En la Historia del Arte no es frecuente que dos grandes artistas tengan entre sí un vínculo afectivo, a la vez duradero y pasional. Un vínculo con asimetrías, Diego era 21 años mayor que Frida y, cuando se conocen en 1927/28, Diego era un reconocido pintor y muralista, mientras que Frida se acercó a él buscando consejo sobre sus primeras pinturas.
Por supuesto no faltaron las coincidencias, ambos tenían profundas raíces mexicanas y admiraban la herencia cultural de su país. Ambos también compartieron una profunda identificación con el comunismo soviético, aunque por momentos cuestionaron el estalinismo, enfrentándose con los líderes del PCM (Partido Comunista Mexicano).
Lo increíble es que, a pesar de las frecuentes infidelidades de Diego y también algunas de Frida, el fuerte vínculo entre ellos les impide separarse y, al año de divorciarse se vuelven a casar.
Para tratar de entender esta historia, debemos remontarnos a los orígenes de ambos.
Diego Rivera
Diego Rivera nace en Guanajuato (México) en 1886, junto a un hermano gemelo que fallece tempranamente. Diego se consideraba mestizo, ya que en sus ancestros paternos había europeos y su madre descendía de indios mexicanos. Desde pequeño se destaca por su interés y habilidad artística, por lo que comienza cursos en la Escuela Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de México. Sus estudios se prolongan desde 1898 hasta 1905, recibiendo por un lado una formación académica tradicional, y por otro la influencia de pintores que lo estimulan para salir del estudio a pintar la gente y los paisajes de su país.
En 1907 viaja a España gracias a una beca del Gobierno de Veracruz. Allí se forma copiando a grandes pintores del pasado como El Greco, Velázquez y Goya. Pero también se empapa de las vanguardias españolas, y se acerca a la obra de Pablo Picasso o Juan Gris, que ya vivían en París.
En 1909 se muda a París y tiene la oportunidad de estudiar las obras de los museos, asistir a conferencias, ver exposiciones y pintar al aire libre, poniendo en práctica todo lo que fue aprendiendo.
También viaja a Bruselas, donde conoce a Angelina Beloff, una pintora rusa seis años mayor que Diego, que se convertirá en su compañera en los siguientes doce años. Con ella tuvo en 1916 un hijo, que fallece al año siguiente. Por la misma época, Diego tuvo relaciones con una artista rusa, Marevna Vorobev-Stebelska, seis años menor que él. De esta relación nació en 1919 Marika, una niña que su padre no reconoció, aunque ya en México le enviaba dinero para ayudar en su crianza.
De nuevo en París, se instala en Montparnasse, donde tiene de vecinos a artistas como Piet Mondrian, que han tenido la influencia de Paul Cézanne. Se acerca entonces a la concepción cubista del arte, aunque trata de encontrar un estilo propio, combinando elementos cubistas con futuristas.
Rivera, después de participar en exposiciones colectivas logra su primer exposición individual en 1914, participa en las discusiones de los grandes artistas de vanguardia y viaja a España. Allí se encuentra con intelectuales y artistas españoles y mexicanos, informándose de la revolución que se está desarrollando en su país. Se entusiasma con las ideas de Emiliano Zapata de volver a las raíces mexicanas. Sin embargo, continúa en París aunque alejado de los pintores cubistas, retornando a la pintura figurativa, a estudiar la obra de Cézanne, y el uso del color de Renoir. Hacia 1920, consigue que el gobierno mexicano le otorgue una beca para estudiar en Italia el arte renacentista. En 1921, luego de regresar a París desde Italia y con un completo bagaje de experiencia tras sus 14 años en Europa, siente que es el momento de volver a su querido México. Lo entusiasman los cambios políticos y sociales resultado de la Revolución Mexicana (1910 a 1920).
El Ministro de Educación, José Vasconcelos, tenía en mente una reforma cultural, apoyando la igualdad social y racial de la población india, y conectando con las raíces culturales mexicanas. Para hacerlo, propone desarrollar en edificios públicos la pintura mural y Rivera, recién llegado de Europa, se incorpora a este movimiento.
Es así que en 1922 comienza a pintar su primer mural, en la Escuela Nacional Preparatoria en la que era alumna Frida Kahlo.
También en ese año se casa con una de sus modelos, Guadalupe Marín, con la que tendrá dos hijas, Guadalupe y Ruth nacidas en 1924 y 1927, aunque este matrimonio durará sólo hasta 1927.
Frida Kahlo
Frida nace en 1907 en Coyoacán, un pueblo de la periferia de la Ciudad de México, como tercera de las cuatro hijas de Matilde Calderón y Guillermo Kahlo. La madre era mexicana y el padre arribó muy joven a México, desde su Alemania natal. La madre no pudo amamantar a Frida por haber quedado embarazada enseguida de su nacimiento, por lo que tuvo que hacerlo una nodriza, que le brindó alimento pero no afecto. Esto puede haber iniciado un vínculo amor-odio con su madre.
