Creo que no me equivoco si digo que todas las actuales capitales europeas tienen un denominador común, que es su importancia histórica. Comenzando por las que fueron sedes de un imperio de la Antigüedad como Roma, o cuna de la democracia como Atenas. Sedes de imperios, hoy devenidos monarquías constitucionales, como Londres o Madrid, o el caso de París y Viena como capitales de modernas naciones, pero donde aún se respira la magnificencia de su importancia imperial.
En cambio el caso de Berlín es especial, ya que como capital es relativamente joven, pero su peso tan determinante en el siglo XX hace que, para los que vivimos personalmente y fuimos conscientes de los avatares de la segunda parte de ese siglo, visitar Berlín nos provoca fuertes emociones.
Berlín nace como dos pequeñas poblaciones vecinas Berlín y Cölln a orillas del río Spree, que se unen hacia 1307 con el nombre de Berlín. Su importancia comienza a crecer cuando hacia 1415 es elegida como capital del Electorado de Brandeburgo. La región adhiere a la Reforma luterana y participa en la llamada Guerra de los Treinta Años (1618-1648), una guerra originalmente político-religiosa entre las regiones que adhirieron a la Reforma y los que lucharon defendiendo la Contrarreforma. El resultado fue devastador en la región de Brandeburgo, ya que su población se redujo en un 50% y fue saqueado por los ejércitos enemigos. La necesidad de recomponer la población y reconstruir la región, llevó a Federico Guillermo I de Brandeburgo a invitar a los hugonotes (así llamaban a los calvinistas franceses), duramente perseguidos por la intolerancia religiosa, a emigrar a Brandeburgo. Es así como unos 100000 hugonotes, conocidos por su habilidad para los negocios y como artesanos, van a Berlín y contribuyen al crecimiento económico desarrollando la industria textil, metalúrgica, del cuero, etc. No es la primera vez en la Historia en que la persecución religiosa hace perder a un país valiosos recursos (ver la entrada Toledo (España): ciudad de las tres culturas).
En 1701 se establece el Reino de Prusia al coronarse a Federico I de la dinastía Hohenzollern, pasando a ser Berlín su capital. Hacia 1740 asume como rey Federico II el Grande, que desarrolla fuertemente el ejército convirtiendo a Prusia en una potencia militar.
A comienzos del siglo XIX se produce un importante avance arquitectónico en Berlín, que la prepara para asumir su rol como capital imperial en 1871, luego de que Prusia gane las guerras contra Francia y contra Austria y Alemania quede unificada bajo el mando de Otto von Bismarck. A partir de este momento se produce una gran expansión urbana, con la construcción de numerosos edificios para oficinas gubernamentales y también de viviendas. En las afueras de Berlín hay también un fuerte crecimiento de la industria, lo que provoca un gran incremento poblacional.
Desde comienzos del siglo XX y hasta el ascenso del Nazismo en la década de 1930, Berlín se convierte en un extraordinario polo cultural, caracterizado por la confluencia entre el Este y el Oeste de Europa. En un clima de creciente libertad creativa, especialmente después de la Primera Guerra Mundial, se produce una explosión de tendencias de vanguardia que hace que Berlín rivalice con París y Viena como centros intelectuales y artísticos.
En 1920 se incorporan siete ciudades de los alrededores al aumentar la superficie de 66 Km2 a 883 Km2 , pasando su población de 1,8 MM a casi 4 MM.
La década de 1920 fue un período turbulento en Alemania, que se reflejó en su capital. La derrota en la Gran Guerra provocó la caída de la monarquía y la instauración de la República de Weimar. La combinación de duras sanciones económicas aplicadas a Alemania por parte de las potencias triunfantes, una gran fragmentación política en el Parlamento y la hiperinflación de 1923 asociada a la crisis de 1929, sumió al país en una gran depresión económica. Esta situación favoreció el auge del nazismo, que llega al gobierno tras las elecciones de 1933. Se abre así una de las etapas más trágicas de la Humanidad, en el que el mismo pueblo que produjo grandes filósofos, científicos y artistas, también cometió las mayores atrocidades impulsados por el odio racial. En esos terribles años Berlín es el escenario de la persecución a los judíos y otras minorías, a los que injustamente se los acusaba de todos los males que sufría Alemania.
