Cuando hablamos de pintura italiana enseguida recordamos a grandes figuras del Renacimiento como Leonardo da Vinci (1452-1519), Rafael (1483-1520) y Miguel Ángel (1475-1564). Estos grandes artistas fueron precedidos por pintores como Giotto (1266-1337), Fra Angélico (1395-1455) y Sandro Boticelli (1445-1510) que fueron estableciendo las bases del Renacimiento Italiano, un período de singular importancia en la Historia del Arte.
Apoyados en los fondos provistos por la Iglesia y la nobleza de las importantes Ciudades-Estado que tenía Italia (Florencia, Milán, Venecia, Siena y Roma), éstas competían entre sí por tener las más bellas iglesias y edificios públicos decorados por los grandes artistas de la época.
El desarrollo de las leyes de la perspectiva y el estudio del cuerpo humano, permitían lograr cuadros de extraordinaria naturalidad, que impactaban al público. Pintores como Tiziano (1490-1576), que abarcó temas tan diversos como el retrato, la Naturaleza, los temas mitológicos y los religiosos, acrecentaron la fama de Italia como centro artístico, que hacía que de toda Europa concurrieran los interesados en aprender sobre Arte.
En los siglos siguientes, Italia va gradualmente dejando de ser el centro del desarrollo pictórico, al aparecer otros centros importantes en Francia, Flandes y España. Así tenemos que en la primera mitad del siglo XIX los estilos predominantes en Italia en la pintura académica (la que se enseña en las Escuelas de Arte), son el Romanticismo y el Neoclasicismo. Un destacado pintor de estos estilos es el italiano Francesco Hayez (1791-1882).
Risorgimento Italiano
El siglo XIX fue un período trascendente para Italia porque logró la unidad como país. El movimiento que logró esta extraordinaria transformación es conocido como “Risorgimento Italiano”, que se suele traducir como Resurgimiento. También se lo suele llamar “Reunificación Italiana”, ya que se tradujo en volver a unir, después de mucho tiempo, lo que constituyó en la península el Imperio Romano. Veamos cómo fue variando el mapa de Italia en el siglo XIX:
La mayor parte del Norte de Italia quedó, después de la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte, bajo el dominio de los Habsburgo del Imperio Austro-Húngaro. El Sur, Reino de Sicilia o luego Reino de las Dos Sicilias, bajo el dominio de una rama de origen español de los Borbones. El Centro estaba bajo el dominio de los Estados Pontificios, o sea bajo el Papa. Otra parte importante era el Reino de Cerdeña, que incluía el Piamonte, bajo los Duques de Saboya. Todas estas regiones compartían una historia común, una lengua común con diversos dialectos, una misma religión y hasta las mismas costumbres y, a pesar de eso, estaban repartidas entre distintas potencias. Esto despertó un movimiento nacionalista que debió luchar intensamente, con victorias y derrotas, hasta que en 1861 se constituyó el Reino de Italia bajo Vittorio Emanuele II. En 1866 la alianza con Prusia le permitió a Italia recuperar la región del Véneto de los austríacos, y recién en 1870 las tropas italianas incorporan el Lacio y Roma, convirtiéndose ésta en la nueva capital.
La Reunificación era un anhelo de la mayoría, pero fue necesario que surgieran líderes como Giuseppe Mazzini, el ideólogo que impulsó la unidad, aunque luego fue siendo desplazado. El Conde de Cavour, primer ministro del Reino de Piamonte-Cerdeña, impuso la idea de promover a Vittorio Emanuele II, creando una monarquía constitucional. El tercer líder de la Reunificación fue Giuseppe Garibaldi, militar y político carismático que luchó incansablemente por la unidad, lo que le significó exiliarse varias veces. En 1860 condujo la Expedición de los Mil, con los que invadió Sicilia y fue liberando el país desde el Sur hasta conquistar Nápoles y unirse con Vittorio Emanuele II para formar el Reino de Italia.