A los seis años enferma de poliomielitis y, como secuela, le quedó un pie más pequeño y una cojera. Es su padre el que la asiste y alienta durante los meses de convalecencia.
Guillermo Kahlo era un prestigioso fotógrafo, contratado por el gobierno de Porfirio Díaz para inventariar los monumentos arquitectónicos de los períodos prehispánicos y colonial. Él, que era también un pintor aficionado, le enseñó a Frida la técnica fotográfica y la estimuló para que pintara.
En 1922 Frida logra ingresar a la Escuela Nacional Preparatoria, la mejor institución educativa de nivel medio de México. Su vocación se inclinaba por la Medicina y no mostraba ningún interés especial por el arte, aunque para ganar algo de dinero su padre la envió a trabajar con un amigo publicista, donde aprendió dibujo y copió grabados.
En Septiembre de 1925 se produce un abrupto giro en la vida de la joven Frida. El autobús que la llevaba de la escuela a su casa en Coyoacán, es arrollado por un tranvía y como consecuencia Frida queda gravemente herida. Las consecuencias de este accidente, múltiples fracturas en la columna vertebral, pelvis, pierna izquierda y clavícula, la acompañarán de por vida, obligándola a múltiples operaciones, usos de corsés y otras acciones, para permitirle una limitada movilidad y aliviar su sufrimiento.
Como contrapartida, Frida Kahlo se convirtió en una extraordinaria artista. Pudo expresar en sus obras el profundo dolor físico y emocional por las consecuencias del accidente, que le impidieron acceder a la tan deseada maternidad. Esto la llevó a centrarse mucho en su sufrido cuerpo, para expresar en sus numerosos autorretratos su angustia y su soledad.
Tras su accidente, estuvo postrada sin poder sentarse durante tres meses y así es como comenzó a pintar regularmente. Para ello sus padres le hicieron colocar un baldaquino con espejo sobre su cama y un caballete acoplable a la misma. Así Frida comienza a descubrirse y a definir su propia imagen, con un rostro máscara que mira interpelando al observador y no nos deja entrever sus emociones, acentuando las cejas oscuras que se unen en el entrecejo.
Hacia fines de 1927 su estado de salud le permite llevar una vida “normal”, y se conecta con sus compañeros de la escuela, muchos de los cuales ya estaban cursando la Universidad. Estos jóvenes intelectuales tomaban partido por un arte vinculado a las raíces mexicanas, revalorizando el arte popular.
En 1928 se produce otro hecho trascendente en la vida de Frida Kahlo, conoce a través de amigos a Diego Rivera. Esto le ofrece la oportunidad de mostrarle su obra a un artista admirado y ya consagrado, para que la evalúe y le diga si ve en ella dotes de pintora. Diego queda bien impresionado y comienza así una amistad que deviene en un vínculo amoroso y su posterior casamiento en 1929. Siguiendo a Diego ella se afilió en 1928 al Partido Comunista Mexicano (PCM), y así la representa Rivera en una parte del mural Balada de la Revolución, del Ministerio de Cultura.
Frida y Diego
La admiración que Frida siente por su esposo, la lleva a pintar en 1931 el retrato doble “Frieda y Diego Rivera” donde se exacerba la diferencia de tamaño real entre los dos. Además lo presenta a Diego como pintor, con paleta y pinceles, mientras ella se reserva el rol de esposa del artista.
Frida va evolucionando en su pintura bajo el influjo de Diego y de otros grandes muralistas mexicanos, como José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Todos ellos buscaban un arte autóctono mexicano que incluyera, valorizándolo, el arte popular. En el caso de los murales se perseguía un fin educativo, contando la historia nacional en forma gráfica, de modo de hacerla accesible para el gran número de analfabetos de ese tiempo.
Frida incorpora a su vestimenta ropa tradicional mexicana como la “tehuana”, un vestido típico del Istmo de Tehuantepec, entre los estados de Oaxaca y Veracruz, en el sur de México.
En la década de 1920 surge en Estados Unidos un creciente interés por la obra de los muralistas mexicanos. Al mismo tiempo en México, los cambios políticos traen como consecuencia la disminución de nuevos proyectos de murales, y la persecución de muchos artistas por sus ideas. Por eso muchos pintores mexicanos viajan a los Estados Unidos en busca de coleccionistas para sus obras.
Diego Rivera es invitado a pintar un mural en San Francisco y viaja acompañado por Frida a fines de 1930. A principios del siguiente año pinta “Alegoría de California” para la San Francisco Pacific Stock Exchange Tower y unos meses después “La construcción de un fresco” para lo que es actualmente el San Francisco Art Institute.
