y el exilio como única salida.
Pedro I quiso celebrar, tras su victoria sobre los suecos, el acceso ruso al mar Báltico. Para ello comenzó la construcción de una residencia con vista al mar, a unos 30 Km al oeste de San Petersburgo. A lo largo de los siglos XVIII y XIX los sucesivos monarcas ampliaron y embellecieron el Palacio de Pedro (hoy se lo conoce como Petrodvorets), que se convirtió en su residencia de verano. Cuando los ejércitos alemanes sitiaron San Petersburgo ocuparon, saquearon y destruyeron la mayor parte del palacio, por lo que llevó muchos años reconstruirlo. Afortunadamente hoy lo vemos en todo su esplendor, con sus jardines, fuentes en cascada repletas de esculturas doradas y sus vistas al mar.
Otro de los palacios de verano es el conocido como Palacio de Catalina en la localidad de Pushkin, unos 25 Km al sur de San Petersburgo. Fue construido entre 1744 y 1796 sufriendo distintas modificaciones según los gustos de la zarina de turno. El palacio está rodeado por hermosos jardines con diversa construcciones. Una de las salas del palacio es la Cámara de Ámbar que fue regalada a Pedro el Grande por su aliado, el rey prusiano Federico Guillermo I.
Durante la Segunda Guerra Mundial el ejército alemán saqueó y finalmente incendió el Palacio de Catalina, pero la Cámara de Ámbar desapareció y aún no se sabe con certeza dónde está. Entre 1979 y 2003 se reconstruyó esta lujosa sala y podemos ver su bella y extravagante decoración.
Durante el siglo XIX San Petersburgo se convirtió también en un importante polo cultural. La capital de un imperio tan poderoso atrajo a músicos y escritores, algunos nativos de la ciudad y otros que llegaron de diferentes lugares de Rusia.
La literatura tuvo un gran auge en San Petersburgo en el siglo XIX con escritores como Aleksandr Pushkin (1799-1837), Nikolai Gogol (1809-1852) y Fiodor Dostoyevski (1821-1881), autor de Crimen y Castigo, una de las novelas más influyentes de la literatura universal.
El Teatro Mariinsky construido en 1859/60 es un ejemplo de la importancia que le dieron a la música clásica, la ópera y muy especialmente al ballet en el Imperio Ruso. En el Mariinsky tuvo lugar el estreno de dos de los ballets más famosos de P. I. Chaicovski, La Bella Durmiente y El Cascanueces.
En 1862 se crea el Conservatorio de San Petersburgo (N. Rimsky-Korsakov) donde estudiaron algunos de los músicos rusos más importantes como P. Chaicovski, S. Prokofiev, D. Shostakovitch, los violinistas J. Heifetz y N. Milstein, los directores V. Gergiev, Y. Temirkanov y M. Jansson.
Alexandr Borodin (1833-1887) que nació y vivió en San Petersburgo estudió Medicina y Química, y como químico se ganó la vida. Como le gustaba la música pero no tenía tiempo para dedicarle, recién a los 30 años comienza a tomar clases de composición con M. Balakirev y con él pasa a integrar el llamado Grupo de los Cinco, junto a M. Musorgski, N. Rimsky-Korsakov y C. Cui. Su obra es reducida en cantidad pero de gran valor, y en ella se da la búsqueda de las raíces rusas en vez de componer bajo la influencia de la música occidental. Les dejo un pequeño video con las famosas Danzas Polovtzianas de la ópera El Príncipe Igor compuestas por Borodin (les recomiendo verlo en pantalla completa)
Como podemos ver San Petersburgo, por lo especial de su historia, sus bellezas artísticas, su literatura y su música, es una atracción de primer orden, que merece ser visitada y valorada en su singularidad.
14 Comments
Jorge muy interesante este artículo me dan muchas ganas de ir…
Muchas gracias Pablo por tu comentario. Espero que puedas viajar pronto
Jorge, muy interesante este artículo. Me dan muchas ganas de ir.
Saludos
Muchas gracias Sergio por tu comentario. Espero que puedas cumplir pronto tu deseo.
San Petersburgo recreada y valorada por la creatividad de Jorge Mandelbaum aviva mi memoria. Y recuerdo La rebelión de los boyardos, joya de la cinematografía y mi anhelada visita a la ciudad que deslumbra por su arte y por la tragedia del asedio cuya hambruna hizo desaparecer todos los animales domésticos, incluso las alimañas. Gracias, Jorge, por ofrecernos tu sabiduría inspiradora.
Muchísimas gracias Silvia por tus palabras. San Petersburgo como decís trae a la memoria suma belleza y tragedias terribles.
Hace 20 años disfrutamos todo lo que contas Jorge, mes de mayo,primavera, no nos alcanzo 1 dia para recorrer el Hermitage, y tuvimos la suerte de poder comprar boletos en moneda rusa (centavos en ese entonces) y asitir a una funcion del ballet Kirov, tan lindo poder conocer las bellezas del mundo.-gracias
Muchas gracias Leonardo por tu comentario
Me encanto la presentación de algo históricamente tan refinado ,a pesar de los malos momentos que han pasado.Muchas gracias Jorge.
Gracias Carlos por tu comentario
Excelente sintesis Jorge!!!
Que hermosas ciudad!!!
Comparto tu gusto por San Petersburgo Alberto!
Exlente que bella que es San Petesburgo, estoy llena de imagenes, de musica, de ballet. Senti que me permitiste verla, escucharla y visitarla . Gracias Jorge , muchas gracias
Muchísimas gracias por tus palabras Betty!