Ustedes se preguntarán, con razón, qué tiene que ver esto con la pintura italiana. Es que en las décadas de 1850 y 1860 surgió en Florencia un movimiento pictórico disruptivo, al mismo tiempo que las luchas por la independencia, que rechazó la pintura académica de su tiempo y propuso una pintura acorde con la nueva realidad que surgía.
“Macchiaioli”
Entre 1855 y 1863, en el Caffé Michelángelo de Florencia, se reunían pintores, escritores, intelectuales y periodistas para discutir sobre una nueva propuesta pictórica, conectada con la realidad italiana de la lucha por su independencia y la unificación. Varios artistas habían luchado en las distintas etapas de las Guerras de Independencia y, como contribución, proponían temáticas conectadas a las tradiciones italianas y una visión realista de la vida rural. También pintaron escenas de las batallas libradas por la Independencia, más que con sentido épico, con una visión humanista.
Algunos de ellos habían pasado por la Exposición Universal de París de 1855. Volvieron impactados por el realismo de las obras de Courbet y Millet y con los pintores de la Escuela de Barbizon.
El nombre del movimiento, “Macchiaioli” proviene de “macchia” (mancha) y fue otorgada en una reseña crítica de estas obras con un sentido despectivo. El nombre, sin embargo, les gustó a los artistas, que decidieron describir la realidad con claroscuros y densas manchas de luz y color.
Los principales pintores de este movimiento fueron Giovanni Fattori (1825-1908), Telémaco Signorini (1835-1901) y Silvestro Lega (1826-1895).
Muchas veces se compara a los “Macchiaioli” con los pintores del “Impresionismo”, indicando el común interés por el paisaje y el pintar al aire libre. Sin embargo hay importantes diferencias. Los impresionistas usaban una técnica rápida que completaba la obra al aire libre, mientras que los macchiaioli hacían un boceto y lo completaban tranquilamente en el taller. También las temáticas eran distintas, ya que los italianos estaban más interesados en lo político y social.
“Futurismo”
A fines del siglo XIX y principios del XX la realidad artística de Italia era bastante pobre, comparada con otros países europeos. El contraste era especialmente notorio con París que, a partir de 1870, se había convertido en el centro de la creación artística para toda Europa. Tras el Impresionismo y el Art Noveau, llegaron el Postimpresionismo, el Fauvismo, el Cubismo y sus variantes. En cambio Italia, que había sido el centro artístico europeo por cinco siglos, apenas participaba de la movida artística. También el país estaba retrasado en lo que respecta a desarrollo industrial. Pero esta situación cambió bruscamente a principios de 1909, cuando se publicó en primera plana del periódico francés Le Fígaro el “Manifiesto Futurista”.
Extrañamente no se trató de un llamado a romper con el pasado y crear un lenguaje artístico nuevo, como ocurrió en otros casos, sino fue algo radical. Se rechazaron todas las tradiciones, valores e instituciones que hasta ese momento eran respetadas.
El ideólogo detrás de esta propuesta rupturista fue el poeta Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944), que expresó en forma vehemente la irritación de un grupo de intelectuales italianos con el retraso artístico de su país, proponiendo un enfoque rupturista con el pasado. Vale la pena leer el Manifiesto porque, además de la influencia artística, fue una de las raíces ideológicas del Fascismo Italiano, que surgió hacia fines de la Primera Guerra Mundial.
Manifiesto Futurista
Desde Italia lanzaremos al mundo este manifiesto nuestro de violencia atropelladora y aventureros que huelen el horizonte, en las locomotoras de pecho ancho que pisan los raíles como enormes caballos de acero embridados de tubos y al vuelo resbaladizo de los aviones cuya hélice cruje al viento como una bandera y parece que aplauda como una loca demasiado entusiasta, incendiaria, con el cual fundamos hoy el “futurismo”, porque queremos liberar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios.
Ya durante demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de reliquias. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables.
