El sudeste de Francia siempre me resultó atractivo por su combinación de mar (Mediterráneo), montañas (Alpes Marítimos) y un clima mucho más soleado que el del norte de Francia. Dentro de esa amplia región que se extiende entre la margen izquierda del río Ródano y la frontera con Italia, se incluye la sofisticada Riviera Francesa, con lugares como Niza, Cannes, St. Tropez, etc. Pero en el oeste, se extiende la zona conocida como Provenza (Provence), con ciudades como Arlés y Aix-en-Provence. En ellas se combina la historia con el arte.
Arlés fue fundada originalmente por los griegos en el siglo VI a.C. y luego, cuando los romanos conquistaron las Galias, convirtieron a la ciudad en una de las más importantes de la región con el nombre de Arelate. Con la ayuda de emperadores romanos como Julio César y más tarde Constantino el Grande, alcanzó su máximo esplendor en los siglos IV y V contando con un anfiteatro, arco triunfal, circo romano y teatro romano, así como murallas para defenderse de los ataques. Una parte de este patrimonio arquitectónico con más de 2000 años puede visitarse en la actualidad.
La caída del Imperio Romano y las continuas invasiones llevaron a una declinación de la ciudad, quedando tan sólo como un importante puerto en el Ródano. La llegada del ferrocarril en el siglo XIX le restó importancia a este puerto y Arlés se volvió una pequeña y tranquila ciudad de provincia. Fue recién en 1888 que un joven artista holandés llegó a la ciudad, en la que vivió algo más de un año, lo que alteraría nuevamente su historia. En esos 15 meses produjo unas 300 obras, entre pinturas y dibujos, que dejaron una huella permanente en la Historia del Arte. Hoy Arlés nos invita a recorrer los lugares donde Vincent Van Gogh encontró la inspiración para esas pinturas, que llegan profundamente a personas de todas las edades y regiones del mundo. Vale la pena conocer por qué llega a Arlés este joven de 35 años, que dará tanto para hablar.
Vincent Van Gogh (1853-1890) nace en un pueblo del Brabante Septentrional, en el sur de los Países Bajos, en el hogar de un humilde pastor protestante. Desde pequeño muestra una gran habilidad natural para el dibujo, y un temperamento difícil. Luego de educarse en distintos internados, deja los estudios a los 15 años y un año después entra a trabajar como aprendiz en una importante compañía internacional de comercio de arte. El trabajo le gusta y en unos años lo trasladan a Londres y en 1875 a París, donde tiene la oportunidad de familiarizarse con la obra del pintor francés J. F. Millet, que influirá en su obra. Progresivamente pierde interés en el arte y crece su fervor religioso. En 1878 es despedido de la empresa y retorna a los Países Bajos con su familia. Mientras tanto su hermano Theo, cuatro años menor, ingresa a trabajar en el mercado del arte y se constituye en el soporte afectivo y económico de su hermano. Esta hermosa relación generó una copiosa correspondencia, en la que Vincent volcó sus proyectos y sus angustias y tuvo en Theo un interlocutor comprensivo.
Es increíble que Vincent recién en 1880, con 27 años, decide dedicarse a la pintura y comienza a tomar clases en Bruselas y luego en La Haya. Antes tuvo una frustrante experiencia como misionero en la zona de Borinage (Bélgica), una región minera muy pobre donde la gente humilde, endurecida por su trabajo y asustada por el fervor religioso de Vincent, huye de él.
En 1883 se traslada a Neunen donde vivía su familia y en dos años pinta numerosos cuadros y dibuja principalmente a los humildes habitantes de la zona, muchas veces realizando duros trabajos. Ese período se caracteriza por los tonos oscuros, pero muestra ya su capacidad para transmitir con imágenes, el dolor y las dificultades de la vida en esos lugares y en ese tiempo.