Viaja a México para completar un mural del Palacio Nacional e inmediatamente regresa a Estados Unidos, esta vez a Nueva York, porque es invitado a una importante retrospectiva de su obra a presentarse en el MOMA (Museum of Modern Art). La misma incluye 150 obras de Diego Rivera y tuvo un notable éxito de crítica y de asistentes.
La siguiente etapa se da en Detroit donde, a instancias del hijo de Henry Ford, se le encargan murales para el Detroit Art Institute. El ciclo de frescos se llama “Hombre y máquina o Detroit dinámico” y simboliza la coexistencia de la técnica con la Naturaleza, y de la vida con la muerte.
Mientras ocurría esta exitosa convivencia de las ideas comunistas de Rivera con las ideas capitalistas de Ford, cómo transcurría la vida de Frida?.
Ella sentía que vivía entre dos mundos muy diferentes, y así lo expresa en su “Autorretrato en la frontera entre México y los Estados Unidos” de 1932.
En esos años quedó en evidencia la imposibilidad, para Frida, de llegar a buen término con sus embarazos, como consecuencia de los daños que provocó en su pelvis el accidente de 1925. En Detroit sufrió un aborto natural perdiendo al bebé, lo que fue una experiencia terriblemente traumática para ella. El dolor sufrido es representado en forma desgarradora en el cuadro que pintó poco después, “Henry Ford Hospital”. La obra transmite su soledad y desamparo ante la pérdida.
Durante estos años habían surgido desavenencias en la pareja. Diego no manifestaba interés en tener hijos, solía tener aventuras con otras mujeres y mientras él estaba entusiasmado con su éxito en Estados Unidos, Frida extrañaba México y anhelaba volver a su país.
El último encargo que recibió Rivera en Estados Unidos fue un gran mural para el Rockefeller Center de Nueva York. En ese caso no pudo reprimir su deseo de expresar claramente su posición política, incluyendo a Lenin como uno de los líderes que conducen a un futuro mejor. El artista, que ya había recibido críticas en los trabajos anteriores por sus ideas, en este caso termina en un conflicto con los que le comisionaron el trabajo. Se suspende la obra y, al negarse Rivera a repintar la parte cuestionada, le pagan sus honorarios y al año siguiente se destruye el mural.
Finalmente, la pareja regresa a México y van a vivir a una nueva casa construida para ellos en San Ángel, un suburbio de Ciudad de México. La casa tiene dos partes conectadas por un puente. En la más pequeña (Azul) vive Frida y en la más grande (Rosa) vive Diego.
La paz en la pareja dura poco, Frida descubre que Diego la engaña con Cristina, su hermana menor. Profundamente desgarrada, Frida deja el hogar y se muda a Ciudad de México. Comienza un período en que forman un matrimonio abierto, con Diego continuando sus aventuras extramatrimoniales, y Frida involucrándose con otros hombres y más tarde también con mujeres. Recién cuando a fines de 1935 se termina la relación de Diego con Cristina Kahlo, Frida retorna a la casa de San Ángel. De todos modos hay un vínculo que no se ha roto, la afinidad política del matrimonio. En 1936 ambos se involucran en el apoyo al bando republicano en la Guerra Civil Española. Además Rivera está enfrentado la línea estalinista del PCM y se acerca a Trotski. Consiguen el apoyo del Gobierno para darle asilo a Trotski que llega en 1937, y le dan la Casa Azul de Coyoacán para que se alojen. La cercanía genera una corta relación amorosa entre Frida y Trotski.
En 1938 llegan de visita André Breton, padre del Surrealismo y su pareja, compartiendo varios meses con los otros dos matrimonios. Breton incluía la pintura de Frida en el Surrealismo aunque no encajara exactamente en ese movimiento. Comienza por ese tiempo el reconocimiento por el público de la obra de Frida, especialmente en Estados Unidos. Tiene exposiciones individuales y vende muchos cuadros, lo que no deja de asombrarla. Siente que puede ser independiente en lo económico y mejora su autoestima, lo que le alivia por sus desventuras matrimoniales. Tiene una apasionada relación con el fotógrafo Nickolas Muray, y en 1939 inicia los trámites de divorcio.
A pesar de tantas crisis Frida y Diego seguían amándose y es así que en San Francisco, a fines de 1940, Diego le propone a Frida casarse nuevamente y ella aceptó inmediatamente. Según Diego, su esposa puso algunas condiciones: “Que ella quería financiar sus propios gastos con las ganancias de su trabajo; que yo tenía que abonar la mitad de nuestros gastos comunes- no más-; y que no volveríamos a mantener contacto sexual. […] Yo estaba tan contento de recuperar a Frida, que estuve de acuerdo en todo” (de “Kahlo”, Andrea Kettenmann, Ed. Taschen).