Poco tiempo después, bajo la supervisión de Marinetti, tres jóvenes pintores, Umberto Boccioni (1882-1916), Luigi Russolo (1885-1947) y Carlo Carrá (1881-1966) redactan el “Manifiesto de los pintores futuristas”, donde se exige un arte nuevo para un mundo nuevo y una ruptura con el arte del pasado. A este grupo inicial se agregaron luego Giacomo Balla (1871-1958) y Gino Severini (1883-1965) que había trabajado en París junto a Picasso, Baque y otros artistas de vanguardia. Un viaje a París del grupo los dejó profundamente impactados, por las novedades del Cubismo y el uso del color. A partir de 1912 exponen obras donde se combina el cubismo con efectos dinámicos y un particular uso del color.
Los integrantes del grupo tenían sus diferencias. Mientras Severini se mantenía más cercano al Cubismo, Balla era más proclive a la Abstracción. El más destacado del grupo era Boccioni, que incursionó no sólo en la pintura sino también en la escultura.
La guerra “glorificada” por el Futurismo, se cobró en 1916 la vida de Boccioni y la de Antonio Sant´Elia (1888-1916) un impulsor de la Arquitectura Futurista.
El Futurismo, aunque duró pocos años, influyó sobre otros movimientos como algunas ramas del Cubismo y también tuvo una extensión en Rusia, aunque más centrada en la literatura.
Pintura Metafísica
Fue un movimiento artístico creado principalmente por Giorgio de Chirico (1888-1978) y Carlo Carrá (1881-1966). Si bien tuvo corta duración, su influencia fue muy significativa en el surgimiento del Dadaísmo (1918) y el Surrealismo (1924).
Entre 1911 y 1917 de Chirico, contra las corrientes artísticas vigentes, exploró el mundo enigmático del ensueño, adelantándose al Surrealismo. Produjo obras que nos generan inquietud y extrañeza. Sentimos que entramos en un mundo enigmático, que nos muestra objetos conocidos en un contexto que no podemos explicar. Hay grandes espacios abiertos que nos conectan con la tradición italiana o, en otra etapa, lugares cerrados con maniquíes sin rostro.
De Chirico, al igual que otros artistas, sufrió los traumas de la Gran Guerra. Como Picasso y otros, a comienzos de la década de 1920 retorna a una pintura realista, en lo que se llamó “La Vuelta al Orden”. Fue un reconocimiento de los excesos de la Preguerra y una revalorización de las tradiciones artísticas.
Grandes pintores surrealistas como Salvador Dalí, René Magritte y Max Ernst valoraron el carácter anticipatorio de las obras de de Chirico, aunque lo cuestionaron por abandonar la Pintura Metafísica en la posguerra.
El otro gran artista de esta corriente es Carlo Carrá, a quien encontramos antes en el Futurismo. Carrá se unió a de Chirico en 1917 y contribuyó a la Pintura Metafísica, aunque sin la trascendencia de la obra de éste.
Como traté de mostrar, si bien el período culminante del arte pictórico italiano se dio entre los siglos XIV y XVIII, la etapa que va de 1850 a 1920 tuvo tres movimientos, bastante menos conocidos pero igualmente trascendentes para la Historia del Arte. Los dos primeros estuvieron muy ligados a los acontecimientos políticos de su tiempo. El último fue un anticipo del Surrealismo, un movimiento lanzado oficialmente en 1924, cuyas diversas expresiones fueron desarrollándose a lo largo del resto del siglo XX.
4 Comments
Magnifico como siempre dando clase de arte con la solvencia del conocedor. Gracias, Siempre se aprende de usted
Muchísimas gracias Julio por tus palabras
analisis metodico, profundo y didactico, elementos que hacen despertar el interes del lector por conocer un panorama abarcativo del arte a traves de su evolucion, siempre ligado a lo social, se agradece, aplaude y pide mas … gracias
Muchísimas gracias Raúl. Trataré de seguir brindando más