En Berlín se desarrolló la batalla final entre el ejército soviético y las tropas remanentes de la Alemania nazi. El resultado fue una destrucción casi completa de la ciudad, y la división en cuatro zonas controladas por las potencias vencedoras: Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia.
Berlín se convierte en un símbolo de las tensiones generadas por la Guerra Fría, que comenzó entre la Unión Soviética y los países occidentales tras la división de Alemania en dos territorios: La República Federal Alemana (RFA o Alemania Occidental) y La República Democrática Alemana (RDA o Alemania Oriental). El territorio de Berlín quedó incluido en la RDA, pero se podía acceder por tierra desde la RFA por determinados accesos. Al crecer el conflicto entre la URSS y las potencias occidentales en 1948, los soviéticos bloquean Berlín y se establece un puente aéreo para poder seguir abasteciendo Berlín Occidental por aire, al no poder llegar por tierra.
En 1961 la RDA construye un muro de hormigón de 45 Km de largo para separar las dos partes de la ciudad, y un muro de 115 Km de largo que rodeaba la periferia de Berlín Occidental, y creaba una barrera física para impedir la emigración desde la RDA hacia la RFA. Este muro perduró hasta fines de 1989, donde como consecuencia del desmoronamiento del régimen soviético también cae la RDA y finalmente Alemania se reunifica en 1990.
En Berlín, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades alemanas, hay un permanente recuerdo de las tragedias asociadas al nazismo entre 1933 y 1945, y al período de la Guerra Fría entre 1948 y 1990, acentuada por la división de la ciudad y la construcción del Muro. Más que olvidar, Berlín parece querer recordarle a sus visitantes las tragedias vividas para, aprendiendo del pasado, evitar cometer los mismos errores. Esto convive en sus calles con la efervescencia de una ciudad moderna, con muchos parques, excelentes museos, dinámica y muy bien organizada.
Al ser una ciudad extensa, lo más recomendable es utilizar el transporte público, y reservar energía para todo lo que hay que caminar para recorrer sus atracciones. Hay disponibles trenes subterráneos (U-Bahn), tranvías (S-Bahn) y buses con pases de uno o varios días que permiten llegar desde el aeropuerto hasta el lugar de alojamiento y luego recorrer la ciudad.
Una de las imágenes icónicas más reconocibles de Berlín es la Puerta de Brandeburgo. Fue erigida durante el reinado de Federico Guillermo II de Prusia hacia 1790 como una de las entradas a la Berlín amurallada de ese tiempo, tomando como modelo la entrada a la Acrópolis de Atenas. Los daños recibidos en la II Guerra Mundial obligaron a una restauración importante y cobró un especial protagonismo al demolerse el Muro, ya que se encontraba en la tierra de nadie entre Berlín Oriental y Occidental.
La Puerta está junto a la Pariser Platz (Plaza de París), y de allí sale hacia el Este el elegante boulevard Unter den Linden (bajo los tilos). Hacia el Oeste se abre una explanada que conduce a lugares tan importantes como el Reichstag (Parlamento alemán), el Memorial de los soldados soviéticos caídos en la Batalla de Berlín en Tiergarten y el Memorial de los judíos asesinados en Europa.
El edificio del Reichstag (Parlamento), severamente dañado durante la Batalla de Berlín, fue restaurado y se le asignó al arquitecto inglés Norman Forster el diseño y la instalación de la impactante cúpula de vidrio, que contrasta con el pomposo edificio construido hacia fines del siglo XIX en estilo Neo Renacentista. Reservando previamente las entradas es posible acceder a la cúpula y a la terraza, con muy buenas vistas de la zona.
El Memorial soviético es de gran tamaño y refleja el estilo típico característico de los monumentos en la URSS y fue inaugurado a fines de 1945. En el sitio hay enterrados unos 2000 soldados, parte de los 80000 soviéticos fallecidos en esta dura batalla.
El Memorial de los judíos asesinados en Europa es bastante reciente (2005) y comprende un vasto espacio con 2711 bloques de cemento representado las víctimas. El caminar los estrechos pasillos transmite una sensación de angustia por los millones de seres humanos representados por esos bloques y la injusticia de su muerte. En el subsuelo hay un museo vinculado a los crímenes del nazismo.
Como comentaba al principio, recorrer Berlín es en buena medida enfrentarnos con ese pasado reciente que nos interpela y nos obliga a recordar, para evitar que se repitan estos terribles crímenes.