En 1886 viaja a París para encontrarse con Theo que vive allí. Por primera vez toma contacto con la obra de los Impresionistas y conoce personalmente a grandes artistas como Gaugin, Toulouse-Lautrec, Seurat, Cézanne, Pisarro, Bernard, etc. Esto tiene un profundo impacto en van Gogh, que cambia su paleta a colores más claros y vivos y también aprende las teorías sobre la luz desarrolladas por sus amigos, en momentos en que irrumpe el post-Impresionismo.
En general en estos artistas y, en particular en el caso de Van Gogh, hay también una clara influencia de las estampas japonesas de Hiroshige y Hosukai que además de admirar solía reinterpretar, y que aparecen en muchas obras en las paredes de las habitaciones.
Su vida amorosa fue una sucesión de frustrantes experiencias. A los 20 años, en Londres, tuvo su primer intento con la hija de la dueña del lugar donde se alojaba, pero fue rechazado. En 1881 quiso casarse con una prima que había enviudado recientemente, pero fue rechazado a pesar de su insistencia. Poco tiempo después, en un intento de formar una familia, lleva a vivir con él a una prostituta alcohólica embarazada y con una hija. La relación dura un año y la combinación de la dura situación económica, que la lleva nuevamente a ejercer la prostitución, más la oposición de la familia de Vincent, desembocan en esta nueva frustración. Habrá un nuevo intento fracasado en 1884, con la hija de un vecino, encontrándose nuevamente con la firme oposición de la familia de la novia. A partir de aquí es como que Van Gogh renuncia a establecer una familia, y enfoca toda su pasión en su carrera artística. Ésta probablemente no habría podido desarrollarse sin el extraordinario apoyo emocional y económico de su hermano Theo, que siempre creyó en su talento, a pesar de que casi no pudo vender las obras de su hermano en vida.
Su experiencia en París fue determinante para aclarar su paleta, comenzar a realizar retratos y ensayar combinaciones de colores, que serían la base para su siguiente etapa. El deseo de Vincent de encontrar sus motivos mayormente en la Naturaleza y la luminosidad que ofrece la Provenza, lo impulsan a viajar a Arlés en 1888. Allí, trabajando sin descanso producirá las obras que lo han hecho famoso, aunque lamentablemente esto recién ocurrirá después de su muerte. Mientras tanto su vida transcurre con serias dificultades económicas, sólo mitigadas por los envíos de dinero de Theo.
Además de pintar en los campos vecinos a Arlés y en la misma ciudad, comienza a retratar a gente humilde.
Como no puede pagar a modelos hay pocos retratos de mujeres, pero logró hacerse amigo del cartero y pudo retratarlo tanto a él como a su familia. También se toma a sí mismo como modelo, realizando una gran cantidad de autorretratos.
En este período es notorio el uso de colores intensos, en especial el amarillo. Hay un par de cosas no tan conocidas, que por mi vocación de químico, me vienen ganas de contarles. Una tiene que ver con el gran desarrollo que tuvo la química de los pigmentos y colorantes durante buena parte del siglo XIX. Esto posibilitó que los pintores dispusieran de una mayor variedad de pigmentos y a valores más accesibles. Por otro lado, en 1841 se inventa el tubo de estaño para llevar la pintura al óleo (lo que solemos llamar pomo). Esto facilitó mucho la tarea de los pintores que querían pintar al aire libre, frente a su motivo, porque permitió tener todos los materiales en una valija, que se portaba como una mochila y salir al campo a pintar.
En Arlés Vincent trata de realizar su sueño de crear una “colonia de artistas”, invitando a Gaugin para realizarlo en forma conjunta. La idea era que convivieran y salieran juntos a pintar influyéndose mutuamente. Costó convencerlo a Gaugin de que viaje, y recién lo hace a fines de octubre. La convivencia entre estas dos fuertes personalidades que no siempre concordaban se volvió cada vez más difícil. Poco antes de Navidad ocurre el famoso incidente, nunca del todo aclarado, que termina con la partida de Gaugin y una oreja cortada de Van Gogh.