Esta nueva etapa fue para ella más tranquila, incorpora a sus autorretratos los animales domésticos que la rodean, papagayos, monos y perros Itzcuintli, que ocupan el lugar de los hijos que no pudo gestar. En 1942 comienza la escritura de un diario personal, que le permite expresar su sufrimiento físico y psíquico así como hablar de temas tabú de ese tiempo, como la sexualidad y la fertilidad.
Los siguientes años combinan el reconocimiento público de su arte y su nombramiento como docente en la Academia de Arte, una institución imbuida de nacionalismo mexicano en el Arte. Por otro lado se agudiza su sufrimiento físico, y se ve obligada a usar un corsé de acero.
Mientras tanto Rivera seguía siendo admirado como uno de los mayores artistas mexicanos y reconocido con premios, cargos docentes y encargos de nuevos murales.
Desde la década de 1920 invertía sus ahorros para comprar arte precolombino y arte popular mexicano. Su colección de unas 60000 obras, se encuentra actualmente en el Museo Anahuacalli.
Si bien Diego sigue desarrollando su actividad, a partir de 1950 dedica mucho tiempo a acompañar a Frida en sus diversas internaciones, como consecuencia del agravamiento de su salud. En 1953 se organiza la primera exposición individual de la obra de Frida Kahlo en México. Postrada en cama, Frida decide que la lleven en ambulancia y asiste a su homenaje en camilla.
Fallece en Julio de 1954 a los 47 años. La difusión y reconocimiento internacional de su obra, junto con el conocimiento de su trágica historia de vida, han convertido a Frida Kahlo en un ícono popular. Su pintura funciona como un “cable a tierra”, para poder expresar su terrible dolor físico, su soledad, la imposibilidad de tener hijos y sus desengaños amorosos. Gracias a su resiliencia, su pasión por Diego y su identificación con la cultura mexicana, crea obras que nos conmueven y aunque luzcan desgarradoras, promueven nuestra empatía con su figura.
Si bien Diego Rivera es famoso como muralista, también desarrolló en paralelo una importante labor como retratista. Además de retratar a su exesposa Lupe Marín y a sus hijas Guadalupe y Ruth, retrata a amigos y recibe numerosos encargos de personas deseosas de ser inmortalizadas por el famoso artista.
A mediados de 1955 le diagnostican un carcinoma y Diego toma dos importante decisiones: se casa con Emma Hurtado, que había creado una galería de arte dedicada a su obra y viaja a la Unión Soviética, convencido de los avances del sistema médico soviético para curar su cáncer.
A fines de 1957 fallece Diego Rivera, un gran artista que supo combinar su formación con influencias renacentistas y cubistas, junto con su ideario político y mexicanista. Esto le permitió forjar un estilo propio, con el que creó en sus murales narraciones históricas y alegóricas.
Asistimos a un singular encuentro de dos grandes creadores, tan diferentes en muchos aspectos, pero unidos por la cultura mexicana y por su tormentoso amor mutuo.
Nuestra admiración por Frida Kahlo y Diego Rivera!
4 Comments
Querido Jorge
Me. Gusto mucho tu presentación y comentarios sobre Frida y Diego ya que demostraste una enorme admiracion de sus trabajos a los cuales acompañó en su totalidad y no dejó de admirarte en todas tus publicaciones
un abrazo
Querido Miguel, te agradezco mucho tus palabras. Me alegro que compartamos esa admiración por Frida y Diego. Es muy reconfortante sentir que llegó mi mensaje. Un fuerte abrazo para vos.
He seguido sus obras y sus vidas. Siempre más cerca de Frida por varias razones que surgen de sus historias. No se puede cancelar a personajes cuyas ideas hoy nos resultan erradas. Somos hijos de nuestro tiempo. Quien nace con impedimentos físicos crueles gana la adhesión de sus seguidores. Trato de separar a la persona de su arte. Y, desde ese lugar, los admiro a ambos. Recomiendo la lectura de El hombre que amaba los perros, de Leonardo Padura para adentrarnos en la biografía de los pintores destacados en esta excelente entrega de Jorge Mandelbaum. En el libro mencionado, Trostky es el protagonista pero retrata aquel momento del comunismo que tuvo en su faceta mexicana, a Frida y a Diego.
Silvia, muchísimas gracias por tu comentario, como siempre lúcido y muy bien desarrollado. La vida personal de los artistas nos ayuda a comprender su mensaje, pero su obra debe ser nuestro objetivo de análisis. Comparto también tu recomendación del excelente libro de Padura.