Para tener una visión más amena de Berlín dirijamos ahora nuestros pasos hacia la Puerta de Brandeburgo, pero atravesándola y caminando por Unter den Linden para recorrer y admirar sus atracciones. Entre ellas y muy cerca de la Puerta de Brandeburgo está el lujoso Hotel Adlon, uno de los más tradicionales de la ciudad.
Algo impactante por su tamaño, ubicación y edificio, es la Embajada Rusa (antes de la URSS) inaugurada en 1952. No debemos olvidar que esta zona estaba en Berlín Oriental y era parte de la RDA (“Alemania comunista”).
Un poco más adelante cruzamos una de las más importantes calles de tiendas elegantes, la Friedrichstrasse, donde podemos desviarnos para llegar a una de las más bellas plazas de Berlín, la Gendarmenmarkt. En el lugar estaba la antigua plaza del mercado de un suburbio de Berlín, en el que se radicaron los hugonotes que llegaron de Francia invitados por Federico Guillermo I de Brandeburgo. Por eso en esta plaza, como signo de tolerancia religiosa, se asignó un espacio para la Catedral Francesa (Französicher Dom) y enfrente la Catedral Alemana (Deutscher Dom), a las que se les agregó en 1785 cúpulas gemelas. El tercer edificio imponente es la Sala de Conciertos (Konzerhaus) de 1821, y en el centro hay un monumento al poeta Schiller (autor de la famosa “Oda a la alegría”). En una de las esquinas de la plaza hay una Chocolatería que vale la pena visitar (Rausch Schokoladenhaus).
Volvemos a Unter den Linden para continuar hacia el Este y llegar a la plaza Bebel. Junto a la plaza encontramos el magnífico edificio de La Ópera Estatal de Berlín (Staadtoper Unter den Linden), una de las varias salas de ópera que tiene la ciudad. Como pasa en muchos lugares en Berlín, el trágico pasado del nazismo se nos vuelve a presentar en forma de un Memorial por la quema de libros que tuvo lugar en ese sitio. El 10 de Mayo de 1933 las Juventudes Hitlerianas instigadas por el Ministro de Propaganda J. Goebbels, quemaron alrededor de 20000 libros de diversos autores.
El Memorial es una ventana de vidrio en el piso que permite ver las cuatro paredes de un cuarto con bibliotecas completamente vacías. En una placa junto al monumento se trascriben las proféticas palabras de 1817 del poeta alemán Heinrich Heine:
“Eso sólo fue un preludio, ahí en donde se queman libros, se terminan quemando también personas”
Seguimos nuestro paseo por el boulevard y luego de cruzar un puente sobre uno de los brazos del río Spree entramos en la Isla de los Museos, una isla natural en la que, a través de los años se han construido varios importantes museos. Si no se dispone de mucho tiempo vale la pena conocer aunque sea alguno de ellos.
Continuando el paseo, luego de cruzar el otro brazo del río llegaremos a un área muy grande donde veremos el Ayuntamiento de Berlín (Rotes Rathaus), con su característico color rojo.
Nos estamos acercando a la Plaza de Alejandro (Alexanderplatz) que llama mucho la atención por su arquitectura de los años ´60. Especialmente se destaca la inmensa Torre de la televisión (Fernsehturm) que permite ascender hasta una altura de 368 m y tener una panorámica de 360° de la ciudad. Esta plaza era el centro de la Berlín Oriental y actualmente es un centro de comunicaciones, tiendas y un lugar de encuentro muy popular.
Cerca de aquí se encuentra un pequeño barrio de casas antiguas restauradas llamado Nikolaiviertel, digno de recorrer.
Volviendo ahora a la Friedrichstrasse, podemos encontrar el más famoso de los cruces entre las dos partes de la Berlín dividida: Checkpoint Charlie, que nos recuerda los momentos álgidos de la Guerra Fría y los que morían tratando de cruzar clandestinamente a la parte occidental de Berlín. Hay un museo y una reconstrucción del puesto de control.
No lejos de allí está la Plaza Potsdam (Potsdamerplatz), un lugar que fue antes de la II Guerra Mundial un importante centro comercial y de comunicaciones de Berlín. Al final de la guerra sólo había ruinas y quedó como zona devastada, hasta que tras la reunificación se remodeló con arquitectura moderna, en vez de restaurar como se hizo en otras partes de la ciudad.