Las dudas que hay sobre los problemas mentales de Vincent lo llevan, en mayo de 1889, a ser internado en un sanatorio en Saint-Rémy de Provence, a pocos kilómetros de Arlés. Allí se recupera, alternando momentos de plena lucidez con los de angustia y alucinaciones. El miedo a sufrir los problemas mentales en forma permanente lo impulsa a pintar con desesperación, primero en el lugar, y más tarde en las afueras del pueblo. De esta etapa surgen algunas de sus obras más conocidas y hay un cambio hacia colores más oscuros y hacia la presencia de remolinos.
Mientras su salud mental se deterioraba visiblemente, él seguía pintando o dibujando en forma compulsiva, por momentos a razón de una obra por día, consciente de que el tiempo para realizar su obra se iba terminando. En su último año de vida, sus amigos llevan sus obras a exposiciones (Salón de los independientes) y comienza a tener las primeras críticas favorables sobre su arte.
Finalmente acuerda con su hermano trasladarse a una pequeña localidad cercana a París, Auvers-sur-Oise, para poder estar más cerca de su familia. Allí comienza a sufrir períodos de depresión que afectan su trabajo, hasta que en julio de 1890 muere por un disparo, en un confuso episodio que al día de hoy no ha sido aclarado.
Pocos meses después fallece su querido hermano Theo, quedando la viuda como heredera de las obras del pintor. Las exposiciones que se hacen a partir de 1891, logran un creciente reconocimiento de la obra de Van Gogh por parte de la crítica y el público.
Su legado fue determinante para inspirar el surgimiento de algunas de las Vanguardias Históricas, como el Expresionismo y el Fauvismo.
Es increíble que esta vasta obra (900 pinturas y 1600 dibujos), haya sido producida en tan sólo 10 años, por alguien que hasta ese momento había fracasado en sus trabajos y afectos. Está claro que Vincent, una vez que descubrió su camino, no dudó de su talento y luchó incansablemente por lograr ser un gran artista, a pesar de las dificultades económicas y sus permanentes problemas mentales.
Su carrera artística tuvo un comienzo difícil, pero fue tomando impulso hasta alcanzar, en sus últimos años, una intensa expresión de sentimientos a través del color y la línea. No dudó en exagerar o deformar la realidad, si eso le servía a su propósito de transmitir lo que él sentía y que su mensaje le llegue al observador.
Es probablemente esa convicción con que Van Gogh nos transmite sus sentimientos, la que nos sigue fascinando hoy cuando contemplamos su obra.
13 Comments
excelente Jorge, muchas gracias, marta
Muchas gracias Marta por tu comentario
Es un verdadero placer que generosamente me regalas
Gracias Jorge por regalarnos tus maravillosos aportes y experiencias de vida
Es un gusto Ricardo. Gracias a vos
Hola, toda una historia desconocida para mi, aunque sus pinturas siempre fueron gratas, muchas gracias
Siempre me conmovió su historia y me pareció bueno difundirla. Gracias Leo
Que pena una vida tan corta para alguien tan talentoso.Gracias Jorge, ,como siempre,impecable.!
Muchísimas gracias Carlos por tu comentario
Excelente, Jorge. En unos pocos trazos y con ejemplos precisos describes la evolución del arte de Van Gogh. Me encantó El puente bajo la lluvia, que no conocía, inspirado en Hiroshige.
Muchísimas gracias Elsa por tu comentario. Hay unos cuantos cuadros de Van Gogh en los que se percibe la influencia de las estampas japonesas.
Como siempre es un placer encontrar tus notas cargadas de emotividad donde el afecto al relato subraya con intensidad el relato.
No falta ni sobra nada y deja el deseo de continuar la lectura.
Gracias
Te agradezco mucho Julio por tus palabras