Otra parte de la ciudad es la que funcionó como Centro en la Berlín Occidental. Allí hay una larga avenida de nombre difícil de pronunciar (Kurfürstendamm o Kdamm). En la zona vecina al Jardín Zoológico está la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm una iglesia del siglo XIX parcialmente dañada en la guerra y junto a ella una iglesia moderna.
En términos comparativos, la que era la parte occidental de Berlín luce envejecida, con muchos edificios con arquitectura de la posguerra, menos atractivos que las restauraciones que se hicieron en la Berlín Oriental o los modernos edificios posteriores a 1990.
Antes de terminar algunas recomendaciones por si les queda tiempo:
Museo Judío: con un diseño conceptualmente brillante del arquitecto polaco Daniel Libeskind, se ha convertido en uno de los mejores del mundo
Palacio de Charlottenburg: una hermosa construcción del siglo XVII que fue restaurada y luce muy cuidada.
Tratar de asistir a un concierto en el complejo Philarmonie, donde actúa la Filarmónica de Berlín, una de las mejores orquestas del mundo, pero si no consiguen entradas hay otras múltiples posibilidades.
Escribir sobre Berlín me hizo revivir la compleja mezcla de emociones que sentí en las dos oportunidades en que la visité. Por momentos el disfrute de la belleza de los lugares y las creaciones humanas, y en otros momentos la angustia provocada por los crímenes que esos mismos seres humanos fueron capaces de cometer.
Pienso que conocer Berlín no sólo es conveniente, sino necesario para no olvidar.
20 Comments
Muy bueno Jorge. Hace exactamente 50 años recorrria con mis compañeros esas dos ciudades que ahora se unieron. Ninguno de los 30 volvió. Les voy a reenviar tu visión actual. Puede que volvamos.
Muchísimas gracias Roly. Es un lugar al que vale la pena volver, especialmente si a uno le interesa la Historia del siglo XX
Excelente paseo y recordatorio de mi visita fugaz.Muchas gracias .
Gracias a vos Carlos y espero que te haya traído gratos recuerdos
Cómo siempre leerte es no solo revivir los viajes sino darte cuenta lo que olvidé ver. Fantástico relato
Muchísimas gracias por tus palabras Julio.
Cómo siempre leerte es no solo revivir los viajes sino darte cuenta lo que olvidé ver. Fantástico relato.
Ya había comentado algo parecido
Muchas gracias
Muy bueno. Exceelente información histórica y atractiva información turística. Da gusto leer tus trabajos.
Muchísimas gracias Raúl por tus palabras.
Una descripción de Berlin muy interesante, en imágenes y texto. Gracias Jorge!!!
Gracias a vos Betty por tu comentario.
Es una de las ciudades que mas emociones de todo tipo genera. Y de las grandes capitales, la mas vibrante. Imposible dejar de conocerla. Y si se puede hablar con gente nacida ahi es mas fascinante aun para descubrir su dinamica,
Me encanta leer otras perspectivas de un lugar que me gusta, mas alla de su historia mediata que es tan tremenda (pero no se oculta)
Muchísimas gracias Hernán por tu comentario. Comparto tu visión de Berlín
Recorrimos Berlín al poco tiempo de morir mi madre, que vivió hasta los 17 años en el barrio de Charlottenburg. Aquella primera y última visita fue un diálogo con ella, ya que me hizo prometer que iría a recorrer una ciudad en la que fue feliz, hasta que emigraron en 1929. Gracias, Jorge por hacerme revivir, ya sin lágrimas, un viaje a la semilla. Felicitaciones.
Muchas gracias Silvia. No sabía que tu mamá vivió de pequeña en Berlín. Me imagino tu emoción al estar allí.
Encantador el recorrido al cual nos invitas. Fui dos veces a Berlin, antes de la caida del muro y la segunda vez Marzo 2016. Me emocionó tu relato y volví a recordar el viaje. Nos haces viajar, recordar y saber que hay todavia lugares para conocer y aparece ahi la esperanza de nuevos viajes. Gracias por ello!
Muchísimas gracias Delia!Creo que a todos nos ayudaría tener la esperanza de nuevos viajes.
Leyendo el artículo volví a Berlín, recordando lugares, sensaciones y sentimientos. Como bien describes, fuimos testigos de la guerra fría, la caída del muro y la reunificación alemana. Berlín sintetiza esas vivencias. ¡Gracias!
Muchísimas gracias Analía por tus palabras